━ Capítulo 11

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|El tiempo cura muchas cosas...|


—¿Entonces solo lo llevo con la señora de la carne?

—Aja Camilo, por décimo quinta vez— su hermana lo miro con molestia, pero ambos sabían que solo era una expresión de chiste.

—Ni en tu cumpleaños estás en paz— bromeó su hermanito.

—Chistosito.

—Deja a tu hermana porque ahora sí te saca de la casa eh— le advirtió su madre.

—Ya ya, me apuro pues, porque quiero venir a comer pastel.

—¡No comerás nada!— alzaron la voz desde la cocina Mirabel y Adela de repente.

—Tocaba intentar.

El joven chico de actualmente veinticuatro años llegó como era costumbre de visita, Dolores tomó la oportunidad y ahora estaría repartiendo pedidos de joyería por los alrededores.

—No sé cómo te viniste a vivir aquí. Si el ruido ya es insoportable en Encanto, imagina aquí— la Madrigal pelirroja se quejaba con su hija, tomaba un té pues el camino fue largo y estresante.

Mh, fue difícil cambiarnos totalmente de ambiente y ya sabes... cuando llegamos no conocíamos a nadie, jamás platicamos nuestra vida privada, sobre la familia mágica o los dones.

—Pero lo bueno es que ahora ya están acoplados y tienes una nueva vida— el adolescente de catorce años se unió a la plática.

—Si... pero siempre será raro lo que vivimos— la de piel morena dejo de acomodar sus apuntes de pagos y pedidos para explicar mejor. —Es como si congelaran el tiempo y cuando lo regresaron a la normalidad no me hubieran avisado. Hay muchas experiencias no vividas y cuando quiero regresar a recuerdos en específico, me doy cuenta que no existen, se quedaron esperando— Dolores expresó tan rápido como su boca le permitió, dejando a su madre y hermano parpadeando, intentando procesar lo antes dicho.

—Pero recibiste una segunda oportunidad para comenzar de cero a crear nuevos recuerdos. Perdiste algo pero ganaste otra cosa— ahora llegaba su prima menor con un pastel en manos.

Hoy casi toda la familia se reunía por el cumpleaños de su querida Dolores. Félix, Mariano y Luisa acomodaban sillas y mesas. Pepa, Mirabel y Adela preparaban los adornos y emplataban comida enviada no solo por Julieta, también la preparada por la misma Mirabel. La festejada a pesar del día, seguía trabajando, y sus hermanos fueron víctimas de sus horas laborales.
Agustín y Julieta llegarían mucho más tarde.

—Mami, papá dice que ya te vallas a preparar.

Mh, tiene razón. No me tardo, mamá, de favor te la encargo.

—Claro mija— llamó a su nieta con la mano y la niña corrió para abrazarla.

—¿Quieres dibujar? Vamos a dibujar—  Pepa olvidando su cansancio se levantó a buscar la mochila de la niña.
Sin importarle su reciente fastidio, se encontraba haciéndole monerías y tratando de hacer feliz a su nieta.

—¡Si!, te voy a dibujar a ti abuelita.

Dolores miraba la escena totalmente contenta, amaba que su madre decidiera considerarla una nieta a pesar de no serlo.

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Pasadas unas horas la fiesta comenzaba a ponerse seria. La música sonaba, el murmullo de los invitados era mayor, la casa comenzaba oler a ricos platillos y el atardecer se volvía más anaranjado.

 Una voz inaudible  ━Encanto  [Dolores x Mariano] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora