Capítulo 1: Dos desconocidos

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Nada más atravesar aquella puerta empezamos a recorrer un largo pasillo casi a oscuras. La única luz que hay proviene de varias señales de seguridad fosforescentes y un par de bombillas que centellean como si pronto fuesen a fundirse. Entonces alguno de los que van delante nuestro abriéndonos paso en aquel lugar empuja unas puertas y la pista de baile de la discoteca aparece frente a nosotros, acompañada por un sonido ensordecedor y unos enormes focos de luz que proyectan colores demasiado intensos. Inconscientemente echo la cabeza hacia atrás, como si ese gesto fuese a aliviar el impacto que acabo de sufrir.
Sigo al resto del grupo entre todos aquellos desconocidos que bailan sin parar, sin importarles el que puedan estar molestando a alguien entre tanto empujón o cercanía. Noto como alguien se empieza a restregar contra mi cuerpo, de modo que doy un pequeño brinco causado por la sorpresa. Miro a mi izquierda y veo que son un grupo de chicas bailando entre ellas y sin mirar a nadie en concreto. Van tan borrachas que seguro que ni se han dado cuenta de que me acaban de tocar el culo. Le miro a Jost y le hago un gesto con la cabeza para que mire en la dirección de las chicas. Ahora una de ellas está en medio de un circulo que han formado sus amigas, dando vueltas sobre si misma con los brazos en alto moviendolos sin ningún tipo de coordinación. Me empiezo a reír de la situación mientras que Jost me da un ligero empujón para que siga andando mientras que sacude la cabeza tratando de aguantar la risa. Empiezo a pensar que puede, y solo es una suposición, que esta noche no vaya a estar tan mal como al principio pensaba...
Llegamos al reservado que nos han preparado, ni Gustav ni Georg pierden el tiempo en pedir alguna consumición. Bill se quita la cazadora y se sienta en medio del sofá para ver mejor todo el ambiente del lugar. Empieza a menear la cabeza a ritmo de la música, la cual yo nunca añadiría a mi lista de reproducción, pero tengo que reconocer que está bastante bien para salir de fiesta. Me siento a su lado y pido una cerveza para empezar la noche.
Todos empiezan a hablar de forma animada en cuanto nos traen las consumiciones. Gustav incluso empieza a bailar descontroladamente. En realidad parece que esté tocando una batería imaginaria... siempre he pensado que a él le afecta el alcohol solo con olerlo.

Pasada una hora y cuatro botellines de cerveza empezamos a estar todos muy animados y a Gustav y a mi la vejiga nos empieza a apretar. Decidimos ir juntos al baño, apenas hay gente y parece que todavía nadie se ha dado cuenta de que estamos ahí, así que intentamos convencer a nuestro equipo de seguridad de que podemos ir solos, pero ellos insisten en acompañarnos manteniendo las distancias. Gustav bromea diciendo que las chicas con pelo largo y rubio deberían de ir al servicio de señoritas, tratando de cortarme el paso y tocándome el pelo intentando poner morritos seductores. Yo me río sin parar y lo empujo hacia el interior. Tengo demasiadas ganas de mear como para pararme a coquetear ahora.
Nada más salir del baño me choco contra una pareja que desprende demasiada fogosidad. Me llaman la atención, no por lo distintos que son, ella rubia y pálida y él mulato y musculoso, sino porque ella parece estar incómoda mientras que se abren paso para llegar a los servicios.
"Espera... espera un poco"
Yo empiezo a decirle a Gustav que voy a salir un momento a fumar. Tobías se quedará vigilando la puerta por si necesito algo. Y justo antes de que me vaya escuchamos otra vez la voz de esa chica rubia.
"mira chico, que va a ser que no quiero nada con un pulpo como tú!".
Entonces Gustav se pone tenso de golpe. Si hay algo que no soporta es ver como tratan de sobrepasar a una chica sin su consentimiento. Uy, aquello empezaba a tener mala pinta... Gustav se gira para dirigirse hacia la pareja.

-Creo que ella no quiere seguir...

La chica le mira con ojos suplicantes y llenos de emoción. Sin duda lo está empezando a pasar mal. El chico en cambio ignora el comentario de mi amigo y tras un breve "metete en tus asuntos" sigue dejando un rastro de besos a lo largo del cuello de la rubia.

- De acuerdo.

Y ahí va. Gustav separa al chico y lo tumba en el suelo de un solo golpe. Yo me empiezo a reír y me doy la vuelta para salir a fumar. Sé que Gustav puede él solo y en caso de que necesite ayuda Tobías no dudará en echarle una mano. Es mejor así, que en caso de que alguien le reconozca esté el solo. Si nos viesen a los dos juntos podríamos empezar a levantar sospechas.

Dejemos que empiece la fiesta (Dejemos 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora