Lo maravilloso de la vida es como todo puede comenzar con un "pudrete" y acabar en un "te amo".
Estoy acostumbrado a vivir sin que me importe lo que digan los demás. No me molesta que digan que soy un golfo o que no sirvo para nada serio.
Pero ese día me di cuenta que lo importante no era lo que decían o dejaban de decir de mí, sino, quien lo decía.
Sabes esa sensación de creer que conoces a alguien mucho, pero lo único que han hecho durante años es intercambiar un tímido saludo. Bueno eso me pasaba con ella, la chica más linda del mundo y también la más tímida. Esa era ella, Love, un nombre perfecto para la pequeña niña rubia y tierna que me traía loco desde los once años.
Ahora con diecisiete y la mala fama que tengo mejor ni atreverme a decir mi primera palabra.
Estaba yo ahí en el colegio - perdiendo el tiempo como de costumbre - hasta que se me ocurrió meterme con el pobre nerd de Alex.
— Oye tú ratón de biblioteca — le digo en voz alta — ¿ Dónde llevas tantos libros, a la cueva?
— Déjame en paz Marc.
— ¿ Cómo dijiste ?— le pregunto un poco cabreado.
— Nada, perdón — me responde arrepentido de sus palabras.
— No, no, repite lo que dijiste si eres tan valiente — le digo mientras lo empujo y cae al suelo con todos sus libros.
De repente aparece ella, me quedo con la misma cara de tonto que se me pone cada vez que la veo. Espero ese mínimo saludo que intercambiamos pero que para mí lo es todo, cuando de repente:
— ¿ Estás bien Alex ? — le dice Love preocupada.
— Está bien solo se tropezó — digo para aligerar el ambiente al ver que está preocupada por el.
— Pudrete idiota, vámonos Alex — y se alejan rápidamente.
¿Pudrete idiota?. Toda mi vida esperando que me dirigiera una palabra y son estas. En ese momento algo cambió, me di cuenta de que ninguna de todas las ofensas que me habían dicho en mi vida, me habían dolido tanto como esas dos palabras.