•Una infidelidad.
•Un matrimonio arreglado.
•Un desconocido.
•Una casualidad.
•Un amor prohibido.
"Son los caminos para llegar a la avenida desastre."
Bryce una chica hermosa e inteligente, que lo tenía todo para ser feliz, una noche descubre la inf...
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En multimedia: Traitor - Olivia Rodrígo
Avenida Desastre ~.~.~.~.~.~.~.~.~.~
Una sonrisa brillante como el sol iluminó el perfecto rostro masculino de Zeke. De un instante a otro me estrecho entre sus brazos de nuevo y comenzamos a girar en círculos por el lugar. Parecíamos dos adoleces enamorados girando sin parar y, para que negarlo se sentía bien.
Cuando al fin sé detuvo, me sentí algo aturdida, sus ojos azul profundo me miran con intensidad, con esa intensidad que hace temblar cada parte de mi cuerpo, escucho un gruñido bajo, antes de que su voz llene mi sentido auditivo.
—Ahora que eres mía y yo soy tuyo —comenta acercando sus labios a los míos —Ya puedo besarte.
Apenas fui consiente del aleteó dentro de mi pecho, ni siquiera pude procesar el hecho de que iba a besarme. Porque ya estaba besándome.
La urgencia de sus labios derretía mi corazón, era una prueba de que él también me había extrañado tanto o quizás más que yo. El beso era fuerte, rudo, apasionado y gritaba necesidad. No importaba de cuántas formas distintas Zeke y yo nos hubiéramos besado, sus besos siempre tienen el mismo efecto, son como anestesia, me hacen levitar y no pensar en nada más que nosotros.
En este instante solo existimos nosotros, un jadeo sale de lo más profundo de mi boca cuando su lengua se abre paso hasta rozar la mía, mi piel se eriza con el contacto —No sabes cuántas noches me acosté pensando en tu boca, deseando probarla de nuevo —murmura.
Para hacerme ver que no miente, sus dientes toman mi labio inferior y muerden dulcemente, haciéndome gruñir de placer. Sus grandes manos se anclan en mis caderas, su cuerpo se pega al mío acortando los pocos centímetros que nos distancian. Doy un pequeño brinco, al sentir su erección, sus labios sonríen sobre los míos –Está es otra prueba de lo mucho que te he hachado de menos.
Zeke me obliga a caminar en retroceso hasta que la parte trasera de mis muslos toca el respaldar de uno de los sillones. No tardo mucho en ser levantada y sentada encima de este. Su cuerpo se coloca entre mis piernas haciendo que nuestras partes más íntimas se rocen tortuosamente.
—Me encantas —asegura, antes de volver a reclamar mi boca como suya.
Sus manos comienzan a delinear cada curva de mi cuerpo desde mis costillas, paseando por mi cintura, bajando por mis caderas hasta aterrizar en mis muslos. Cada caricia es como un sedante para mi cuerpo, cada vez que Zeke me toca seme corta la respiración.
Sus dedos se clavan en mis muslos, mientras los míos se enredan entre su cabello sedoso. Me siento en una enorme burbuja en este instante, en un lugar alejado de todo donde solo existimos él y yo. Su pelvis comienza aumentar los movimientos rozando mi punto más sensible. Mi cerebro empieza a estar en blanco, estoy apunto de caer en el placer más carnal, cuando un pequeño sonido intenta entrar en nuestra burbuja.
