13. Egoísta.

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-Hijo...

-No estoy de humor, mamá.

-Hay alguien que quiere verte. -Trisha no hizo caso a la depresión de su hijo, pensando en que, quizás la visita de Bonnie lo animaría un poco.

-Quien quiera que sea. Que se largue. -murmuró el moreno dentro de una bola de sábanas y almohadas.

-¿Incluso si es Bonnie?

Zayn salió de el enorme bulto y miró a su madre. De una manera triste y vacía. 

La mentira se lo estaba comiendo vivo, él no podía seguir con el dolor de seguir engañando a su amiga. Haciéndose creer a sí mismo que algún día podría olvidarla detrás de un disfraz de mujer. Pero era imposible, era imposible no amarla. Era imposible no amar esa sonrisa tan sincera. Esa mirada tan dulce. Todo en esa chica era perfecto, tendrías que estar ciego para no fijarte en que ella era simplemente única.


-Busca a Verónica.

-Mamá, no sé si pueda seguir con esto. -un nudo se formó en su garganta al decir aquello.

-Te lo dijimos desde un principio, Zayn. Las mentiras son así, primero son pequeñas e inofensivas, pero luego ya después no puedes controlarlas y se hacen más grandes... tan grandes que incluso llegan a matarte.


Zayn solo asintió. 

Era verdad, todo era malditamente cierto; ya no podía controlar esa mentira. Todo se le estaba yendo de las manos, a medida que el tiempo pasaba, él se había enamorado mucho más de Bonnie -si es que eso era posible- Y ésta, se estaba encariñando mucho con Verónica. La veía como una amiga, y quizás, como una hermana. Quince minutos después, el chico ya traía puesto su típico disfraz. 

No hizo mucho esfuerzo en maquillarse, si bien parecía una mujer, las enormes pestañas postizas y el labial rojo que Verónica solía usar no hacían presente esta vez.

-Dile que pase.

-¿Le dirás la verdad?

-Si le digo, me va a odiar para siempre.

La mujer de cabello oscuro se acercó a su hijo y lo abrazó fuertemente. A pesar de vestirse de mujer, a pesar de ser un mentiroso, y pesar de ser un esclavo de su propio amor, Trisha lo amaba. 

Lo amaba con todo corazón, desde aquel doce de Enero de 1993, cuando escuchó los llantos provenientes de un dulce e indefenso bebe de hermosos ojos miel salir de su vientre. Desde ese momento en el hospital, ella había prometido apoyarlo siempre. No podía estar más orgullosa de su hijo, y jamás podría demostrar lo mucho que él había cambiado la vida de la mujer.

Era tan simple como el amor de cualquier madre a su hijo.


-Eres muy fuerte, Zayn.

-Te quiero, mamá. Gracias por apoyarme, en todo.

Después de ese conmovedor momento, Trisha dejó pasar a una chica alta de cabellos oscuros y ojos avellana ligeramente verdosos. Y una enorme sonrisa como usualmente acostumbraba tener. Ese era el mejor accesorio en cualquier chica, su sonrisa.

-Hola, Verónica -saludó, al mismo tiempo en que inspeccionaba todo el lugar- Vaya, así que, ¿duermes aquí?

Zayn aclaró su voz para así hacerla un poco más aguda. Siempre le fue difícil conseguirlo puesto que su voz era grave, muy grave. Aún así,Bonnie era lo suficiente crédula como para creer fácilmente.

Enamorando a Verónica → zaynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora