01/02/2022

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Mi madre debía realizar una salida urgente en compañía de una de mis tías.

En cuanto ella llegaba a la casa, yo salía a recibirla, dándole un efusivo abrazo a manera de saludo, pero recién después de darle el abrazo, yo me daba cuenta de que mi tía se encontraba disfrazada de hombre, con el cabello corto y una gorra duckbill, teniendo su cara un maquillaje que simulaba una barba de tres días.

Para esto ella no me dijo palabra alguna, sólo me sonreía, mientras que una gorda mujer que se encontraba detrás de ella preguntó:

— ¿Por qué le llamó "tía"?

Experimenté una repentina vergüenza, como si acaso le hubiese arruinado a mi madre algún plan del cual yo no estaba enterado. Por lo bajo, de alguna manera se me comunicó que toda aquella farsa era parte de un plan para adoptar a un niño huérfano, de manera que mi tía debía fungir el rol de mi padre, y mientras ella y mi madre se encontraban ausentes para realizar, yo debía atender a la gorda mujer que había venido a nuestra casa.

Dicha mujer era un personaje de lo más aborrecible, digna de una obra de Roald Dahl, presentándose primero con una fingida actitud amable y risueña, más una vez mi madre y mi tía dejaban la casa, ella empezaba a mostrar sus verdaderos colores, exigiéndome repentinamente una gran suma de dinero para mantenerse callada con respecto al plan de mi madre, asumiendo además un carácter de lo más prepotente.

De mala gana, yo debía ceder a su chantaje, ofreciéndole sólo una parte del exorbitante pago que ella demandaba, prometiéndole que le iría pagando el resto a lo largo de los días siguientes.

Ella parecía quedar satisfecha con ese ofrecimiento, aunque cada cierto tiempo me importunaba recordándome el dinero que yo debía darle.

Cerca del final del sueño, mi padre se presentaba en uno de los dormitorios en la casa, tomándonos por sorpresa a la mujer y a mí, no habiendo contado yo con su presencia en ese lugar.

La mujer y mi padre se ponían a conversar, sin saber yo que ocurriría a continuación.

La casa del sueño no se parecía en nada a mi departamento de la vida real: Era bastante elegante y lujosa, como la suite de un hotel, contando con un cielo raso azul pintado a manera de una noche estrellada. Pero aunque el lugar tenía un aspecto sumamente confortable, había allí un clima tenso, propiciado por la presencia de aquella indeseable visita.

Diario de Sueños y PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora