Era de mañana, ¿quién no odiaba la mañana de un lunes? Me levanté por el ruido que mamá hacía en la cocina, mi papá estaba a punto de irse a trabajar y mi mamá no era la excepción, intentaba no acércame para allá cuando ellos estaban, sabía que era ocasionar más problemas, la música de mi hermano era el segundo ruido que interrumpía la armonía del silencio, de todas formas, aunque su música parecía puro ruido sin sentido, era mucho mejor que estar escuchando los gritos y reclamos de mis papás. Sebastián, mi hermano, me cocinaba antes de irme a la escuela, él también estudiaba, pero iba por la tarde, no era el mejor de su clase, ni se destacaba por hacer algo con excelencia, pero era mi hermano, y a mí, cualquier cosa que hiciera, parecía que por más práctica que tuviera, nunca llegaría a ser como él, lo admiraba. Era más alto que yo, tal vez sea por la diferencia de edad… él ya iba a la universidad y yo apenas cruzaba primaria, él tenía los ojos acaramelados y yo los tenía color negro, mi hermano tenía su cabello suave y ondulado y ese café claro le quedaba bien, yo, lo tenía del mismo color pero está dañado y liso, liso, mi hermano era apuesto, confiado, amable, sé que cualquier chica, que valga la pena, se enamoraría de él.
Mi rutina es cambiarme, y esperar sentado en mi cama destendida a que mis papás se fueran, mi hermano sabía exactamente cuándo es que lo hacían y yo solo me quedaba esperando a que él entrara por esa puerta que estaba frente a mí, lo único que me gustaba de ir a la escuela es antes de entrar, porque era donde compartía más tiempo con mi hermano, mis papás casi nunca están con nosotros, pero Sebastián hace que eso ya no sea de importancia, él es papá y mamá, él son todos los amigos ausentes cuando estoy en receso, él son todos los héroes a los que admiro, él es todo, y mi hermano.
—¿Listo? —decía Sebastián con su voz gruesa y con una sonrisa, mientras se descargaba en el marco de la puerta
—No sé… —lo miré pensativo y se río
—Ven y nos hacemos un cereal y nos vamos, porque se te hace tarde.
Asentí como si fuera la único que podía hacer, fui detrás de él, hacia la cocina, mientras me sentaba el sacó lo necesario y comenzamos a desayunar, mi hermano me platicaba lo que haría ese día desde que llegara a la universidad hasta que se fuera a la cama, esa platica se alargó hasta estar en su auto, que no era por presumir, pero se lo compró con sus ahorros de fin de año, encendió el auto y se puso en marcha, se quedó callado en el camino para poder presenciar todo con más detalle y que no pasara nada, y no me molestaba, era algo que disfrutaba, veía las cosas pasar a una velocidad tan rápida que te fascinaba el hecho de que tú no sientas esa velocidad dentro del carro, personas corriendo con sus perros, personas arreglando sus puestos de comida, personas caminando, hablando, calladas, sonrientes, Sebastián no dejaba que bajara las ventanas, pero sabía que el olor que estaba allá afuera era tranquilizante y fresco, la brisa fría que sobraba de las tantas horas de la noche. Nunca me ha gustado la escuela, con mi hermano puedo sonreír, reír, hablar, pero parece que mis compañeros de clase odian que haga eso, no muestro un gesto amable porque ellos no me lo dan y me he acostumbrado tanto a que rechacen mi sonrisa que solo me queda mostrar indiferencia. Me quedo solo en receso, viendo el patio lleno de niños corriendo y moviéndose por todos lados, tal vez me estresa un poco eso, pero no puedo encerrarme en el salón de clases porque está prohibido, entonces, solo saco una libreta, que, por cierto, mi hermano me lo regaló en mi cumpleaños 9, y me pongo a dibujar aquello que se tope con mi vista.
Era tan fácil estar tan tranquilo y que de repente pase lo inesperado, así fue como sentimos el golpe del lado donde estaba mi hermano, él no tuvo la culpa, tan solo recuerdo cómo es que todo se cernió en un silencio tan profundo que provoca un pitido molesto en tus oídos, el humo, producto del choque y el sonido después del silencio lleno de personas expectantes ante lo sucedido, mi hermano lleno de sangre, de tal forma que pensaba que tal vez yo podría estar igual, todo se oscurecía y no volví a ver nada. Parecía una novela dramática, y cuanto hubiera deseado que fuera así porque sabía que, si era una novela, tenía que ser actuado, y si fuese así, en este momento, las cámaras se apagarían con un “corte” y los personajes dejarían de llorar y mi hermano se levantaría orgulloso de la gran escena dramática que pudo ser solo eso, una escena.
◇
Me levanté con una luz blanca demasiado fuerte, el olor a medicamentos y látex inundaron mis fosas nasales, me quedó despejar mis ojos para poder ver mejor, los rostros de mis papás fue lo primero que pude ver con claridad, mi mamá hinchada de tanto llorar y mi papá lleno de ganas de poder hacer lo mismo.
A pesar de que no lo sabía, sentía que, en ese momento, lo perdí todo, hasta las ganas de seguir levantándome cada mañana.
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Especial
Mystery / ThrillerDavid es un chico preparatoriano amargado que a los 9 años tuvo un grave accidente donde no solo perdió a su hermano, su mejor amigo, sino que también lo paralizó de por vida y con un trauma que no lo deja hablar, su vida tranquila y aburrida cambia...