#10 corazon con bigotes

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Sophie

Mis lágrimas empezaron a caer de nuevo, la voz me temblaba, veía borroso, y algo dentro de mi esperaba que sólo fuera una broma pesada de mi madre. Aun que no fue así. Ella en la otra línea también lloraba su voz intentaba sonar confiada e intentaba mantener la calma para que no me preocupara más, pero ella era muy transparente.

-Sí?-

-Hola cariño- su voz sonaba temblorosa, solo la escuchaba así cuando lloraba.

Apreté más el teléfono con mi mano y tragué saliva soltando un pequeño hilo de voz

-Mamá, que ocurre?- El corazón me iba cada vez más rápido y tenía miedo de lo que pudiera decir.

El silencio se apoderó de ella unos segundos, segundos en los que solo se escuchaba como intentaba no llorar, segundos en los que un nudo en su garganta era evidente que no la dejaba hablar

-Cariño, lo siento mucho... Lo siento mucho- Su voz se terminó de quebrar por completo, y empezaba a perder la calma -¡Lo siento de verdad!....-Ella lloraba como pocas veces lo había hecho, y los ojos me empezaron a arder. Solo de escuchar a mi madre así me decía que iba a ser algo duro para mí, ella era una mujer fuerte y no lloraba por cualquier cosa, solo lo hacía cuando yo me vería afectada.

-Mamá no te alteres, dime qué a pasado- mi voz sonaba muy asustada y débil, ya que en verdad no quería saberlo, me daba miedo saber lo que sucedía

-Katie está en el veterinario...- Un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo y un último soplido salió antes de que mi primera lágrima saliera al exterior- Cariño... Le han encontrado...- Ella resopló como si le costase decírmelo, como si aquello que fuera a pronunciar me rompiera en pedazos

- Le han encontrado un tumor, amor, le queda muy poco tiempo de vida-

El mundo se me congelo

Katie... Cariño, no por favor

No me hagas esto, no te vayas, no me dejes sola Katie...

Mis ojos se cerraron instantáneamente intentando contener las lágrimas. Ahora era yo quien tenía un nudo en la garganta.

Katie por favor, llevas muchos años conmigo, no me dejes, eres fuerte por favor, eres mi mejor amiga... No puedes.

Que sea una puta broma, joder ¡Que sea todo una puta broma!

Ese momento puedo jurar que fue el peor de mi vida, mis ojos estaban rojos ymis labios temblaban.

La llamada se cortó

-Mamá? ¡Mamà!- al darme cuenta de que ya no nos escuchábamos despegué el teléfono de mi oreja con los ojos cerrados sientiendo esa impotencia que se apodera de mi en las peores situaciones. En esas que nunca crees que van a llegar pero cuando menos te lo esperas ahí están, esa impotencia de no poder hacer nada por los seres que quieres, que sabes que vas a perder pero no puedes hacer nada para cambiarlo... absolutamente nada.

Mis mejillas estaban empapadas y el agua salada se colaba entre mis labios.

Mark se encontraba a mi lado -una larga historia- y su ceño se frunció al verme así. Sin dudarlo me envolvió en un abrazo mientras me preguntaba que ocurría, su preocupación por mi era clara.

Aun temblando y sin control alguno de mi llanto le respondí
-Mark...-Suspire profundamente para intentar deshacer el nudo en mi garganta aún que apenas se me entendía -Es Katie-

Al pronunciar esas palabras, su ceño fruncido lo hizo más todavía -¿Tu gata?, ¿Que a ocurrido?- dijo agarrándome de los hombros con ambas manos.

Suspiré mientras miraba al cielo pensando que responder para no volverme a romper.

*

La cabeza ya me daba punzadas del llanto y mis ojos inchados luchaban por mantenerse abiertos.

Observaba como sus finos bigotes se movían cada vez que ella exhalaba aire por la nariz.

Estaba sedada y se mantendría así toda la noche, ya que el dolor no la dejaría dormir.

Yo pose mi dedo índice en su patita. Estaba suave y era muy chiquitita.

Cuando a mi mente vino el recuerdo de la primera vez que la vi una pequeña sonrisa me cruzo los labios mientras otra lágrima se escapaba de mis ojos.

En mi noveno cumpleaños

Mi madre entro en la sala donde nos encontrábamos todos con los sacos de dormir ya preparados para la pijamada de esa noche. Ella llevaba una caja roja de cartón con decoraciones en purpurina plateada y la dejó en el suelo en frente de mí -Abrela- dijo con una gran sonrisa.
Todos los niños hizieron corro a mi alrededor esperando ver lo que había dentro.

Y ahora aquí me encontraba, a la una de la mañana en el veterinario, con ella dormida en la camilla y yo sentada en una silla a su lado con la cara inchada. No pensaba dejarla sola no un momento. Ella nunca me dejo sola a mi, ni si quiera para salir a comprar un simple chocolate al kiosko.

Me quemaba ver aquellas ajugas atravesandole la piel, inyectandole suero en las zonas que le raparon para poder hacerlo

El veterinario me hizo un gran favor al dejar que me quedara, tampoco me hizo falta convencer a mi madre para que me dejara, ella sabía lo mucho que me dolía esto. La sala estaba oscura y totalmente sola, Katie y yo éramos las únicas en el veterinario. Lo único que se escuchaba era la máquina esa que mide lo latidos, eran cortos pitidos pero gracias a ellos sabía que estaba viva y también me aseguraba de que no me dormiría.

Dejé de acariciar su pata y deslice mi mano hasta mi pierna para reposarla. Me quedé embobada mirando sus ojos cerrados, dormida profundamente. Era tan mona mientras dormía... Mis ojos se volvieron a cerrar y mis lágrimas brotaros de nuevo solo de imaginar, que esa cosita dentro de poco no respiraría...Que no estaría con nosotros.

¿Pero porque el mundo es tan cruel? Que deja a personas malas en la existencia y se deshace de los buenos seres, de los que solo traen alegría, los que de verdad te han ayudado y significan algo tan importante.

Supongo que nadie lo sabe.

Supongo que hay que aguantarse porque la vida es putamente jodida. Ella... ¿Sabrá que se está muriendo poco a poco? Se ve tan inocente dormida plácidamente, como si no tuviera preocupaciones cuando está luchando por su pequeña vida. Su pequeña vida hacia gran parte de la mía, y si eso desaparece siempre quedará en mi memoria, en mi corazón, quedará en mi.

Mis labios se entre abrieron

-Katie...- susurraba mientras le acariciaba la oreja, ella seguía con sus ojos cerrados -Gracias- mi voz se rompía tanto que los pedazos ya eran microscopicos- Gracias por todo cariño... Por las risas, por las sonrisas- Eché aire intentando deshacer el nudo de mi estomago- Siempre hechare de menos caundo te tumbabas a mi lado cuando estaba mala con gastroenteritis ¿Te acuerdas?... Mamá siempre me reñia porque dejabas la cama llena de pelos, y lo sigue haciendo- Mis labios formaron una pequeña sonrisa recordando aquello. Me lleve la manga de mi sudadera a los ojos para intentar secar mis lágrimas, pero muchas ya se habían secado en mis mejillas- O cuando te escondiste debajo del sofá y te buscamos durante horas... ¿Como cupiste ahí debajo?- Mi mano dejo de acariciar su oreja y le dio un gentil toquecito en la nariz, muy suave para no despertarla- O hace casi un mes cuando te quedaste con Mark, y bueno ya sabes-

Solté un suspiro profundo envolviendo los brazos en el regazo

-Para mí siempre seguirás viva Katie-

la hoja en blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora