La búsqueda

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LUAN:

Todo estaba listo. Lisa, el ArMaggieDón, mi linda Maggie y yo saldríamos a buscar a mi hermanito Lincoln, dando inicio a una operación que titulé "Linc Perdido" (lo siento, amigos de Latinoamérica... En inglés tiene más gracia, se los garantizo).

Lo que no me gustó de todo esto es que además de nosotras venía Lana, trayendo a Charles tras insistir en que sería más efectivo que el robot, y sin ningún motivo aparente, se nos había unido Lola. No es porque no goce de la presencia de las gemelas, sino porque deseaba mantener todo esto discreto. Estaba muy segura de que lo preocupante de esta situación me impulsaría a portarme de forma extra cariñosa con Linky, y me resultaría difícil si hasta la reina de los chismes se encontraba revoloteando a la par de nosotros los tórtolos.

—Y bueno... ¿Adonde vamos? —preguntó la reina de belleza.

—A un lugar en el que tú no tienes que ver... ¿Acaso no tienes un concurso para el cual prepararte o algo así? —dije un poco irritada.

—¡Pues claro que lo tengo! Pero hay algo apestoso en esta situación que me dice que Linky necesita de mi ayuda.

—Yo creo que fue Charles, en realidad. Tú sabes que las galletas baratas que compró mamá no le están cayendo muy bien.

Lola refunfuñó, y yo tuve que contener mi risa.

Como sea. Para encontrar a nuestro hermano, Lisa había usado una de sus camisas polo naranja que estaba en la cesta de la lavandería. Tal como se esperaba, el robot tardó unos segundos en procesar la información y señaló un rumbo: casi afuera de la ciudad, en un suburbio por el que no suelo circular muy seguido.

Lisa reaccionó triunfante: —¡Eureka! Andando, familia e invitada. Traer a nuestro hermano de regreso será otra rimbombante victoria de la ciencia.

Yo no podía dejar de pensar: "¿Qué estaría haciendo mi precioso Linky en ese lugar?"

— — —

LINCOLN:

Yo no podía dejar de pensar: "¿Que estaría haciendo mi bella Luan en este momento?

Sea lo que estuviera haciendo, la envidio. Yo, por mi parte, estoy atado a una cama en un cuarto semi oscuro y con un mapache gordinflón sentado justo sobre mi estómago. Él llevaba tanto tiempo vigilándome y esperando el regreso de Taylor, que había decidido jugar con celular mientras seguía encima mío. Me sentía humillado por haber terminado siendo la mesa de ese animal.

Al percibir que su ama se acercaba, rápidamente arrojó el celular a un lado y se paró en firme frente a ella. Taylor llevaba un tazón y una cuchara.

—Roscoe, ve con Dayne. Pronto tendremos visita.

El mapache dio un ágil salto y se dirigió hacia la puerta. Intuí que Dayne era la niña que está afuera. ¿Será su hermana? ¿Y quién vendrá de visita? ¿Acaso alguno de los dos tipos que molestaban a todos en el bus escolar?

Mientras pensaba todo eso, Taylor había acercado la cuchara a mi boca.

—¿Quieres cereal?— preguntó ella. Su rostro se veía lindo, y su mirada era cariñosa. La forma en que se había inclinado hacia adelante me daba una vista curiosa de su esbelto cuerpo... Una imagen así me causó una breve confusión en cuanto a mi ánimo. Otra vez, la severa distracción me hizo perder el habla.

—¡OYE! ¿VAS A QUERER CEREAL O NO, IDIOTA? —terminó exclamando Taylor, y eso me sacó del trance con un brinco. Justo cuando iba a pronunciar un rotundo "sí", ella introdujo la cuchara en mi boca con impaciencia. El bocado no pasó mucho tiempo en mi boca, y aún así, logré reconocer el sabor.

—¡Zombie Bran! —dije en voz alta.

—¿Acaso no te gusta?

