4. ¿Por qué me gusta él?

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Vi con una sonrisa la linda escena que Tokio y Denver formaban, abrazados como en una película cliché. Instintivamente mi mirada cayó en Palermo quien hacía lo mismo, cuando nuestras miradas se encontraron no pude evitar sonreír, mi gesto fue correspondido con cierta dulzura, dulzura que desapareció en cuanto Denver se acercó al argentino para seguir con los turnos.

Nairobi y yo bajamos con los rehenes, todo estaba bastante tranquilo. Estábamos dando pequeños paseos alrededor de ellos, note como llegaban Palermo y Denver quedándose en el piso de arriba para vigilar, supongo.

-¡Mil leches!- Es obvio quien gritó eso, Gandia.- Dame agua.-Exigió a Nairobi.

-¿Cómo me has llamado?- Sonó extrañada y a la vez indignada.

-Mil leches, pero también puedo llamarte doner kebab, zingara o vendemelones.- Note que la morocha se giraba bastante enfadada, lo cual es normal, pero es obvio que solo intenta hacernos perder la paciencia para que quedemos como agresivos delante de los demás rehenes.

-Creo que no estás en condiciones de hablarnos así, calvito.-Intervení acercándome de a poco al andaluz.- Por si no te has dado cuenta, tú eres un rehén y nosotros tus captores.-Sonreí cínica enseñándole mi arma.

-Pues yo creo que sí zorra, ¿o debería mejor decir Issy?.

Al escuchar ese apodo sentí como se me secaba la boca y el miedo empezaba a apoderarse de mi cuerpo, ¿Cómo puede conocer él el apodo que me puso mi ex mejor amigo? Por unos instantes me quedé completamente quieta delante de Gandia, sentía la necesidad de sacarle información como sea pero ninguno de ellos, de mis amigos, lo aprobará.

Cuando el militar iba a volver a hablar se escucharon dos golpes en la escalera, al girarme vi a Palermo y a Denver, el primero estaba bastante serio, mirando a Gandia con disgusto y, tal vez, algo de sorna. Empezó a venir hacia nosotros, lento, como un depredador yendo hacia su indefensa presa.

-Gandia, ¿Verdad?¿Me parece a mi o siento cierta negatividad en el ambiente? Vibraciones, muy bajas.- Denver le dejó delante de él- Déjanos solos.

-Lo tienes sentadito delante de ti.- Denver habló con molestia por la actitud de Gandia. Al alejarse iba a tomarme del brazo pero me aparté, no iba a separarme de Palermo, por si acaso.

-Huele a azufre.-Olisquea con ironía- No veo muy bien pero, estoy desarrollando otros sentidos- Acarició juguetón la cara del rehén con el bastón- Y mi intuición me dice que usted no nos respeta.

-Es lo que tienen los mamarrachos con careta. Que no dan respeto.- Levante las cejas divertida por las caras que Palermo hacía.

-Un pensamiento muy lógico viniendo de alguien de su escalafón, pero te equivocaste flaco, conmigo. O viste mucha televisión, ¿Pensas que somos Robin Hood? ¿Qué somos adorables peluches con careta de Dalí?

Me fije en la mirada que portaba el argentino, llena de ironía, gracias y tal vez, mínimamente, enfado. Quería creer que estaba así por los insultos que recibimos Nairobi y yo, mejor dicho, se que esta así por eso. Aunque él muchas veces nos insulte sabe que está de nuestro lado y al final, solo los del mismo bando pueden atacarse entre ellos.

-Lo que creo es que eres un hijo de puta, sudaca, tuerto y maricón.-Sentía mi sangre hervir, no es nadie para decirle eso a Palermo.

-Sudaca...-Me alarme al ver su sonrisa y la manera en la que miraba el bastón.- Sudaca si, pero de escuela alemanda, la de Berlin.

Y empezó el espectáculo, Palermo comenzó a utilizar a Gandia de piñata, podía ver lo enfadado que estaba, misma razón por la que no le intente parar, también quiero ver como destroza a Gandia. Mientras me encontraba absorta en el dolor del andaluz Estocolmo y Nairobi intentaban calmar a los rehenes, yo debía hacer eso pero ahora mismo no quiero.

Busan[Palermo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora