Riliane se sentía un poco molesta. Toda su mañana había sido terrible. Primero porque hubo un error en el pedido que le tocaba hacer, y a causa de esto, debía de hacer 2 vestidos nuevos para el día siguiente; en segundo, porque todo parecía estar planeado para que eso sucediera. Estaba totalmente cansada. Sus piernas le dolían y sus dedos estaban al rojo vivo por haber usado la aguja todo el día, claro que se había pinchado el dedo en más de tres ocasiones que no contaré porque son innecesarias para la trama.
Cuando llegó a su casa se hizo un té caliente y se echó en la cama. Puso la radio en la estación de canciones populares. Por suerte estaban pasando música buena, si no, de seguro su descanso habría terminado. Se echó en el sofá y se dispuso a leer un libro titulado "La hija del Mal de Lucifenia". Desde la noticia del anillo, Riliane había tenido ligera obsesión con ese tema.
Sin embargo, mientras pasaba las paginas se dio cuenta de todo lo que se decía en el libro era, si bien real, también sonaba bastante repetitivo. Todo eso ya se lo habían enseñado en la escuela, por lo que haber descubierto que existía un libro que narraba todo y que podía leer en menos de una hora, los seis años de clases de historia se convirtieron en una pérdida de tiempo. Las frases, las investigaciones, en general, se sentían muy trilladas. Quería leer algo novedoso, la vida de la princesa bajo esa máscara de maldad.
Cerró el libro con decepción. Lo aventó para un lado y le dio un buen sorbo a su té amargo. Se levantó por una manta, pero su intención se vio interrumpida por los golpes que provenían de su puerta. Se dirigió con rapidez y abrió la puerta. La casera era la que estaba ahí. Su cara, lejos de la seriedad de siempre, denotaba un poco de preocupación.
—¿Señorita Rose? ¿Qué sucede? —preguntó Riliane con calma.
—Es algo serio —respondió la señorita Rose. Tragó saliva—. Tu abuela tuvo una hemorragia nasal. Tienes que ir con ella en cuanto antes.
Riliane cerró la puerta de inmediato y agarró un par de cosas del armario. Sus manos le temblaban. Su abuelita. La única persona que la entendía y le brindaba atención. No podía estar mal. Es a lo único que le rezaba. Todas las noches, por su salud.
Salió de su edificio y le pidió a uno de sus vecinos que se había comprado un automóvil que la llevara a la entrada del bosque. Varias lágrimas salieron de sus ojos mientras iba en camino. Necesitaba llegar en cuanto antes. No tenía tiempo que perder. Cuando llegó a la entrada del bosque le pagó a su vecino con 2 evs y le agradeció para después adentrarse en el bosque hasta llegar a la cabaña donde su abuelita vivía. Tocó la puerta y su hermana mayor, Camila, fue la que tuvo el disgusto de abrirle.
—Te llamamos hace más de una hora. Llegaste tarde —. Camila dejó pasar a su hermana menor con amargura—. Hueles a lodo.
—No vine a escuchar otro de tus regaños. Vine a ver a la abuela.
Ignorando a la mayor, Riliane entró en la habitación de su abuelita. Su tía Cris le ponía un trapo con agua en la cabeza a la anciana, quien estaba recostada en la cama y con los ojos cerrados.
—Abuela Rin —murmuró, acercándose a la orilla de la cama.
—Será mejor que no la molestes demasiado, Riliane —le dijo su tía, recogiendo un par de platos—. Está demasiado fatigada.
Acto seguido abandonó la habitación. La joven se hincó al lado de su abuelita y acarició su cabello.
—Estoy aquí, abuelita.
Después de esa corta frase, se levantó y salió en silencio, cerrando la puerta con cuidado. Le habría gustado más quedarse ahí, pero su abuela necesitaba descansar.
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El Karma Del Mal No Terminará (continuación de Story of Evil)
Fanfiction¿Qué hacer si no tienes propósito? ¿Qué tal si ya no tienes nada qué perder? Eso es lo que se planteó la protagonista, quien, al tener una vida aburrida, decide salir en busca de una valiosa joya que su abuela recuerda y así tener la aventura que si...