Chapter 28:Lauren/ Mantén la calma

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Capítulo 28: Lauren/ Mantén la calma

Cuando vienes al mundo lloras.

Cuando mueres, el mundo calla.

(Evangelina Sobredo)

 

Cuando abrí los ojos, apenas comenzaba a amanecer; unos pequeños rayos de luz se filtraban por entre la persiana baja. Parpadeé desperezándome y noté que aunque la cama continuaba caliente, Camila no estaba.

Fueron los ruidos los que me despertaron porque si hubiese sido por mí, seguiría durmiendo.

Me puse un abrigo y bajé las escaleras intentando hacer el menor ruido. Todos se encontraban abajo reunidos, discutiendo en voz baja. Sofi me vio y apenas sonrió pero tuve que hacerle una señal con la mano en la boca para que no me delatara. Me acerqué aún más para escuchar lo que hablaban.

- No, Joseph, sabes que eso no es prudente –Decía el señor Williams con ímpetu. Su hijo golpeó la mesa e hizo vibrar las tazas vacías del café que ya se habían bebido.

- ¡Joder, Padre! Necesitas confiar en mí. ¿Sabes cuál es tu problema? Crees que perdí el juicio en el frente, que por eso me enviaron a casa.

- Pues… ¿No fue así? –Intervino su madre. Joseph le lanzó una mirada fulminante y negó con la cabeza, apretando los dientes.

- No entiendes. Ahora es diferente… Tengo un plan.

- Y ¿Piensas que esos incompetentes de nuestros vecinos te seguirán? –Volvió a tomar la palabra el padre, quien parecía escuchar a su hijo con mayor atención.

- Tendrán que hacerlo… -Los miró a todos de una manera penetrante e intimidante y luego lanzó un suspiro-, si todos queremos sobrevivir.

- ¿Cuál es el plan? –Dije bajando los últimos peldaños de la escalera mientras todas las miradas se posaban sorprendidas, sobre mí.

- Hija… pensé que dormías –Madre me miró suplicante, como si realmente deseara que volviera a la conformidad de la cama. Deslicé los ojos restándole importancia, hacia Joseph.

- ¿Cuál es el plan? –Repetí alzando la voz para que fuera lo suficientemente clara y sólida.

- Iremos a explorar la zona –Respondió sin atreverse a mirarme. Enarqué las cejas y asentí lentamente, luego me acerqué a Camila y le cogí la mano. Ella apenas me sonrió, parecía que no lograba relajarse.

Joseph comentó unas cosas más al Padre y luego se marcharon para avisarles a los vecinos. Quedamos las mujeres, excepto por mi hermanito, sumidas en un silencio infinito e incómodo.

Madre me trajo una taza rellena con café y me pidió que me sentara a desayunar, dado que anoche nadie había logrado comer y necesitábamos tomar todas las fuerzas suficientes. Por si acaso, agregó.

Sophie se mordía las uñas, mirando hacia la puerta, impaciente por ver volver a su Padre y hermano. Parecía que en cualquier momento, sin poder aguantar un solo segundo más, iría tras ellos.

Camila estaba junto a mí pero es como si no estuviera; su mirada perdida, las bolsas debajo de sus ojos por no haber dormido. Era la primera vez que la notaba tan… frágil. Con su cuerpo pequeño y delgado, los huesos asomando por entre la ropa y las mejillas chupadas. Le acaricié la mano para intentar traerla a la realidad pero solo logré que me dedicara una sonrisa vacía.

¿Por qué yo no sentía miedo como todos los demás? ¿Por qué mis huesos no querrían quebrarse ante cada diminuto ruido externo? ¿Por qué estaba tomando el café, relajada sin pensar en lo que ocurriera afuera?

Un amor en tiempos de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora