3

1.1K 79 8
                                    

Era la quinta noche seguida que su
esposa llegaba tarde. Se había vuelto una
costumbre que luego de que el llegara
del trabajo ella se vistiera de esa forma
provocadora y sexy, se vestia delante de él,
como si quisiera mostrarle lo bien formada
que estaba o lo increiblemente caliente
que lo podía poner, solo viéndola ponerse
unas medias de seda. Desde que había
cancelado su encuentro con Monique hace
cinco días, no la había visto más, y es que
no se le antojaba estar con otra que no fuera
su esposa. Cada vez que cerraba los ojos
podía imaginarla desnuda, debajo de su
cuerpo, jadeando por aire y rogándole que
le diera más, más fuerte, más profundo, la
imagen hacia que su entrepierna doliera,
poniéndose tan dura como nunca antes. No
podía sacársela de la cabeza.
Había procurado llegar temprano a la casa
con alguna vaga excusa, pero siempre era
lo mismo, ahora ella ni siquiera le prepara
la cena, solo le repetía las mismas palabras
antes de irse "pide algo para cenar" no
tenía ni idea de cuantas veces le había
dicho él mismo esas palabras a ella, pero
se dio cuenta de que después de tres veces
comenzaban a sonar diferentes y se sentían
diferentes.
Se quitó el saco y la corbata de camino a
la alcoba, pensaba invitarla a cenar y que
así pudieran pasar tiempo juntos. Todas las
palabras que iba a decirle murieron en su
boca. Ella estaba de espaldas a él, ya estaba completamente arreglada pero eso no le
evito la erección eque se formaba en sus
pantalones cuando la veía vestirse delante
de él, al contrario. Ella estaba increíble
mente caliente con esa ropa, no pudo evitar
que sus ojos la recorrieran completa. Desde
los pies hasta las rodillas envueltas en unas
botas de cuero blanco con tacón aguja, hasta
las hermosas piernas solo medio cubiertas
por una diminuta falda blanca, hasta la
espalda totalmente descubierta por esa
seductora blusa rosa y terminando en su
pelo totalmente liso y libre bailando aquí y
allá entre sus pechos.
Ella giro dejándole ver que el escote de su
espalda no era el único, había un espacio en
blanco que dejaba ver la piel de Mikasa entre sus pechos y además, por lo que pudo ver, no llevaba sostén.
Estaba hablándole, tal vez
le decía la misma excusa de cada noche, que
pidiera comida y no la esperará temprano.
Frustrado e irritado porque su mujer había
salido de nuevo y él se había quedado como
pelele, mirándola sin decir nada, tomo su
teléfono celular y marco a Monique. Si su
esposa podía salir y llegar a la hora que le
diera la gana, él también podía.

Una hora después, tocaba la puerta del
apartamento, de su rubia colega. Nunca
había ido alli, ya que le parecía demasiado
íntimo y lo que compartía con ella era solo
sexo, nada importante y sin compromisos.
Pero ella lo invito a cenar y no pudo
negarse. Monique abrió la puerta con un conjunto de chaqueta y falda formales rojo,
era profesional pero de alguna forma se
encargaba de mostrarse sexy y cautivadora.
-Pasa, la comida estará lista dentro de
poco. - Eren dio un paso dentro del
departamento y en cuanto fijo su atención
en el vestíbulo, supo que era un error haber
ido. Había fotos familiares y de Monique por
toda la pared, llegaron a la sala y lo recibió
un ambiente cálidoy acogedor. Eso no era lo
que quería, él no buscaba eso en Monique,
quería pasión y sexo, de modo que apenas
se dio la vuelta y la vio tan cerca, la tomo
en sus brazos y la beso. El beso era brusco y
demandante, pero ella jamás se le resistió,
por el contrario, le devolvió todo lo que élle
daba.
La empujo al sofá y se acostó apoyando todo
su cuerpo sobre ella. Monique no perdió
el tiempo y comenzó a deslizarle el saco
beige, que se había colocado a cambio del de
traje, de los brazos. Cuando el saco termino
en el piso, Eren la hizo sentarse, para
quitarle el de ella, que cayó con la blusa y
el sujetador al piso, se detuvo un instante a
admirarla y toda la excitación que recorria
su cuerpo murió inmediatamente. Sus
pechos eran grandes y generosos, había
pasado horas, jugando divertido con ellos,
lamiendo y chupando, hasta que ella le
rogaba por mas placer, pero ahora que los
veia, le parecian simples, solo un par de
pechos, en una mujer cualquiera, que no era
Su esposa.
Y cuando la imagen de Mikasa paso por su
mente, se dio cuenta de que ya no quería
estar con Monique, que ya no le interesaba.

-Te pasa algo malo, Eren ?- éllevanto
su cabeza y la vio a los ojos, eran azules
preciosos, no los negros grisáceos que
observo por los últimos ocho años. La
extraña punzada que sintió en el pecho, lo
hizo saltar del sofá.

-No, lo siento. Me olvide que tenía que hacer
algo. Tengo que irme. - mientras recogía su
saco del suelo, se dio cuenta de que todo lo
que habia dicho, había sonado a excusa y
mentira barata, pero la verdad, no quería
estar más alli. Salió por la puerta, dejando a
la rubia en toples mirándolo desconcertada,
seguro que pensaba que se había vuelto
loco, lo que era probable, ya que había
dejado a una mujer hermosa, medio desnuda
y totalmente dispuesta, sola.
Comenzó a conducir sin rumbo. La extraña
forma, en que su cuerpo se había apagado
con  Monique y el hecho de que su esposa,
no estuviera en casa, lo llevaron a un bar
a las afueras de la cuidad. El no bebía y
ciertamente no le gustaba, pero muchas
veces escucho a sus compañeros de trabajo
decir que ayudaba a olvidar las penas y en
eso momento, lo que más quería, era olvidar,
porque no entendía nada, y el sentimiento
no era nada agradable.

Infidel [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora