❝CAPÍTULO CUATRO❞

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Se encontraba caminando lentamente hacia los escalones situados frente la escuela, los notaba un poco más altos ya que se encontraba un tanto perezoso ese día. Gracias a su ‘gran productividad’ de el día anterior.

Prosiguió a tras subir las escaleras, llegar a su casillero y tomar un libro que le faltaba para la primera clase.

Sí, había estado intentando no pensar en ello.

No quería desgastar la única neurona que le quedaba en eso, no ahora pues la necesitaba un poco para su próxima clase. Si era el mejor, necesitaba estar presente y colaborar en cada una de las clases en la que se presente. No era obligatorio pero él lo sentía así. ¿Quién lo entendería?

A paso lento, se dirigió al aula de la clase de matemáticas. No le encantaban pero tampoco se le daban mal. Es decir, era uno de los mejores alumnos en ellas también pero no le llamaban mucho la atención los números, prefería mil veces antes las letras.

Abrió la puerta así mostrando un aula escolar desierta, todavía era un poco temprano pero al haber faltado el día anterior, prefería llegar antes que tarde.

Llegó a su pupitre y encontró una nota, seguramente era de alguna de esas admiradoras. Se habrá preocupado. Leyó la nota atentamente y se sonrojó. Oh, se esperaba de todo menos esto. ¡Porque de repente parecía un tomate! Releyó la nota, así aplicando una tenue sonrisa a su visiblemente fatigado rostro.

El pelirrojo tenía algo de trabajo está mañana. Se estuvo quejando con Teru toda la semana por ello. Es por eso que a horas tan tempranas, el portador de gafas anti-espectros estaba despierto a tal hora y en la escuela.

“Hey Teru, Aoi faltó hoy y no tengo nada que hacer en el receso. ¿Me acompañas? No lo mal pienses, obviamente es porque ella no está y tú siempre estás solo. Un poco de compañía no te haría mal. ;)”

Akane parecía que lo utilizaba. Ja, pero se creía que nació ayer. Notó claramente la excusa en sus palabras pues vio a Aoi entrar por la puerta antes que él. Debía mejorar las mentiras el pelirrojo.

Guardó la nota en su bolsillo, esperaba guardarla. Lo tomaría como una burla cuando Akane se enfade con él u algo. O quizás... Quizás lo guardaría porque le gustaba tener algo de el pelirrojo. ¿Quién sabe?

Tras guardar la pequeña nota, miró el reloj situado en una de las cuatro paredes del aula, la que estaba frente a él. Siempre le dió risa que el reloj colgaba de una peculiar forma pues la profesora siempre repetía que era incapaz de mantenerlo estable. Siempre estaba un poco girado hacia la izquierda lo que le daba un toque gracioso a la clase que ningún alumno pasaba por alto.

𝐕𝐀𝐈𝐍𝐈𝐋𝐋𝐀 𝐘 𝐂𝐇𝐎𝐂𝐎𝐋𝐀𝐓𝐄 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora