Las puertas imperiales de la Ciudad Prohibida de Yiling se elevaban altas y negras como la noche, construidas con los huesos carbonizados de los enemigos del Patriarca de Yiling en una época en la que aún existían. Los cuervos se alinearon dispersos a lo largo de los parapetos, sus graznidos resonaron en el silencio sombrío de los túmulos funerarios.
Jiang Cheng miró hacia la bandera roja de la secta YilingWei, que ondeaba en el viento que golpeaba las puertas. Exhaló e hizo un gesto a sus discípulos para que lo siguieran.
La procesión era tan sombría como un funeral, solo se podía escuchar el golpeteo de los pasos de su caballo, el crujido de los fragmentos de hueso debajo de las ruedas de su carreta cuando cruzaron las puertas de Yiling.
La ciudad había crecido desde la última vez que vino Jiang Cheng. Había más edificios, más casas, más personas que ahora también vivían entre los cadáveres ambulantes. Muchos buscaron el camino del cultivo demoníaco y vinieron a esta ciudad para ser aprendices del Patriarca Yiling, más de ellos en estos días que los que se unieron a cualquier otra secta. Vinieron con la esperanza de poder y riquezas, solo para descubrir que quedarse en la Ciudad Prohibida de Yiling significaba vivir con los muertos vivientes. Había tantos cadáveres como los que aún estaban vivos, que trabajaban juntos, que estaban gobernados por el Patriarca Yiling.
La gente caminaba por las calles, corriendo de un lado a otro, entrando y saliendo de los edificios. Algunos conducían carretas tiradas por caballos esqueléticos, otros sacaban talismanes de sangre para venderlos en sus puestos callejeros, y otros vendían vainas de loto inertes y cadáveres de faisanes desplumados rodeados de moscas negras. Había chicas bonitas de pie frente a los burdeles que mostraban demasiado los dientes, haciendo ojos en su procesión, riendo demasiado y con un tono demasiado alto.
Caminando entre rostros pálidos y ojos hundidos, Jiang Cheng pensó que en estos días, era más difícil saber quién vivía y quién estaba muerto.
Algunas cabezas se levantaron cuando la procesión de la Secta YunmengJiang pasó por la ciudad, pero nadie los detuvo mientras cabalgaban hacia el palacio del Patriarca Yiling. Solo entonces un par de guardias los detuvieron y Jiang Cheng desmontó.
—Estoy aquí para rendir homenaje—, dijo.
Los guardias, vestidos con las túnicas negras de la Secta YilingWei, asintieron. Uno de ellos habló. —El Patriarca Yiling te está esperando—, dijo. Así que éste estaba vivo.
Jiang Cheng indicó a los discípulos que conducían el carro a través de la puerta y entró él mismo.
Había cuarenta escalones que conducían a la sala del trono del Patriarca Yiling. Se armó de valor mientras caminaba esos pasos, su corazón se hundió más con cada paso.
Podía escuchar el timbre familiar de su voz antes de que Jiang Cheng lo viera. Cuando llegó a la vista de la sala del trono, vio al hombre al que una vez llamó su hermano sentado en un gran trono blanco hecho de hueso humano, con ambas piernas apoyadas en un brazo de la silla y su espalda apoyada asia atras con el otro brazo como si estuviera descansando en una casa de té. Estaba pálido, su cabello oscuro caía en ondas sobre sus hombros, y sonreía al hombre que estaba a su lado.
—Lan Zhan, aliméntame—, arrulló Wei Wuxian y abrió la boca.
El hombre que estaba a su lado fue una vez el Segundo Jade Lan, Hanguang-Jun, el Señor portador de la Luz. El tiempo no había hecho nada para borrar esa belleza fría, el pelo largo y negro, el rostro aristocrático, las venas negras que corrían por su cuello ahora, los labios sin sangre, esos ojos pálidos e inexpresivos que miraban a la nada.

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ᴄɪᴇʟᴏ ᴀᴢᴜʟ ᴘᴏʀ sɪᴇᴍᴘʀᴇ |ʷᵃⁿᵍˣⁱᵃⁿ✅
ФанфикTwo Shot 1ra historia: Se suponía que Lan Wangji nunca moriría. Trece años después, el Patriarca Yiling gobierna el mundo con su guardaespaldas cadavérico. 2da historia: Trece años después, Lan Wangji se despierta. [TRADUCCION] Esta historia est...