II

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No me preocupa compartir habitación, ya que nunca tuve una, cuando vivía con mi familia adoptiva en el Mancillar, solía dormir sobre un sofá magullado en la sala, era un sofá muy pesado que tenía que ser movido por tres personas y era tan duro como una roca, mi tortura era cuando llovía, en el techo había una gotera y su blanco perfecto era aquel detestable sofá, Diana lo cubría con una bolsa plástica, con el propósito de que no se dañará más de lo que ya estaba, que por evitar que yo durmiera sobre unos cojines empapados, o bueno, eso era lo que yo creía.

Pero en esta ocasión sí me preocupa compartir habitación, ya que no estaré durmiendo con una familia que decidió acogerme bajo su techo, sino con un grupo de individuos que al final son mis enemigos, provenientes de reinos que me culpan por la masacre imperial. Tendré que dominar el arte de dormir con un ojo abierto, o tener la costumbre de dormir con una jarra llena de agua, me resulta más llamativo esto último, aunque en caso de ser atacada mientras concilie el sueño, lo más seguro es que me despojen de mi acuosa arma para cuando abra los ojos.

Otra razón para comenzar mi entrenamiento con el aircontrol cuanto antes. El aire siempre está presente a nuestro alrededor, puede ser a través de una ligera brisa, como un turbulento vendaval, pero para aquellos que podemos controlarlo, lo podemos percibir hasta en los lugares donde es imperceptible para muchos. Mi problema es que cuando decido invocarlo, no hay manera de que pueda controlarlo, el aire es de naturaleza agresiva y toda mi vida me he dedicado a controlar un elemento dócil.

Un aleado de Windrinka me dio un valioso concejo durante la incursión, que la única forma de controlar un wunderment con dicha naturaleza, es valiéndose de la ira, pues ésta se convertirá en las riendas que me ayudarán a mantener en control al indómito elemento. Me sirvió en ciertos momentos para defenderme de mis enemigos en la segunda fase de la extracción, pero fue exhaustivo mantenerlo bajo control, era como intentar contener a un semental salvaje, por más que jalara de las riendas, su espíritu era belicoso.

Karsten me ha ayudado a terminar de preparar las maletas, o bueno, a terminar de montarlas en el carro maletero, ya que mi guarda ropa está intacto, mis atuendos no llegaron a ser más que un par de batas clínicas durante mi estadía en estas cuatro paredes, las que me mantuvieron alejada de todos los nobles de allá afuera que me culpan. Nunca tuve más visitas que las de Karsten y la doctora Fara, y agradezco que haya sido así, porque no habría soportado mirar a los reyes de Aqueser luego de lo sucedido, o cómo me hubiese expresado con ellos al saber de la injusticia que se está cometiendo al adjudicarme los asesinatos perpetuados en la masacre imperial. También agradezco que ninguno de mis compañeros de la extracción me haya visitado, lo que menos quiero en este momento es que unas miradas que emponzoñan culpa me hagan sentir más remordimiento del que ya tengo. La verdad es que prefiero dormir en un calabozo que compartir habitación con los otros nobles.

Karsten abre la puerta y procede a salir de la habitación mientras empuja el carro maletero por delante de él, quisiera hacerlo por mi cuenta, pero apenas me han dado de alta y mis manos están en recuperación, ya puedo sostener algunas cosas livianas, pero no debo someterlas a gran esfuerzo si quiero que terminen de sanar y valerme por mí misma.

Salimos al pasillo, donde unas enfermeras entran y salen de diferentes puertas, pero detienen sus pasos una vez que se percatan de mi presencia; reconozco esas miradas, son las misma que recibía en el Mancillar, miradas que repudian, miradas que me denigran por lo que soy, y ahora que me culpan también por todo lo que la corte imperial de Midgadriel ha inventado sombre mí.

Cuando paso a un lado de dos enfermeras, el semblante de éstas se oscurece a causa de la ira y acto seguido, escupen al suelo por donde camino, otras enfermeras imitan su acto, mientras que otras simplemente retoman sus actividades, no obstante, predominan aquellas que se encargan de embadurnar el piso con saliva. Empuño mis manos con la mayor fuerza que éstas me lo permiten, reconozco el significado de esta asquerosa reacción por parte de las enfermeras, la viví un tiempo en mis tempranas andanzas por las calles del Mancillar, es como otras personas te maldicen, escupir por donde una persona camina simboliza la deshonra, el pecado, lo impuro, el delito, caminar sobre los insultos y maldiciones que los demás esparcen por debajo de tus pies, con el fin de maldecir el alma y atraer a ella las peores enfermedades y que mueras de la peor manera posible.

Linaje Bastardo (N.H #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora