➽ parte única.

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El pilar de la roca es ciego de nacimiento.

Jamás ha contemplado el cielo azul invadido de pompones blancos que los envuelve todos los días, o las hojas verdes de la frondosa copa del árbol bajo el que están sentados; mucho menos ha visto la maraña de cabellos blancos que disfruta tanto acariciar, justo como lo está haciendo ahora.

El pilar del viento tiene una debilidad de la que ni él mismo está enterado: disfruta las caricias en su cuero cabelludo.

Lo relajan, hasta el punto de cerrar los ojos y sentir que puede dormir seguro entre los brazos del mayor, como si la enorme ira que lo consumía día a día se hubiera ido muy lejos para ceder su espacio a la tranquilidad.

Ya no recordaba como se sentían las caricias, desde el incidente con su madre no había vuelto a sentir la calidez de una mano ajena hasta entonces. Sin darse cuenta, comenzó a frecuentar a su compañero para recibir más de esos momentos en los que al fin podía sentirse en paz; a Himejima nunca le molestó.

No puede verlo, no podrá verlo nunca, pero escuchaba perfectamente su apacible respiración y su corazón latiendo tranquilo; sentía como su cuerpo entero se relajaba hasta el punto de usar el suyo como único soporte.

Gyomei también extrañaba esta sensación. La última vez que acarició el cabello de alguien fue en ese fatídico día en que los demonios le arrebataron todo y le hicieron ese recordatorio tan desalentador de que todas las emociones son momentáneas, y que la vida decide quitarte o regalarte cosas sin fijarse en la prioridad que se les da a estas ni en el tiempo que duraron o van a durar contigo. La vida puede hacer con nosotros lo que le plazca y así como en este momento podemos estar respirando y dejando que transcurra un día más de nuestras vidas, no sabemos cuando daremos nuestro último suspiro.

Por eso debemos hacer que cada día valga la pena para que a la hora de la verdad no nos sintamos incompletos de ninguna forma.

Ellos eran cazadores de demonios, eran los nueve pilares de toda la organización y su objetivo era acabar con todos los seres malditos que tanto sufrimiento habían traído; no importa a qué costo, cumplirían con su propósito y aunque murieran en el intento, partirían con la garantía de que hicieron todo lo que estuvo en sus manos para aportar a la erradicación de todos los demonios.

La vida como cazador de demonios es un constante sube y baja, aún más si eres un pilar. Vas de misión regularmente sin saber si regresarás con vida; por eso no debes limitarte ni posponer tus demás propósitos y decisiones, debes vivir cada día como si fuera el último.

Una vez Gyomei y Sanemi comprendieron esto, nada más les impidió estar juntos. Estando juntos se sentían bien, se sentían completos, eso era todo lo que importaba.

A sus compañeros no les importaba, si tenían que sincerarse jamás hubieran esperado algo como eso, pero ya tenían los suficientes problemas en sus propias vidas como para estar entrometiéndose en la de los demás, así que nadie se atrevía a tocar el tema cuando se reunían.

Kagaya sabía lo que ocurría incluso antes que los mismos Himejima y Shinazugawa, comenzó a asignarles misiones conjuntas con moderada frecuencia. Cada vez faltaba menos para la gran batalla decisiva, y al intuir que muchos de sus queridos hijos irían a acompañar a Kyojuro en el más allá, haría lo que estuviera a su alcance para que, cuando menos, unas cuantas de sus predicciones se cumplan.

Aunque está claro que todo lo demás fue causado por ambos pilares, él solo les dió el empujón que creía que necesitaban.

―¿Viste cómo se largó sin siquiera voltear a vernos? ―pregunta el albino mientras sujeta el brazo del mayor para mantenerlo sobre su cabeza; no se dió cuenta de la incoherencia en su interrogante: era obvio que no lo vió.

―Ujum ―Aún así, Gyomei no destaca su equivocación y solo responde a su pregunta con un asentimiento.

―Es un maldito egocéntrico, me irrita tanto ―continúa con su queja de cómo Tomioka los había tratado a todos en la reunión de pilares.

―No creo que Tomioka sea un egocéntrico ―opina después de haber escuchado atentamente a su compañero.

―¿Lo dices enserio? siempre actúa como si fuera distinto a nosotros y me cabrea la forma en la que nos mira.

―Él siempre ha sido de pocas palabras, quizás sólo se sienta incómodo.

―¿Incómodo de qué? ¡si tanto le molestamos no debió unirse a los pilares entonces! ¡no es como si nos agradara mucho convivir pero tenemos que hacerlo por lo menos cada seis meses!

―Shinazugawa ―Afirma su agarre solo un poco―, todos somos diferentes, tendrá razones para ser como es. No te mortifiques por eso.

―No lo soporto, para lo único que es bueno es para los enfrentamientos... pero supongo que él ya no importa ―Cede, muy a su manera―. No te he preguntado cómo te fue a ti, solo me he quejado de ese imbécil durante todo el rato, lo siento ―Se disculpa como raras veces lo hace.

―Está bien, sabes que no me molesta escucharte y hablar de lo que a ti te interese ―Lo tranquiliza―. De todos modos, no es como si tuviera algo interesante que contar, fue solo otro día más con los muchachos que van a entrenar conmigo... muchos abandonaron.

―No me sorprende, no cualquier idiota puede convertirse en pilar. Deben tener una enorme fortaleza y si no aguantan todos los entrenamientos entonces solo nos hacen perder el tiempo ―Chasquea la lengua―, malditos mocosos.

―Al menos, cinco pudieron avanzar, es algo bueno ―Sonríe―. Necesitaremos todo el apoyo posible.

―Y que lo digas, más les vale no cagarla, nos hacen falta más pilares y de nada nos sirve que se nos unan un montón de debiluchos solo para ocupar el título, necesitamos personas que sean capaces de hacerle frente al maldito de Muzan... no habrán más oportunidades como esta, es nuestro deber ganar.

―Lo haremos ―contesta muy seguro―, vamos a ganar, no importa qué nos cueste.

Habían perdido ya muchas cosas, perder unas cuantas más no haría la diferencia. Entre esas, la vida.

No sintieron la necesidad de intercambiar más palabras; varias veces ocurría y lejos de sentirse incómodos al respecto... disfrutaban de esos ratos de serenidad en donde solo les bastaba la compañía del otro y un árbol de copa frondosa bajo el cual sentarse.

El pilar de la roca es ciego de nacimiento.

No necesita ver absolutamente nada para saber que está en el mejor de los escenarios.

Con el cielo azul y sus pompones blancos de espectadores; sentado bajo un árbol de copa frondosa; acariciando la maraña de cabellos blancos que eran tan suaves al tacto.

Podría morir enfrentándose al rey de los demonios; no se arrepentía de ninguna de sus decisiones. Estar con el pilar del viento es una de las mejores que ha tomado en su vida.

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Quise que fuera un drabble pero terminé haciendo un one de más de mil palabras :( ay, bueno, en fin... espero les haya gustado mi primer aporte al fandom ^^ ¡nos vemos en otra historia! 💕

─ DYessiRA (yessi).

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