Un buen comienzo

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Me levanté de la cama como impulsada por un resorte. A penas tenía tiempo para una rápida ducha y lograr llegar a tiempo a trabajar.

En el transcurso de la noche desperté en varias ocasiones lo que provocó que no pudiera descansar.

Me vestí de prisa y dejé al viento la labor de secar mi cabello. Salí disparada por la puerta de mi habitación, no sin antes dar una última olfateada a mi ahora suéter favorito.

Abordé de un salto el autobús que me llevó a mi destino, y corrí a toda prisa subiendo de dos en dos las escaleras hasta llegar a la puerta de la financiera.

Sobre mi escritorio encontré un reporte que la licenciada Fuentes deseaba que analizara, Lucero llegó a los pocos minutos anunciándome que uno de los chicos con los que habíamos comido la tarde anterior, había mostrado cierto interés en mí, lo cual me tenía sin cuidado.

—Ayer a la salida me encontré con Mauricio Estrada, y se ha mostrado muy interesado en ti.

—¿Mucho trabajo, Lucy? —dije con tono sarcástico sin despegar la mirada del reporte.

De un salto se instaló a mi lado hablando por lo bajo, miraba hacia todos lados, como cuidando que nadie la escuchara.

—Me ha hecho muchas preguntas sobre ti, parece que en verdad lo has impactado.

—Lucy —dije con desgano— perdón, no tengo idea de quien sea Mauricio Estrada.

—Es uno de los chicos con los que compartimos ayer a la hora de la comida, estoy segura que sabes de quién te hablo, es el más guapo de todos, Joss seguro lo has notado.

—A decir verdad, no lo recuerdo —contesté indiferente.

—¡Por favor! No puedes decirme eso, es el chico rubio de fianzas, si yo pude darme cuenta que no dejaba de mirarte, tú también debes haberlo notado.

—Para ser honesta, no lo noté —dije apoyando la mano sobre el escritorio— y perdona que no pueda seguir platicando, la licenciada Fuentes me ha encomendado un trabajo y quiero entregarlo cuanto antes.

—Mi única intención es ponerte al tanto de lo que sucede, hablamos más tarde, si lo prefieres.

Ese día no había amanecido de buen humor, quizá había sido un poco majadera con Lucy, sin ella merecerlo.

—Creo que debo repasar mis modales —murmuré.

Al terminar la labor encomendada por la licenciada, le indiqué por el intercomunicador que la tarea estaba lista, ella no contestó, ya me había advertido Lucy que no lo haría, minutos después, me pidió que entrara a su oficina llevando los documentos, mismos que revisó a conciencia.

—El balance es correcto, puedes retirarte —dijo en su clásico tono insociable.

—¡De nada! —mascullé dentro de mí.

El resto de la mañana lo pasé en el escritorio de Lucy repasando las cuentas de los principales clientes de la financiera, era en verdad un gran negocio, los números arrojaban cifras impresionantes. De pronto mi subconsciente, que hasta ese momento se había mantenido tranquilo, empezó a alucinar, no había considerado la posibilidad de regresar al parque, cabía la posibilidad que volviera a encontrarme con ese misterioso hombre. Estaba muy impresionada con él, había un magnetismo intangible que me obligaba a tratar de encontrarlo de nueva cuenta. Me reprimía preguntándome a qué se debía mi interés por dar con él, ¿qué era lo que tanto me atraía del hombre del parque? Lucy interrumpió mis pensamientos sobresaltándome.

El hombre del parque (Primera Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora