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No sé cuánto años han pasado desde que estoy a tu lado.

Tampoco quiero hacer una cuenta, ya que me sentiría perdido, así que prefiero mantenerme al margen de lo que pasa a tu alrededor, pero me es imposible, mi mente viaja a cada uno de los momentos que llegamos a vivir juntos.

Desde el crecimiento de sus pequeños retoños, sus primeros pasos, la primera vez que tomaron mi cola y la mordieron. Su ida a la escuela, y el consuelo que tuve que darte cuando viste a tus bebés alejarte de ti, dejando mi cuerpo húmedo por tus lágrimas y mocos, aunque tu alegría regreso cuando los vistes entrar a la cocina corriendo animados por lo que habían hecho en su primer día.

La primera vez que ellos mintieron, casi rompen tu corazón cuando discutieron al ser adolescentes, y lo mucho que ellos lloraron tu perdón por haber actuado mal. Cuando entraron a la universidad lloraste por el simple hecho de saber que tus bebés se habían crecido y no solo de edad, también de altura.

Cuando encontraron a su pareja destinada y te la presentaron, el tiempo paso y ellos se casaron y Gaara murió, y yo tuve miedo de que él no despertara pero lo hizo.

Entonces, fuimos nosotros dos contra el mundo.

Ahora solo vez a tus nietos crecer mientras les cuentas historias de lo que fue tu adolescencia, mientras acaricias mi pelaje. Escucho como uno de tus hijos, el del medio de los trillizos, se acerca a ti dejando una taza de chocolate de caliente en tus manos, mientras pregunta Papi, cómo es posible que aún me mantuviera vivo, según él los gatos no vivimos tanto.

Niño iluso, si supieras que esto lo hace el poder del amor.

Espero que conteste, mientras finjo dormir. Lo escucho decir que hay cosas que no se pueden explicar, como el amor, como una conexión, como la muerte, como una unión para la eternidad.

Deseo creer que sabes quién soy, deseo creer que nuestra conexión fue la causa de tu respuesta.

Abro los ojos, dejando el pasado atrás, como se supone que me prometí. Te busco por la casa, y te hallo en el sillón de la sala, observando un silencio el fuego de la chimenea.

Maúllo haciéndote notar mi presencia, me acerco a ti, dejando que me tomes y me subas a tus piernas, te veo sonreír.

Tan hermoso y llamativo, como la primera vez.

Observo tu cabello igual de largo, combinado, el blanco y el rubio opaco, denotando el paso del tiempo en ti. Para mí, sigues estando hermoso.

―¿Sasuke? ―maúllo en respuesta―. Gracias por estar conmigo todo este tiempo, soportando cada uno de mis berrinches, por soportar las travesuras de mis pequeños, y por no desaparecer cuando dejaba la ventana de la cabaña abierta.

Coloco mis patas en su pecho y restriego mi mejilla con la suya, escucho su leve y suave risa. Me levante hasta quedar a la altura de su rostro, nuestras miradas conectan, y vuelven a brillar al verme.

—El mundo es tan pequeño e interesante, Sasuke. El tiempo estar corto, y pasa tan rápido a nuestro lado. Mírate ya, minino, estas igual de viejo que yo.

Sigues siendo igual de hermoso que la primera vez.

—Cariño... jamás logré contarle a Gaara sobre mis propios recuerdos... Tan tormentosos, y el sentimiento de culpa que se plantaba en mi pecho después... después de saber lo que hice.

Permaneció en silencio, sin dejar de acariciarme, inmerso en sus pensamientos, continuo.

—Pero, Sasuke.... Aunque tú no entiendas lo que digo, este nombre fue del primer hombre que logré amar —una amarga risa sale de sus labios, mientras sus arrugadas manos toman mi rostro—, ¿Puedes creerlo, minino? Tienes el nombre del hombre de mi primera vida, pero no se lo vayas a contar a nadie, menos a Gaara... con eso que los gatos ven fantasmas. De todas maneras, espero que Sasuke me perdone, me odiaría por llamar a mi querido bebé como él.

Coloco mis patas en sus labios para que se detenga. No había necesidad de que se disculpara, para mí era suficiente saber que estaba a su lado, viéndolo respirar y sonreír.

―¿No crees que se enoje? ―niego―. Eres un gato muy inteligente.

Me recuesta en sus piernas otra vez, sin dejar de acariciar mi pelaje, lo escucho suspirar.

—Me hago más viejo... y un poco más idiota. Sasuke, Sasuke, Sasuke... perdóname.

Siento su mano detenerse, volviendo a suspirar. Alzo la cabeza para observarle, Naruto mantiene los ojos cerrados, con una suave respiración. Otra vez lo escucho:

―Sasuke, perdón y gracias por estar a mi lado

Cierro los ojos, dejando escapar un maullido lastimero, a sabiendas de que lo que se acerca era su despedida.

Te amo, Sasuke, como no tienes idea...

El girasol dejo caer su última flor, yo lo sostuve contra mi pecho, por última vez.

Alma gemela ˢᵃˢᵘⁿᵃʳᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora