En los siglos XVII, era una desgracia y sufrimiento ser un omega varón. Aquellos seres sublimes y encantadores eran considerados de una clase inferior por las leyes que en ese tiempo existían.
Los varones que se presentaban como omega sufrían el co...
Un Omega corría con toda la poca fuerza que aún le quedaba. No podía más pero... No podía parar, no debía parar. Él le dijo que lo encontraría. Lo prometió.
Solo necesitaba... Solo necesitaba encontrar aquel árbol y esconderse. Sí, él llegaría ahí y lo protegería de ellos. Con esa idea en mente, el hermoso omega corrío aún más rápido, motivado por aquel pensamiento de estar junto a su alfa nuevamente. No sabía muy bien a donde se dirigía, no podía reconocer donde estaba. Todo estaba oscuro, jodidamente oscuro. Pero no podía dejar de correr, ellos lo encontrarán y sería su fin. No quería eso. Quería a su alfa...
Por favor, solo a su alfa.
El Omega sentía una presión grande en su pecho, sabía que se debía al lazo que compartía con su alfa, pero tenía miedo. Sentía la angustia de su alfa como la suya misma. Quería tirarse al frío suelo y llorar, llorar y pedir por su alfa. Estaba cansado de correr, ya no podía más, pero tenía que resistir.
"El árbol de cerezos, dónde está el maldito árbol" pensaba el lindo Omega mientras seguía corriendo y mirando a su alrededor, tratando de reconocer donde estaba.
De pronto algo lo agarro duramente de su cabello y lo tiró duramente al suelo. El Omega con su visión borrosa por el gran golpe que recibió su cabeza al chocar contra el suelo solo alcanzó ver a un hombre que le decía con una sonrisa macabra..
Te encontré.
Y luego, todo se volvió oscuro. Perdoname alfa. Perdoname.
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"Y si algún día nos separamos, te esperaré cada día de mi vida en el árbol de cerezo donde nos enamoramos" - Day