—¡Al contrario! ¡Me fascina este cereal! ¿Sabías que un chico intentó robarme la última caja que había en el supermercado y aún así lo derroté? Nadie ama más este cereal que yo.

—De seguro... De seguro fuiste muy valiente.

Al decir eso último, la chica bajó un poco la voz y se sonrojó. Rayos. Se ve muy bella cuando no está furiosa.

Yo respondí: —¡Si! Bueno, solo un poco. Es solo que... No soy alguien fuerte. Pero siempre sé que puedo esforzarme para lograr lo que es correcto.

Taylor permanecía en silencio. Había un dejo de inocencia en su rostro, y eso me indicaba que mis palabras estaban provocando algún efecto en ella. Lo cual, supuse, era algo bueno. Así que continué.

—Por ejemplo... Quizás tú no comprendas mi situación porque eres una chica fuerte. Pero enfrentarías a alguien diez veces más fuerte que tú si fuera por salvar a Roscoe, o a Dayne. No la conozco, pero...

—Es mi hermana menor —aclaró la chica.

—Tu hermana... Yo tengo muchas hermanas, y movería cielo y tierra por ellas. Haría lo que tuviera que hacer ante los que se portan mal.

Algo hizo que el semblante inocente de Taylor cambiara.

—Un momento... ¿Hablas de castigar a los que se portan mal? ¡Pues eso estoy haciendo yo en este momento! ¡Tú, enano, te has portado muy mal!

—Pero... ¡No entiendo! ¿A qué te refieres?

—¿Sigues negándolo? ¡Pues disfruta tu encierro! —gritó, lanzando el plato de Zombie Bran al suelo. Eso hizo que mi corazón palpitara a toda velocidad. Ella prosiguió: — Y no te preocupes. Ya pronto viene alguien que te dirá unas cuantas cosas. ¡A él no le podrás decir que no entiendes!

La voz de Dayne le anunció que tenían visita. La luz que rompía la oscuridad de la habitación asomaba por el marco de la puerta, y me dificultaba distinguir quien se acercaba hacia donde yo seguía atado. Una breve esperanza me hizo sonreír al distinguir lo que parecía ser la silueta de RMG-3, el ArMaggieDón, el robot de mi hermana Lisa.

— — —

LUAN:

Linky. Amor. Mi angelito pecoso. Dulce de Coco. Estás bien. Lo sé, y no tengo la menor duda. Pero, aun así, necesito tenerte en mis brazos, y no importa quien esté cerca. Voy a saborear tus dulces labios y a tratarte como el adorable bebé que eres, a despeinarte y tocar tu naricita bonita. Pero antes debo encontrarte. No sé dónde estás, pero no tardaré. Lo prometo.

— — —

LINCOLN:

Entonces me di cuenta de que ese... Ese no era el ArMaggieDón.

Era alguien. Alguien a quien yo conocía, pero no quería volver a ver.

—Hola, Lincoln —me dijo con voz entusiasta, como siempre.

—¿Benny?

—Sí, soy yo. ¿Como te has sentido? Supongo que...

—¿Que cómo me he sentido? —respondí molesto. —¡He estado horas atado aquí, sin saber el motivo! ¿Por qué motivo voy a responder que he estado bien? ¡Necesito que me liberen ya!

Mi reacción abrupta hizo que Taylor me regañara.

—¡Cierra la boca, enano!

—No. Estoy harto. Necesito explicaciones. ¡No quiero estar ni un segundo más aquí, en especial cerca del sujeto que hizo sufrir tanto a mi hermana!

La chica se dirigió a Benny: —¿Quieres que le rompa el hocico a este imbécil, Benny? Está gritando demasiado.

—No, Taylor. El actúa así porque ama a su hermana. Quizás demasiado.

Taylor lanzó una escupida al suelo. Benny se acercó a mí, y añadió.

—Te irás de aquí, pero no sin que hayas entendido algo. Porque estoy seguro de que todo lo que hablaremos cambiará tu vida.

ArMaggieDón 2: Miss MiseriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora