Capítulo 48 - Anormal (corrigiendo)

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El secreto de Jack - Capítulo 48 ''Anormal''

La alarma del despertador sonó y Daniel estiró su brazo para apagarlo, se levantó desganado y se quitó el pijama, se puso el uniforme y se peinó con el cepillo mientras se miraba a un pequeño espejo que tenía en el escritorio.

Ya le daba igual salir de allí, todo le daba igual, simplemente no tenía ganas de vivir, soltó el espejo en el escritorio de nuevo y abrió la puerta.

Había pasado un mes y medio desde que entró al centro.

—¿Dónde estabas? —Connor apareció sonriente, Daniel no dijo nada—. ¿No se te olvida algo?

Daniel se acercó y le besó en la boca, a lo que Connor le correspondió metiéndole la lengua, tras el beso, Connor le dio un azote en el culo y salió corriendo.

—Te espero abajo, perro.

Daniel suspiró y cerró la puerta, bajó las escaleras y entró en el comedor, cogió una bandeja y su desayuno, caminó hasta la mesa donde estaba Connor sentado ya hablando con sus amigos y se sentó a su lado.

Connor ignoró a Daniel y entre risas hablaba con los otros.

Daniel comió media tostada sin ganas y el resto la dejó en la bandeja, Yael aprovechó y la cogió para comérsela.

—Tío, cada vez estás mas gordo. —dijo Connor entre risas.

Tras el desayuno fueron a clases, Daniel no prestaba mucha atención, solo miraba por la ventana, observaba el sol iluminar las plantas verdes que rodeaban el centro, la noche anterior había estado lloviendo y estaban mojadas, el sol hacía brillar las plantas.

Las clases terminaron y tras almorzar, Daniel bajó al gimnasio, estaba en la planta del sótano, cerrado temporalmente y estaba prohibido entrar.

Abrió las puertas como pudo, ya que tenían cadenas, pasó como pudo por en medio agachado, las puertas se cerraron y caminó hasta llegar a una mesa de billar.

—¡Buh! —de debajo de la mesa de billar salió Connor riendo—. ¿Te asuste?

Daniel le miró y afirmó con la cabeza, Connor estiró su mano y sujetó la camiseta de Daniel atrayéndolo hasta él.

—¿Estas enojado conmigo por lo de anoche? —Connor pasó su dedo por los labios de Daniel—. Perdona, sé que a veces puedo ser un poco brusco, pero ya sabes que no lo hago a posta, ¿Verdad?

Connor besó a Daniel, el cual se dejaba hacer y ambos mezclaron sus lenguas besándose, entonces Connor lo tumbó encima de la mesa de billar y le quitó la camiseta, comenzó a lamer la piel de Daniel, que suspiraba mirando a los lados.

El rubio se dio cuenta y dejó de lamerlo.

—¿Qué te pasa? —Connor se levantó bruscamente y saltó al suelo, dejando a Daniel encima de la mesa.

—Nada...

—No, algo te pasa, ¿Qué? —Connor, que cada vez parecía más enojado, comenzaba a ponerse nervioso—. ¿Es porque el Sábado te visita tu novio?

Daniel permaneció callado.

—¿No deberías estar feliz? Lo verás por fin. —dijo Connor cínicamente.

—Sí..., supongo..., pero..., el no sabe lo que... —Daniel se calló.

—¿Qué? No son cuernos, ¿Recuerdas? Yo te obligo, además, si no me obedeces sabes lo que le pasará, ¿No? Así que tranquilo, cuando salgas de aquí podrás seguir con él como si nada.

Connor, tan frío como siempre, estiró sus manos atrayendo a Daniel hacia él.

Los días pasaron y llegó el gran Sábado (capítulo 46 del libro).

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