🩺CAPITULO CATORCE🩺

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―Te dije valdría la pena.

―Ahora lo estoy confirmando.―agarré la cuchara con el pedazo de postre y me lo llevé a la boca por enésima vez. Esto estaba extremadamente sabroso―¿Como dijiste que se llamaba?

―Tres leches.

―Esta buenísima―volví a meter otro pedazo a la boca, pero mucho más grande.

―Tranquila, come despacio. Te atragantaras.

―Lo siento, es que no puedo evitarlo―no me había dado cuenta que tenía una mancha de glaseado en mi mejilla hasta que Grecia tomó un pedazo de papel y lo limpio con cuidado.

―Se que esta delicioso, pero no hagas tanto alboroto que nos van a escuchar.

―Acaso eres una delincuente roba pasteles de fiesta.―me reí por lo bajiró agachando la cabeza para sacar toda la crema que quedaba en los bordes del recipiente.

―Algo así.―se encogió de hombros sin darle importancia. Con eso fue necesario para centrara toda mi atención en ella.

―¿Qué hiciste Grecia?

―Bueno...digamos que un delicioso y tentador pastel estaba sobre la mesa de la cocina y una pequeña e inocente Grecia tenía demasiada hambre, así que esperó a que todos se fueran del lugar para robarla y traerla aquí.―Estaba a punto de regañarla por haber hecho eso cuando habló―pero fue una torta chiquita, así― levantó su muñeca y juntó los dedos índice y pulgar ―Chiquitita.―voy a encogerse de hombros.

―Si te llevan presa...

―Diré que no me arrepentiré jamás.

―JAJAJJAJ― dejé mi plato sobre la mesa―Ya veremos si sigues diciendo lo mismo cuando me llames desde la cárcel―estaba a punto de seguir regañándola cuando una voz se escuchaba a lo lejos.

―GRECIAAAAA―una adorable chica venia hasta nosotras agitando sus manos tratando de llamar nuestra atención.

―¿Gabi?

―Prima, la... la... pi...ñata.

―¿Qué?

―Espera, déjame tomar aire―respiró profundamente y lo libero en un gran "o" ―Mi tía ya sacó la piñata de adultos. Vas a venir o vas a dejar que se lo lleven todo. Ya sabes mis tías de criticonas.

―Tienes razón Gabi. Iré en un momento.―la chica asintió y se alejó.

―¿piñata? ¿Tías?

―Tenemos que ir al patio.―tomó de mi mano y me arrastro con ella. Grecia al ver mi cara de confusión se detuvo un rato, tomó de mis hombros y me guío hasta un lugar alejado.―aquí podemos hablar.

―En un lugar alejado y oscuro. Que quieres ¿Matarme?

―Bueno, llegue a pensarlo cuando te escabulliste con mi casa.

―Ya te dije que me perdí y que lo siento

―Y te perdono. Pero no estamos aquí para eso.

―¿Entonces para qué?

―Quiero aclarar que sobre todas las cosas que estoy a punto de decir, amo a mi familia y no la cambiaria por nada―pausó un momento para pensar―Bueno talvez si por un Jack Ross, pero ese no es el tema.

―Claro...

―Te voy a contar una linda historia llena de amor, de romance de pación y de adulterio.

―Sorpréndeme―hice un gesto para continuara.

―Era aproximadamente el año 1952. José y Rosa, una linda pareja había recibiendo a su hija, Isabella. Toda su familia festejaba y bailaba por la llegada de la niña más esperada de la casa, siendo ella la primera hija mujer de los esposos. La familia de ella preparó un exquisito banquetee con las mejor comidas de todo el mundo y la de él trajo los mejores tragos del mundo. Todo era baile y felicidad, hasta que de un momento a otro, la música dejo de sonar y el ambiente se tornó tenso, demasiado. Todos se miraban entre sí para averiguar lo que pasaba, pero ni uno hablaba.

Mi MedicinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora