De sueños a pesadillas

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Caminaba en un patio seguida de otros niños, todo había ido de maravilla hasta el momento, fue entonces cuando encontré en el suelo algunas lentejuelas doradas cortadas como un pentagono para simular una estrella que me sentí extraña, recordé que las había cortado yo misma para hacer un paisaje de un cielo nocturno, lo que significaba que ese camino seguro me llevaría a una buena y colorida aventura.

Recogí algunas del suelo y fuí avanzando hasta la entrada de una casa, entonces las lentejuelas del camino se convirtieron en brillantes estrellas amarillas de cinco picos, cada vez más grandes, incluso más grandes que mi mano, pero tuve que detenerme en seco, observando la habitación, el camino de estrellas se había partido en dos, pero, estas desentonaban por completo con el ambiente, todo se había vuelto gris y oscuro, había una cama y unas literas, pude distinguir que sobre ellas había personas, personas heridas, incluso una vendada por completo como una momia, un camino conducía hacia debajo de la cama de uno de ellos, que arrastraba la empolvada cobija gris en el suelo, y la otra llevaba a una puerta cerrada, que al mirar a la cama y volver a ver las estrellas justo debajo de la puerta esta se había abierto, y apareció un maniquí de cabello negro y vestido corto rojo que no estaba, no se movía, simplemente empezó a existir junto a la puerta, los niños tras de mí dudaron.

-¿Qué camino deberíamos tomar? No me gusta como se ve esto.

Abracé las estrellas que había recolectado y volví a mirar ambas opciones.

-No sé cuál sea el camino correcto.

No tenía sentido, hace un momento había visto a un perro feliz corriendo sobre las montañas de un bello paisaje y ahora sentía miedo de cruzar una puerta o mirar bajo una cama, terminé acercándome con duda a la puerta, pero algo me empujó hacia atrás.

-Será mejor irnos.

Dije haciendo a los niños retroceder, más era tarde, todo a nuestro alrededor se volvía polvo de cenizas, lo único que destacaba, eran las estrellas de mi mano.

Abrí los ojos repentinamente, tomé un buen suspiro, hace mucho tiempo que no tenía pesadillas, para mi desgracia, desde entonces es lo único en mi cabeza, no puedo dormir, y cuando lo hago, prefiero dormir sin soñar nada, dicen que cuando no sueñas nada descansas correctamente.

En un espacio completamente blanco, unas estrellas de cinco picos flotaban, de manera que un par de pies caminaba pisando sobre la parte plana de estas, ella tenía alas, sin embargo no las utilizaba, con sus manos hacía aparecer nuevas estrellas frente a ella para seguir caminando, al menos hasta que una sombra comenzó a tragarse las estrellas tras ella mientras la seguía, la bella mujer se dió la vuelta para enfrentar aquello que la seguía y lo apuntó acusándolo con un dedo.

-¡Te dije que no volvieras a interrumpir mis sueños, Erema!

Todo el espacio que había sido blanco ahora era negro, solo las estrellas de la mujer y la misma mujer brillaban, aunque se alcanzaba a distinguir un par de ojos, y una boca cuando Erema habló.

-¡Tenía hambre!

Contestó simplemente la criatura, la mujer le dió la espalda y siguió caminando sobre sus estrellas.

-Cada día es más difícil crear sueños interesantes, y vienes tú a asustar a todos.

La sombra hizo una mueca que por supuesto ella no notó.

-Los humanos prefieren el terror, siempre te lo he dicho Aera.

Aera apretó los puños.

-Si así fuera entonces no habrían expulsado a los seres espeluznantes y mandado a mi territorio.

Un susto por persona Donde viven las historias. Descúbrelo ahora