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La vida de Gustabo jamás fue fácil. Desde que tenía memoria era mental y físicamente abusado por quien se hacía llamar su madre... vivió una tortura durante años, aguantando golpes, insultos y manipulaciónes.
O eso fue hasta que con sus 17 cortos años decidió que él acababa con esa situación o eso acabaría con él.
M.- ¡Gustabo! Ven aquí niñato de mierda-. Oyó el "dulce" grito de su madre y sabía lo que le esperaba.
Subió rápido las escaleras para llegar al lugar de donde provino el grito, pues sabía que si tardaba de más seria peor.
G.- ¿Qué pasó, mamá?-. Su voz sonaba débil, tenía miedo.
M.- Ya te he dicho que no me digas "mamá"-. Lo último lo dijo en tono de burla, viendo a su hijo asentir con una mueca.- ¿Por qué aún hay mercancía de ayer? ¿Acaso no vendiste todo?.
Poco a poco se acercaba con un cinturón en mano hacia el tembloroso chico.
Gustabo negó al borde de las lágrimas e intento aclarar la situación.
G.- N-no pude, pero escúchame por favor-. Su madre no lo dejo continuar.
Elevo su mano y le dio el primer golpe haciendo caer al rubio contra el suelo. Gustabo gateo contra una pared y se hizo bolita intentando protegerse un poco.
Aún asi los gritos eran audibles, le dolía sentir la hebilla del cinturón de cuero impactando contra su delicada piel. Podía sentir su espalda y brazos ardiendo debido al escozor. Afortunadamente hoy no lo golpeó tanto como otros días.
M.- ¡Vete ahora! Más te vale que vendas todo hoy gilipollas, si no me voy a encargar de venderte con los de la mafia y serás la puta del jefe-. Su voz sonaba tan gélida que aterraba.
El menor lo único que atino a hacer es asentir desesperadamente y correr hacia afuera con su mochila en mano.
Le dolía cada roce que tenía la camiseta contra su piel pero debía continuar. Sabía que esa amenaza iba totalmente enserió.
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