UN ANNIVERSAIRE INOUBLIABLE (Kooktae)

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Finalmente había llegado el día, nuestro quinto aniversario sería mañana y la emoción ya no la puedo contener.

Le tengo algunas sorpresas a Tae, y en serio quiero que todo sea perfecto, ansío que lo que tengo preparado le guste.

He estado trabajando en una canción, pero la verdad no la pude acabar a tiempo, aún así me encantaría que la escuchara, cuando estemos solos se la voy a enseñar.

Lo voy a llevar a la playa, quiero que mañana pasemos todo el día allá, hace mucho tiempo que no vamos, el trabajo y sus clases de artes no nos dejan el tiempo, pero yo espero que mañana todo eso sea olvidado, aunque sea por unos días, pero le quiero dar el descanso que sé que se merece.

No tengo planeado que es lo que haríamos allá, pero el punto es estar solos y pasar un buen día juntos, como cada año.

Salí de mis pensamientos cuando escuché la puerta abrirse.

—Hola, Kookie —dijo cuando entró al carro, dándome un beso en la mejilla.

—Hola, Taetae, ¿Cómo te fue en tu clase hoy?

—De la chingada —dijo soltando un suspiro —. Uno va preparadísimo con todos su materiales y bien estudiado con todo y desvela y ¡no! que al profe se le olvida que teníamos examen y ya no nos puso nada, ¿puedes creerlo?, aish ¡lo odio! ya no vuelvo a estudiar.

Hizo un puchero y me pegó en la pierna cuando yo me empecé a reír de su historia —Que suerte la mía que me gradué hace años, dejaste todas tus cosas, ¿verdad?

—Sí, me dio flojera cargar todo de vuelta y lo deje en el salón, el lunes voy a pasar por ellas.

—Está bien, yo te acompaño a cargarlas, en fin, ¿trajiste lo que te dije, o vamos a tu casa?

—Uy, vamos a mi casa que con todo el ajetreo de la mañana se me olvido —decía encendiendo el radio.

—Claro, joven, para haya vamos —dije en tono de broma.

Pasó media hora antes de que llegáramos a la casa de Tae, tiempo donde él se dedicó a contarme cuánto odia a su profesor y de cómo casi llora por que no le preguntaron lo que él había estudiado y que ahora tenía sueño, cosas de las que yo me estaba riendo, más, sin embargo en cuanto llegaba un semáforo le daba muchos besos para que se le bajara el enojo.

Cuando llegamos, él rápidamente se bajó del carro y corrió hacia su casa, se metió durante unos minutos y después volvió a salir con una bolsa café en su hombro y con una muda de ropa diferente a la que traía antes, ahora más relajada; era un playera de botones de cuello en "v", un pantalón de salir y una sandalias, todo de color negro, y como siempre, se veía hermoso.

—Listo, ya nos podemos ir —dijo ya estando en el carro nuevamente.

—¿Seguro?, ¿no olvidas nada?

—En lo absoluto, ya lo tengo todo aquí, y mi mochila con ropa la metí en tu cajuela en la mañana —decía Tae con una enorme sonrisa en su rostro.

—Perfecto, entonces, todos tus aparatos electrónicos ponlos aquí —dije extendiendo una canasta con mi celular y audífonos ya dentro.

—¿Qué?, ¿por qué? —dijo cambiando su cara a una de total espanto.

—Porque, mi querido tigre, quiero que estemos sólo los dos, no internet, no ciudad, no trabajos, no nada —decía quitándole lentamente el teléfono de sus manos.

—Pero si se trata de descansar y celebrar nuestro aniversario, no de secuestrarme —dijo, y luego yo reí.

—No te estoy secuestrando, es sólo que a veces el celular roba mucha atención, y en estos días te quiero sólo para mí —le susurré cerca del oído para después robarle un dulce beso de sus labios.