3. Hogar dulce hogar

756 86 17
                                    

Llegamos a nuestro nuevo hogar bien caída la noche. Bajé del coche y me paré frente a la casa, no era un lugar grande, pero era agradable. El color de la fachada era de un blanco cremoso, de la parte delantera se podía distinguir que era de dos pisos y su tamaño era claramente mediano. Dos ventanas en la parte de abajo con cortinas blancas y otra más grande en la parte superior. No era el lujo al que estaban acostumbrados, pero estaba bien.

"Me gusta..." - informé mientras él empezaba a sacar las últimas cosas que faltaban por colocar.

"No te he pedido opinión." - dijo entrando en casa con unas maletas. Yo le seguí con el ceño fruncido.

"Oh, lo siento." - me disculpé cuando nos paramos en la puerta, haciendo morritos para añadir ternura.

"No importa. Sube a ducharte que yo haré la cena y luego te informaré sobre las normas que deberás obedecer mientras vivas conmigo." - dijo sereno y yo asentí con más ansia de la que me debería permitir. Mordí mi labio mientras cogía algunas cosas de mi maleta.

"Emm..." - comencé y Gerard se giró para verme, me encontré con su mirada y me quedé en blanco un momento. Algunas veces me daba rabia y otras coraje, el no poder entender nunca sus ojos, su expresión, lo que ocultaban, lo que trataban de decirme. Solo quería una pista para saber lo que fuera que sentiría Gerard respecto a diferentes situaciones vividas, más para mi siempre será mero misterio.

"Dime." - insistió haciendo un gesto y yo asentí rápido.

"¿Puedo ducharme...solo?" - pregunté aferrandome al pijama que sostenía con ambas manos.

Gerard me sonreía por primera vez desde que estábamos allí.
Era tranquilizador de alguna manera, supongo que me habría visto cara de tonto preguntado eso.

"Si te tocas o haces algo raro lo sabré." - susurró metiéndose en la cocina sin añadir nada más. No era la respuesta que deseaba, pero tendré que conformarme.
Rodeé los ojos con vagancia y subí las escaleras al segundo piso, allí se encontraba mi pequeña habitación y la otra de Gerard, junto a uno de los baños. Entré en este último y lo contemplé unos minutos. Baldosas blancas, una gran bañera, espejo...

Oh ¡hay toallas!

Sin más contemplaciones puse el agua de la bañera.

Espero Gerard no se enfade por darme un baño. Hacia meses que no me relajaba en agua caliente, ya ni me acuerdo lo que se siente.

Desvestí mi camiseta, debajo algunos hematomas y moratones aún decoraban mi piel. Quité el vendaje que rodeaba mi abdomen, la herida del lado derecho se había cerrado y solo quedaba una cicatriz, que según el médico, desaparecerá en un mes.
Decido dejar el vendaje en mi cabeza y frente, no es que lo siga necesitando, pero no quiero encontrarme con que me falta un cacho de cráneo o algo. Sería terrible verse así.

Que miedo.

Pareciería Frankenstein.

Me desnudé del todo y me miré en el reflejo. Tal vez debería empezar a hacer ejercicio para verme más en forma, pero que pereza. Bufé, y viendo la bañera medio llena, entré sin pensarmelo dos veces. Me quedé de pie y puse la ducha, me metí bajo el chorro del agua mientras dejaba que se acabase de llenar la bañera. Cerré los ojos dejando que las calientes gotas resbalasen libres por mi espalda. Respiré pausadamente, disfrutando de las caricias que me producía el agua artificial, sintiendo mi cuerpo entrar en cada vez más y más calor. Pensé en como sería vivir aquí ahora, pasaría todo el tiempo solo con Gerard, quizás podría conocerlo más, quizás...

Entonces me doy cuenta de que unas manos acarician mi cadera con suavidad.

"¿Gerard?" - mascullé en un hilo de voz.

The Dark Side Of My Mind -Frerarđ-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora