— ¿Me quieres decir la verdad?
— Bueno, la verdad es que... Soy un vampiro ¡Y me acerque a ti solo para chuparte la sangre!
[♡]
El mundo les ha otorgado una importa misión ese día, borrar el miedo.
— ¡Buenas tardes, S-señora! — La joven tragó duro, titubeante cuando la puerta se abrió mostrando la gran figura de la madre de su mejor amiga. — Le traje una cesta de galletas y un poco de mermelada, las hice con Santiago y Sofía la última vez que vinieron a mi casa, espero que le guste. — Estiró la pequeña canasta en su dirección con las manos temblando, pero conservando la sonrisa.
Tenía un plan en mente, por poco y se va sin antes escuchar sus palabras. Le causa cierto pánico hablar con adultos, sobre todo cuando estos podrían ser sus próximos suegros su la noche mágica de hoy resulta cierta.
— Muchas gracias, Margareth. — No le tenía miedo a aquella mujer, sin embargo su porte y seriedad le daban algo de terror. Se alzó un poco para mirar adentro pero fue interrumpida de inmediato — ¿Gustas pasar? Sofía está en su habitación tocando el piano.
Asintió rápidamente con una sonrisa torcida y entró a la enorme casa, aunque más podía definirla como mansión, siempre había sentido curiosidad por el lugar, tenía entendido que la familia de su mejor amiga pertenecían a la alta sociedad, vistiendo y comiendo como gente rica, por tal motivo no permitían que su única hija se mezclara con los jóvenes del campo, pero si con ella, la conocían desde pequeña, no encontraban nada de malo en su amistad, sabían que se acabaría tan pronto como se fueran de aquel lugar.
Apenas entró, se dio cuenta de lo mucho que quería salir, era ciertamente asfixiante. Comprendía el sentimiento de Sofía al escaparse con ella. Las cortinas cubrían los grandes ventanales haciendo parecer a la morada, terrorífica. — Sus cortinas son muy bellas —. Se encontró diciendo antes de pensarlo claramente.
No podía controlar lo que soltaba su boca, tenía ese pequeño tic cuando estaba nerviosa.
— ¡Oh que amable! Muchas gracias. — la vio esbozar una sonrisa pequeña. — Puedes subir, el cuarto de Sofía es el último del pasillo a la izquierda.
Ella ya lo sabía de todas formas.
Sin parecer muy emocionada subió las escaleras de dos en dos, se limpió el sudor de las manos en el pantalón de tela antes de tocar la puerta de donde podía escuchar una preciosa melodía ser entonada. — Adelante — La voz de Sofía sonó amortiguada por el sonido, así que sin darle muchas vueltas al asunto, abrió la puerta de la habitación, la música se detuvo abruptamente y antes de poder darse cuenta ya estaba siendo rodeada por los brazos de su amor platónico. — ¡Margareth!
— Hola Darín. — Correspondió el abrazo con una sonrisa de oreja a oreja. Llevó una mano hacia la mejilla sonrojada y plantó un tierno beso más para saciarse las ganas que por mero saludo. — No tenemos mucho tiempo, voy a raptarte — Siempre se esperaba que ella la mirase asustada o con repulsión. Siempre se equivocaba.
Ya que ella, contrario a apartarse y decirle que estaba loca, soltó una risa dispuesta a todo. Su corazón revoloteo ansioso, sencillamente porque tuvo el valor de quedarse a su lado, seguirla, sin importarle que llegara a contagiarse sus demonios.
Persiguió con justicia su presencia, ya que ella llevaba bastantes años robándole el sueño.
Al final si la destruyó de la manera más hermosa posible.
Una chispa del fuego que amenazaba con convertirse en incendio se encendió esa noche, justo en esa oscuridad, no hay otra historia de amor que contar, nunca ocurrió más que en su mente, dejando una cicatriz en su cuerpo que ardió al pensar que lo tuvieron todo.
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Ella entre sus líneas
RomanceMargareth Baker y Sofía Morgan aunque muchas personas lo nieguen, soy muy parecidas entre sí, tal vez la diferencia esta en su apariencia física, una es de cabellos rojos y rebeldes, mientras que la otra mantiene bajo control su lacia melena negra...