Capítulo XVIII: La Herida

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Me iré de vacaciones :) así que les dejo un capítulo. Cuando regrese, actualizaré.

Mil gracias por sus estrellas, recomendaciones y comentarios.

~°~°~ Capítulo XVIII: La Herida ~°~°~

Parecía que una jauría de perros terriers hubieran intentado atrapar a un zorro escurridizo en aquella pequeña habitación. En uno de los sillones victorianos, yacía el inglés de cabellos extraños con su cabeza hacia atrás, agotado, con su rostro rosado tras retomar respiro luego de su tremenda rabieta contra todo lo que se le cruzara.

-Debí percatarme desde el principio. Su vida ya está adaptada, y no puedo creer que personas tan diferentes puedan estar juntas, hasta tienen dos tipos diferentes de cereal, uno insípido y otro con marshmallows... -dio un último resoplido -. Pensé que sería más fácil separarlos...

Justo en ese momento, la puerta se abrió de forma brusca, mostrando a uno de los mozos muy apenado.
-Disculpe señor Valentine, escuché mucho ruido y pensé que -
-¿Qué quieres? -interrumpió.
-Si, disculpe, la señora lo está buscando -

Se dirigió hacia la enorme habitación llena de libros por todo el alrededor. La oficina de negocios parecía más un sitio para fumar y leer que para hacer cuentas.

Como siempre, saludó de manera educada a la señora Gastrell, madre de Radamanthys. Una mujer con su cabello largo hasta la cintura, rubio y dorado como el sol, así como sus ojos hipnotizantes ámbar, una piel nívea, deslumbrando una belleza comparable con una estrella de cine. Pero sus modales y su bondad, era lo que permitía que todo aquel que estuviese cerca de ella se sintiera agasajado.

-Qué gusto verte, Valentine. Dime, ¿regresará pronto?
-Lamento informarle que no he logrado convencer al señor Radamanthys -hizo una breve pausa, a la vez que miraba hacia los costados, evidenciando que se trataba de algo que les concierne sólo a ellos dos -. Debo decirle, que la vida de él no es lo que habíamos imaginado...

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

El clásico frío otoñal se intensificaba al caer el crepúsculo vespertino. Cientos de personas se reunieron en la Plaza Syntagma, centro de Atenas, donde en un par de minutos, daría inicio la inauguración de las actividades navideñas. Un concierto de música clásica de la época y otras composiciones. En esa plataforma, Camus haría su debut con una de sus interpretaciones originales con violín y música electrónica (1).

Radamanthys no soltaba a Kanon por ningún segundo, no le importaba que los vieran, sin embargo, el gemelo estaba ensimismado, ajeno al mundo exterior, taciturno. En esta ocasión, estaban acompañados por la familia Georgiadis: Aioria con Marin, Aioros con Saga y Sísifo con su esposa Sasha, quienes tenían bajo su cuidado a su sobrino Regulus.

Saga disfrutaba el momento, esa calidez familiar con la que se envolvía cuando estaba con Aioros y sus hermanos, era invaluable. A pesar de ello, no dejaba de prestarle atención a su gemelo y a la pareja de éste, de quien no tenía confianza. Ni siquiera cuando el inglés se quitó su chaqueta para colocárselo a Kanon en la espalda, debido a su falta de abrigo.

El concierto daría inicio en cualquier momento, cuando Kanon recibió la llamada de Milo. Por el bullicio, se deslizó entre las personas para encontrarse en un sitio más apartado y poder escuchar lo que su amigo decía. Sintió un pequeño jalón, solo para recibir un pequeño beso del rubio antes de que se alejara. Ninguno de los dos tenía idea de lo que vendría después.

Milo le indicó que se encontraba apenas a un par de cuadras, se escuchaba ajetreado, seguramente estaba corriendo. Solo quería asegurarse que Camus no hubiera empezado aún con su repertorio. Una vez terminada la llamada, Kanon se quedó revisando sus mensajes. No le emocionaba estar en dicho evento, y justo cuando estaba por escuchar un audio de Dokho, las luces y la música iniciaron con gran estruendo.

Drákos AgóraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora