Prólogo

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Kyle mira su reloj por tercera vez en diez minutos, deseando que el tiempo pase más rápido, que la espera por que las clases termine se acabe y pueda huir del aula con sus amigos. Ya tiene un excelente plan para ese inicio de verano, Clyde y Craig se encargaron de organizar una excelente fiesta que daría comienzo a lo que ellos esperaban fuera un gran verano. A comparación de los últimos que simplemente han sido... aburridos.

Quizás eso se deba a la falta de cierta persona de cual no sabe nada, había dejado un hueco en South Park, uno enorme. Las situaciones bizarras se fueron con él y el aburrimiento se volvió parte de la vida de cada uno de sus amigos.

No quiere pensar en eso.

Faltando alrededor de cinco minutos, mira por la ventana que está a su lado derecho, sorprendiéndose al encontrar a Craig y Stan pegados a la ventana, haciendo muecas y riendo a carcajadas. A esos hijos de perras les han dado chance de salir antes de su ultima clase. Malditas sean las clases avanzadas que su madre les hizo tomar ese semestre. Pero definitivamente no dejará que esa mujer le arruine su último año de preparatorio, el próximo semestre no permitirá que lo fuerce a tomar ni una sola mierda extra.

Golpeó con sus dedos el escritorio, marcando cada segundo a la par de las manecillas del reloj, sin ser capaz de siquiera escuchar a ese profesor que no ha dejado de enseñar hasta el último maldito segundo.

Y antes de darse cuenta, la campana sonó con intensidad, arrancando un sonido de satisfacción de todos los alumnos que están en el aula.

Se levantó inmediatamente de su asiento, lanzando la mochila sobre su hombro, mandando al carajo la hoja y el lápiz con el que había estado haciendo garabatos. No se molestó en dirigirle la palabra al profesor, así como no se molestó en ir hacia la puerta, en cambio, corrió hasta la ventana, la abrió hasta donde podía y salió por ahí.

—¡Broflovski, esa no es la puerta!

—¡Jódase, espero no verlo el próximo semestre! —exclamó, levantando su dedo medio en dirección al hombre, para después azotar la ventana sin preocuparse en lo más mínimo.

Ahí estaban sus amigos de prácticamente todo su vida, además de Stan y Craig, otros varones se habían reunido ahí. Token, Butters y Jimmy. También estaban Wendy, Heidi y Bebe. Sonrió de par en par.

—Mierda, eres el único que nos falta para ir a comprar el resto de la cosas. ¿En serio les estaba dando clases? —preguntó Wendy, cruzando sus brazos sobre su pecho.

—Hasta el último segundo —bufó, pasándose una mano por el cabello—. ¿Los demás? ¿Y Kenny?

—No llegó hoy.

—Me dijo que tenía cosas que hacer, pero que nos verá en la noche —respondió Stan.

Kyle giró los ojos, Kenny haciéndose el misterioso no es algo nuevo.

—Al carajo, ¡vámonos! Hay cosas que hacer.

Hará lo posible por hacer que ese verano sea realmente memorable, aún sin la presencia de aquel niño gordo que no hacia más que joderle la vida.

~

La música a todo volumen de los audífonos y el ruido silencioso, pero presente ruido que emite el motor del auto de su madre lo tienen atrapado en su cabeza, alejado de sus pensamientos mientras mira cambiar el paisaje que pasa a gran velocidad. No tiene nada que decir, de hecho, no ha dicho demasiado desde que dejaron la casa en la que ha vivido los últimos siete años en San Francisco, California.

Lo único que hizo fue sentir como su cuerpo se vuelve ligero, como el peso sobre sus hombros desaparece y aquello que lo atormentaba cada que cerraba los ojos simplemente se va. Cada kilometro lejos de California ha logrado relajarlo a tal punto que logró dejar su mente en blanco por un buen rato.

Entre más se acercaba a su destino, una sensación de cosquilleo en el estómago comenzó a invadirlo. Reconoce que son nervios, debido a lo lejos que ha estado de su hogar en tanto tiempo.

Cuando miró la nieve y el paisaje conocido, apagó la música y se quitó los audífonos, apoyando su rostro sobre su mano derecha, sin dejar de observar.

A su mente llegó el recuerdo de cada uno de sus amigos y compañeros cercanos. ¿Qué dirían al verlo de vuelta? Puede imaginarse al grupo de niños que dejó atrás convertidos en adolescentes, mirándolo sorprendidos por su inesperado regreso.

La cara que pondrá K...

—¿Todo bien, pastelito? —la dulce voz de su madre captó su atención, además de un pequeño toque sobre su hombro.

No habló hasta que sus ojos pudieron divisar el característico letrero que daba anuncio a la llegada a ese pequeño pueblo en Colorado.

Suspiró contra el cristal, causando que se empañara por tan solo un par de segundos.

—Todo bien, má. —Se encogió sobre su asiento, frotando sus manos en su pantalón de mezclilla—. Todo genial.

Por fin está de regreso en casa.


El mismo de siempre | KymanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora