Capítulo 1 (único)

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Un día caluroso en verano, una pequeña familia de osos disfrutaba de una amistosa charla que tenían entre ellos.

-¡Algún día quiero ser tan fuerte como papá! -dijo el pequeño oso. -Estoy seguro de que lo serás, estoy orgulloso de tu entusiasmo -dijo el papá oso.

Mamá oso solo sonrió ante las palabras de los otros dos, de repente recordó algo importante, ¡La abuela oso dijo que vendría hoy!

-Querido, hoy vendrá tu madre, ¡debes ir a buscarla!
Recordó mamá oso a papá oso.
-¡Es verdad! Lo he olvidado. Tendré que salir ahora, pero no puedo recibir a mi madre con las manos vacías en especial en este día tan caluroso. Querida, ¿Puedes comprará una sandía? Que sea la más grande que veas, quiero disfrutar la tarde con mi familia.
-No te preocupes, puedes retirarte ahora, iré en seguida a comprar la sandía.

Sin más que decir, papá oso, quién era grande y fuerte salió en espera de la llegada de su madre, abuela oso.
Por otra parte, mamá oso estaba lista para salir a comprar lo que se le había sido recomendado, pero muy repentinamente fue detenida por su pequeño hijo.
-¡Madre, deja que sea yo quien compre la sandía y la traiga a casa! Así podré demostrar que tan grande y fuerte me he vuelto!
Mamá oso estaba sorprendida, no sabía que tenía un hijo que se había vuelto tan audaz. Aunque en un principio estaba algo indecisa, al final aceptó con una gran sonrisa.

El pequeño oso salió a toda prisa al lugar donde se encontraban las sandías.
Una ves llegó, sus ojos brillaron al ver tal maravilla, pues delante de él habían numerosas sandías, todas ellas muy regordetas, ¡Parecían tan jugosas! Se le hizo agua a la boca en un instante.
Papá oso dijo que debía llevar la sandía más grande y deliciosa que viera, y así lo haría.
Sin más, comenzó su búsqueda de la sandía más grande y redonda que viera.
¡No tardó mucho para encontrarla! Pareciera que frente a él estuviese una de las 7 maravillas del mundo, pues se había topado con una sandía casi tan grande como él, muy grande y redonda. ¿¡Podría llevar esto el solo a casa!? No importa.
Una vez que pagó por la sandía, estaba listo para llevarla a casa. Estuvo pensando de qué manera llevarla y la única forma de hacerlo era hacerla rodar.
Estando listo, comenzó a empujarla ¡Y vaya que era pesada! Pero no le importó, quería volverse fuerte y quería que papá oso estuviese orgulloso de él.

A mitad de camino, la sandía grande y redonda comenzaba a parecer una gran roca que parecía pegarse a la tierra, tanto así que el pequeño oso comenzaba a sudar a chorros. ¡Qué cansado!

El pequeño oso comenzaba a rendirse, escuchó algo entre los arbustos. Él, que era audaz, pregunto con una gran vos -¿Quién se esconde?
Sin motivo para esconderse, de los arbustos salió un pequeño conejo.
-Perdona, soy yo... ¿Te he asustado?
- ¿Asustarme? Eres tan pequeño, no habría un por qué.
-Las cosas son así... Ya veo, me alegra que no sea así ¿Qué haces? Te ves tan cansado
-Llevo una sandía a mí hogar, es eso.
-¡Tú solito! Se ve tan pesado, no, es pesado, incluso sudas. ¿Quieres que te ayude?
El conejo era amable, así que el pequeño oso le sonrió y estaba a punto de aceptar la ayuda pero rápidamente se negó.
-¡No! No puedo, debo hacerlo yo solo, solo así podré demostrar que tan fuerte soy... Además tú eres tan pequeño.
El conejo inclinó su cabeza y le vio confundido. -¿Demostrar qué tan fuerte eres? ¿A quién?
-A mi padre - respondió el pequeño oso.
-Ya veo, pero oye... No creo que a tu padre le agrade la idea de tener a un hijo a quién le duele los brazos y la espalda por cargar una gran sandía... ¿O sí? Además, déjame decirte que soy tan fuerte, incluso si soy pequeño.
-No te creo
-Lo soy, te lo puedo demostrar si me dejas ayudarte. Además, debes saber que para lograr a ser tan fuerte como tú dices a veces es necesario recibir la ayuda que los demás te ofrecen. Hay cosas en esta vida que no puedes lograr tú solo y siempre necesitarás de una mano que te ayude.

El pequeño oso reflexionó unos instantes sobre las palabras del conejo, a decir verdad, tenía mucha razón; no podría llevar esta sandía a casa él solo. Además el hecho de que la haya arrastrado ya a mitad de camino era un gran logro ¿Verdad?
Dando un gran suspiro, el pequeño oso finalmente acepto la amable ayuda del conejo.
Este último le sonrió y junto con el pequeño oso comenzó a empujar la enorme sandía.
"¡Sí que es fuerte" pensó el pequeño oso.

Con la cooperación de ambas partes, no tardaron mucho para llegar a la casa donde ya se encontraban Papá oso, mamá oso y abuela oso.

A papá oso se le iluminaron los ojos al ver la llegada de su hijo con la enorme y redonda sandía -¡Ya has llegado! Me ha contado tu madre lo que has hecho. Eso me parece bien.
-¡Padre, madre, abuela! He traído lo que tanto han esperado... Pero no lo hubiese logrado sin la gran ayuda que me ha brindado mi amigo, es un conejo a quien me he encontrado en el camino.
-¿Es así? Si alguien más te ha ayudado, es buena idea que lo invitemos a que pase a comer, después de todo, esa sandía se ve tan pesada, he de suponer que se han cansado después de traerla.- dijo abuela oso.

Algo avergonzado, el conejo salió por detrás de la enorme sandía y se acarició la oreja. -Eeeeh... No ha sido nada, solo hice lo que tenía que hacer jeje.

-No, insisto, quédate a comer con nosotros, depues de todo has sido de gran ayuda, eres muy amable -dijo muy agradecida mamá oso.

El conejo no tenía razones para negarse, pues tenía la tarde libre, además no había comido aún.
Al final aceptó y se sentó junto con los miembros de la pequeña familia de osos pardos.

La sandía había sido partida, no solo era tan grande, si no que era muy roja, tan roja que con solo verla era capaz de hacer que los demás se les hiciera agua a la boca. En realidad había valido la pena traer una cosa tan enorme hasta casa.

Ese día todos disfrutaron de una magnífica tarde.
Los días de verano son tan geniales, en especial si tienes a alguien con quien puedes compartir una grande y rica sandía roja.

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⏰ Última actualización: Oct 14, 2022 ⏰

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