TU DESPEDIDA

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Por Laura



CAPÍTULO 1

Las horas pasan, los minutos se agotan. Armando, presionado por Marcela, ha decidido a viajar a Miami aunque le revienta la idea de dejar a Betty.

No quiere dejarla justo ahora, cuando más la necesita, cuando más la desea, justo ahora que ha comenzado a extrañarla aun teniéndola cerca..."Justo ahora que has aprendido a amarla". No es la primera vez que ese pensamiento pasa veloz por su cabeza pero ya no le resulta tan fácil como antes desechar esa idea. Se está convirtiendo en algo tan real como el aire que respira...


Ella le ha ayudado hasta el último momento hablando con todos los proveedores, cerrando por su cuenta negocios que estaban inconclusos, tranquilizándole, dándole la paz que Marcela con sus continuos reproches no le da.

Han trabajado juntos, mano a mano hasta hace un momento, en que la entrada de Mario ha hecho a Betty retirarse hasta su oficina discretamente.

Y desde entonces permanece allí encerrada, acariciando ensimismada la última tarjeta que él le ha dado, releyendo sus palabras de amor "Conocer tu pasado no me aleja de ti, me acerca y quiero que olvides ese pasado... tú eres sensible y sensual....Te quiero...Armando".

"Me quiere, me ama..." se repite Betty tratando de darse fuerzas porque se ha prometido no llorar cuando él le diga adiós. "Serán solo unos días...pronto estará de vuelta", se dice, pero no puede evitar que la angustia la invada mientras recuerda la noche anterior y se pregunta como va a vivir las próximas dos semanas sin él, sin sus besos, sin su presencia, sin su cercanía, sin su aroma invadiendo su alma y sus sentidos.

Armando piensa exactamente lo mismo mientras finge que escucha la charla sin sentido de Mario. Su amigo y cómplice finge que no se da cuenta aunque en realidad le parece de lmuy divertida la situación. Desde que habló con él por la mañana ya está seguro de algo que antes era sólo una sospecha. Su amigo se ha enamorado y de "Betty la Fea", nada menos. Lo peor es que él ni siquiera se ha dado cuenta todavía...

-Listo tigre, ya es la hora. Deberíamos irnos.

Armando que ha estado esquivando su mirada todo el tiempo, perdido en sus propios pensamientos, le lanza ahora a Mario una mirada feroz como si él fuera el culpable de la situación.

-No me mire así, que yo no tengo la culpa. ¿Qué diablos le pasa?- Pregunta, aunque conoce mejor que él mismo la respuesta.

-Nada, no me pasa nada. Es que no me apetece viajar con Marcela, eso es todo. No se como voy a soportarla estas dos semanas, pegada a mí todo el tiempo.

-Es eso. Yo creía que estaba preocupado por la empresa...o por su monstrete...o por ambos.

-¡No diga tonterías y no la llame así!. Está ahí dentro y puede oírnos...

- Perdón, perdón. Pero dígame, ¿no será que tiene miedo de que en su ausencia venga alguien y se la robe?.

-¡Basta Mario y salga de una vez que yo ya voy!.

-0.K, le dejo para que se despida como es debido.....

Soltando una risotada de las suyas Mario sale de una vez. Armando le lanza una de sus miradas asesinas pero pronto se olvida de él, tiene cosas más importantes en que pensar.

Cuando se acerca a la puerta de la oficina de Betty y se dispone a abrirla siente que el corazón se le va a salir del pecho. Y tiembla, por primera vez en su vida tiembla de angustia pero también de amor.. No quiere dejarla aunque sabe que tiene que hacerlo. "Sólo serán dos semanas, solo dos semanas" se dice así mismo para darse ánimos. Por fin abre la puerta y la ve allí de pie frente a él, mirándole compungida pero valerosa.

- Ya es hora de irme Betty - Susurra en voz baja mientras se acerca lentamente a ella.

- Si doctor- Responde ella y esboza una sonrisa que le cuesta un mundo pero que Armando agradece infinitamente.

Y en ese momento siente que la quiere más que nunca. La quiere por eso, por la paz que siempre sabe transmitirle, por su generosidad, por ser capaz de darle siempre lo que necesita, por esa sonrisa que se ha convertido en la luz de su vida.

Hubiera querido decirle todo eso en ese momento y darle las gracias. pero no hay tiempo. Tal vez pueda expresarle todo lo que siente con un beso. Además desea tanto besarla, sus labios están sedientos de ella desde ayer.

Y eso es lo que pretende, acercarse para besarla cuando la voz estridente de Marcela le interrumpe y detiene en seco su aproximación. Betty también retrocede y los dos se quedan de pie uno frente a otro, mirándose envarados sin saber que hacer mientras Marcela entra como una tromba, como un pájaro de mal agüero en la oficina, rompiendo en un segundo el encanto del momento, invadiendo sin permiso la intimidad de dos seres que se aman, dejando inconclusa su despedida.

Con Marcela allí parada en la puerta, Armando se siente totalmente impotente y Betty también.

-¿Que pasa Armando, vienes o que?. Te estamos esperando desde hace rato.

Se lo ha dicho con su habitual tono imperioso, dejando claro que no va a aceptar más demoras en sus planes. Aun así Armando hace un último intento de rebelarse.

-Ve saliendo tú Marcela que yo aun tengo que darle unas instrucciones a Betty.

-¿Y no puedes hacerlo delante de mí?.¿Es algo secreto o que?.

Es evidente que Marcela no se va a ir de esa oficina sin él. Al final es Betty quien con su habitual diplomacia deshace el entuerto.

-Vaya con ella doctor y no se preocupe por los bancos que yo me ocupo de todo.

Otra vez la sonrisa valerosa que lo desarma y otra vez vuelven imparables las ganas de abrazarla aunque sea delante de la propia Marcela. Y otra vez se contiene porque es lo que tiene que hacer, porque es su maldito deber aunque tenga que acallar lo que el corazón le está pidiendo a gritos.

Sólo les queda el consuelo de una última mirada antes de abandonar la oficina. Un fugaz cruce de sus ojos en el que se lo dicen todo sin palabras.

Betty se queda con eso. Nis siquiera se fijó en la mirada asesina que le lanzó Marcela antes de salir. Se le ha quedado clavada la luz de sus ojos en los suyos y tan sólo espera que eso le ayude a sobrevivir las dos próximas semanas.

Se repite así misma que todo está bien aun cuando las lágrimas mojan su rostro. Y por eso se maldice cuando no puede evitar caer derrumbada por el llanto y la pena en el suelo frío de esa oficina que se ha quedado tan vacía sin él.

Armando entretanto camina como un zombi hacia el ascensor. Son sus pies los que andan solos como por inercia, pero ni su cabeza ni su corazón están de acuerdo. Ha tratado de ignorar la pena que ha visto en Betty, como le temblaba el labio inferior al decirle "Adiós doctor y buen viaje", ha tratado de no mirar atrás una vez más y ha sido imposible.

Y en ese momento mientras espera el ascensor lo decide. Se irá con Marcela y Mario a Palm Beach como está previsto pero lo hará más tarde, cuando se haya despedido de "su Betty" como ella se merece, cuando su adiós sea solo un hasta luego, cuando la haya amado una vez más hasta convencerla de con quien desea él estar realmente y de quien es la mujer de su vida.

Y el mundo puede esperar mientras tanto...

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