Extra

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He vuelto a la vida, y ya no es como antes. Las cosas se mantienen un poco estable en este camino, el haber estado con Naruto después de tanto tiempo, fue como una pequeña venda a mis recuerdos.

Vuelvo a conservar el apellido de mi primera vida, con una familia tan amorosa que me es extraño verlos actuar de esa manera. Sin embargo, me he acostumbrado. No le he dicho a nadie sobre él, por el simple hecho de que aun añoro su aparición.

Quizás el morir en esta vida se suficiente como para que la opción de descansar del mundo se me sea concedida, puede que allí sí este Naruto.

De ser así, como antes el tener que esperar, se convirtió en mi mejor opción. Dar lo mejor de mí, para luego poder contárselo sería mi trabajo.

Aunque haya momentos en los que quiera desparecer a cada una de las personas que colocan trabas en mis decisiones. Trato de no explotar, si quiero continuar manteniendo una muy buena imagen frente a Naruto.

Miraba el reloj de mi muñeca por quinta vez, de lo que iba la tarde. Mi estado de ánimo iba empeorando a cada minuto que pasaba. Odio saber que una persona no pudiese cumplir con el horario que se establecía para la firma de un contrato. Por eso trabajar on empresas extranjeras no era una muy buen opción.

Me levanto de la silla del salón de junta, tomo entre mis manos mi saco y salgo del lugar, siendo seguido por mi asistente, el cual se limita decirme algo, conociendo que la respuesta sería de la peor manera.

Giro en la esquina del pasillo y aprieto el botón para que el ascensor suba al piso diez, en donde me encuentro. Aprieto dos veces más para que se apresure, pero no ocurre. Escucho a mi costado como el móvil que lleva mi asistente suena, lo miro mientras alzo una ceja por lo que pasaba.

―Lo siento ―se disculpa, mientras contesta―. Diga... el Señor Uchiha no está mi contento por la impuntualidad... ―me observa, para luego dirigirse a mí―. Señor Uchiha, joven Connor me comunicó que lo disculpara, que si podía esperar.

―No esperaré ―él asiente a lo dicho, su atención vuelve al móvil.

―Ya escuchó... no puedo hacer nada por usted... ―en su rostro veo la sorpresa, y luego la duda―. ¿Me estás diciendo la ver-dad?

Lo ignoro y entro en la ascensor, lo hago un ademan para que entre. Tomo el móvil de sus manos y finalizo la llamada.

―Señor Uchiha.

―No voy a esperar a nadie. Espero que les dejes en claro que no quiero ver a ninguno de los suyos. ¿Entendido?

―Pero...

―¿Entendido? ―él asiente mientras bajo la cabeza, evitando mi mirada.

El ascensor abre sus puertas, salgo de él en dirección a mi oficina e ignoro cada uno de los saludos que dan mis empleados, estoy de mal humor y nos les conviene acercarse. Me detengo en la puerta de mi oficina, para luego mirar a mi asistente.

―¿Queda algo más? ―él niega―. Bien.

Entro a mi oficina y algo me detiene, ese algo se trata de un aroma:

Flores de jazmín y limón.

―¿Qué...?

―Siento llegar tarde con el contrato, Señor Uchiha

―Tú...

―¡Lo siento Señor Uchiha! Trate de decirle que el joven Menma Namikaze se hallaba en la oficina esperándolo, pero me fue imposible avisarle.

―Sal y si alguien viene a molestar, serás despedido ―interrumpo su explicación. Él asiente, saliendo del lugar, dejándome a solas con la persona más esperada por mi corazón.

Alma gemela ˢᵃˢᵘⁿᵃʳᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora