A la mañana siguiente me encontraba mucho mejor, sin embargo, no me permitieron salir de la cama. Me era exasperante no poder hacer nada, de nuevo. No volví a tener sueños irrecordables así que pude dormir sin problema alguno, aunque el haber descansado no me hacía sentir mejor.
Mis hermanos me trajeron un par de libros de nuestra limitada biblioteca. Ahí solo se podían encontrar libros referentes a la mitología griega e historia humana, eso era tan malditamente aburrido.
Luego de un rato apareció Raiden con unas hojas que le pidió a Afrae, también traía pinturas, ese gesto me conmovió. Hice un autorretrato con un traje llamativo, me pareció extraño, ya que, nunca en mi vida había visto uno similar. Tal vez lo había soñado y no lo recordaba.
Salí de la enfermería con dos dibujos para ponerlos al sol y que secaran, estaba implícito que no seguiría las indicaciones que me habían dado. Aun no entendía para qué me tenían aún allí ya quería irme de ahí y poder ir a entrenar como los demás, estar mucho tiempo sin hacer nada provocaba que cuestionara el motivo de nuestro entrenamiento y el que no pudiésemos salir. Eso no me beneficiaba porque me entraba una ola de osadía por hacerlo, aún a sabiendas de que me metería en muchos problemas.
Me senté en el césped observando a todos esos adolescentes en sus tareas diarias, en ese momento noté algo extraño, por eso no debía pasar tiempo con mi cabeza libre de actividad física, no habían ningún niño. El lugar se había construido para todos aquellos niños con un regalo, sin embargo, ahí solo habían jóvenes ¿Acaso ya no habían niños con poderes en el mundo? Lo dudaba seriamente, no podíamos ser la última generación de virtuosos.
Decidida a obtener respuesta a esa duda, me puse de pie y fui en busca Arecida, ella debía saber después de todo era hija de Ares y había pasado muchos siglos en esto. Tuve que caminar lento al pasar frente a Heftian, de hecho, al mirarme negó con la cabeza así que le sonreí angelical. Encontré a Arecida cerca del almacén, pero no se encontraba sola, ahí estaba Niccolo, estaban conversando acaloradamente de tal manera que vi como las hojas de los árboles se movían junto a las manos de Niccolo ¿En verdad era un doctor? Me fui antes de que notaran mi presencia.
Volví a sentarme en el césped junto a mis dibujos, en el trayecto decidí reservarme mi duda. No quería perturbar aún más a mi entrenadora. Sentada en ese sitio pude ver como Nerea entrenaba, en ese momento estaba con su espada en una lucha contra Raiden, su rostro estaba contraído en total concentración, de vez en cuando hacia algún gesto por el esfuerzo.
Cuando la observaba desde lejos entrenar lucía amenazadora, por lo general se me hacía muy tierna y dulce, además de que su estatura me hacía querer protegerla aún si debía ir en contra de todo el mundo. Lo mismo era con mi hermano, pese a que Girax era musculoso y que podía defenderse por sí mismo, lo protegería de quien fuese. Ellos son las personas que más amo si les ocurriera algo en ese momento todo mi mundo se vendría abajo.
Giré mi cabeza a la derecha donde estaban Girax y Alex con los arcos, solo estaban ellos dos así que seguramente estaban irritándose el uno al otro por quien es mejor en arquería. Usé mi capacidad para mover las cosas para que ninguno diera en el blanco, vi como ambos se frustraban por dar en el centro hasta que Alex se giró y me vio, lo saludé y me miró con los ojos entrecerrados.
Mi hermano se volvió por curiosidad hacia mí, alivio cruzó por sus ojos, intercambio unas palabras con Alex y se encaminaron en mi dirección. Se sentaron delante de mí mirando con intriga los dibujos.
No dijeron nada al respecto, sin embargo, se miraron cuestionandose entre ellos con sus ojos, preferí no meterme en sus cabezas, en ese momento no quería saber lo que pensaban sobre las ilustraciones. Continué viendo a mi hermana, hasta que de un momento a otro se desvaneció, me levanté y corrí hacia ella sin importarme la regañina que me esperaba, al momento en que llegué Raiden ya la tenía en sus brazos para llevarla a la enfermería. Hubiera querido llevarla yo para asegurarme de que estuviera bien mas no podía. Girax iba al frente para poder abrir la puerta, al llegar no había nadie por lo que Girax y Alex salieron rápidamente a buscar a Hela o a Niccolo, traerían al primero que encontraran. Estaba demasiado absorta en Nerea que no les pude decir donde se encontraba el doctor para que no perdieran tiempo buscándolos.
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Semideum Perhibemus
FantasíaLa guerra nunca acaba, la paz es solo una farsa, no hay ganadores o perdedores, solo hay destrozos, almas destruidas que nunca sanarán.