Rose se mantenía en silencio a no ser que le hablaran directamente a ella. Aunque había apreciado demasiado que ellos fueran considerados con ella y aceptaran que no era la diosa de la primavera, aún le parecía difícil conectar con ellos, especialmente al pensar que se trataba de dioses con los que estaba hablando.
No podía creer que estuviera frente a entes inmortales y con poder ilimitado "los gemelos amarían esto" era lo único que pensaba, mostrándose ajena a esa situación en todo momento. Aún así disfrutó de la compañía, en un momento como ese Rose se encontraba tan estresada que era entretenido oír a aquellos invitados contar anécdotas y compartir una velada con ella; de alguna manera le ayudaban a distraerse de la lúgubre situación que vivía al menos un poco.
Pero no todo era eterno y ellos deberían marcharse eventualmente, con un peso menos encima ya que habían sido capaces de ver una vez más a Kore, aunque ésta aún pareciera no aceptar su verdadera identidad. Se despidieron de ella con un cariñoso saludo, especialmente Hera, y dejaron a la dama a solas con Hécate y Deméter.
—Puedo quedarme si así lo deseas. —sugirió Deméter, preocupada por dejar a su hija sola una vez más.
—Tengo mucho que procesar. —comenzó a decir Rose, levantando las tazas sucias de los invitados.— Aprecio el gesto, pero creo que será mejor si las enfrento por mí cuenta... ¿Dónde está la cocina?
Deméter observó a Hécate, como si estuviera buscando respaldo allí, pero la mujer se encogió de hombros, guiando a Rose hacia la cocina.
—Pero creo que será mejor para ambas si...
En ese momento Rose se dio la vuelta, quedando frente a la diosa de las cosechas, y puso una de sus manos sobre el brazo de ella.
—Sé que deseas ayudar, y realmente estoy agradecida. Pero he lidiado con las cosas por mí cuenta toda mí vida, es más fácil para mí así. —el tono de voz de Rose era sereno pero aún así seguro, y Deméter no tuvo más opción que respetar a su hija porque ella parecía no estar dispuesta a negociar al respecto.
—Hécate tiene mí número. Llámame por cualquier cosa y estaré en un santiamén ¿Si?
Rose dejó las tazas sobre la mesa de la cocina y asintió, sin saber realmente cómo despedirse de ella. Deméter estaba convencida de que era su madre, y sólo Dios sabía lo mucho que Rose había anhelado tener una a lo largo de su vida, pero ahora tenía otras preocupaciones en mente.
Apenas Deméter se marchó Rose buscó a Hécate con la mirada, dando a entender por su preocupación que estaba esperando poder ver a Hades.
—Sígueme. —hizo un gesto con su mano para que la menor siguiera sus pasos.— Lo han traído aquí mientras estabas poniéndote al tanto. Está estable, pero no sabemos cuánto puede tardar en despertar.
Ambas se detuvieron en una de las puertas, pero Hécate no avanzó sino que se quedó allí, haciendo un gesto con su mano para que Rose entrara.
—Te dejaré sola. No debes cuidar de Hades, su cuerpo se regenerará por su cuenta ¿Si? Siéntete como en casa, eso hubiera querido él.
Antes de que la diosa se marchara, Rose le dió un abrazo. Hécate no esperaba quello pero no tardó en corresponder aquél gesto. Ahora era turno de la morena de cruzar aquél umbral por su cuenta, para así poder enfrentar la realidad que estaba viviendo por más extraña que le pareciera.
—Gracias por todo. —murmuró la menor.
—No hay de qué, sólo hago lo que es mejor para el Inframundo.
Al marcharse Hécate ella entró a la habitación, sin acostumbrarse aún a que ese lugar enorme. Su mirada estaba fija en el gran ventanal que había del otro lado de ésta, tan concentrada que apenas notó que un enorme perro de tres cabezas se encontraba cuidando atentamente el lugar al borde de la cama. Este al verla alzó sus tres cabezas en su dirección y gruñó de manera audible.
—Mierda. —murmuró para si misma dando un par de pasos hacia atrás de forma lenta.
Pero era demasiado tarde, porque la bestia se abalanzó sobre ella, pero a diferencia de lo que Rose esperaba, éste comenzó a lamer su rostro y agitar su cola con alegría. Adoraba a los animales, por lo que no tardó en reaccionar a aquello riendo por lo amigable que podía ser ese perro.
—¿¡Cómo esperas que te acaricie si tienes tres cabezas y yo sólo dos manos!? —exclamó cuando el perro abalanzó sus tres cabezas sobre las manos de Rose para poder recibir sus caricias.
Y así como si él le hubiera entendido se transformó nuevamente en un perro ordinario, al no tener que ser el único guardián de Hades se permitió volver a la normalidad, dejando a la vista un collar azul con una placa que decía su nombre.
—Cerbero… debí haberlo imaginado. —besó la frente del perro y se puso de pie, caminando hacia donde estaba Hades.— Así que estabas cuidando de él ¿No? Eres un buen chico.
Ella se mostró dolida al ver al rey en ese estado. La sábana que tenía puesta lo tapaba hasta el pecho, dejando sus dos brazos al descubierto. Él mostraba una expresión pacífica en su rostro, como si sólo estuviera dormido, y Rose peinó suavemente sus cabellos con sus manos.
—Hécate dijo que no tardarías mucho en sanar. —le hablo posando su mano en la mejilla de Hades.— Ella parece ser quién siempre tiene la razón por aquí, así que hazle caso y despierta rápido ¿Quieres?
Así fue como las horas se convirtieron en días, mientras que Rose se encargaba de las mascotas de Hades y pasaba la gran mayoría de su tiempo junto a él leyéndole los libros que encontraba en su biblioteca. A esas alturas ya conocía la casa como la palma de su mano, pero no tenía mucho tiempo para recorrer porque su mayor prioridad era Hades aunque Hécate le hubiera dicho que no era necesario preocuparse. Había estado noches enteras durmiendo en el sofá que su habitación tenía, despertándose ante el más mínimo sonido, totalmente atenta a cualquier movimiento que el dios realizara aunque generalmente eran falsas alarmas ya que Cerbero solía roncar bastante, lo que despertaba a Rose varias veces por noche.
Ya se habían cumplido dos semanas desde que Hades se encontraba en ese estado y Rose no podía soportar una noche más durmiendo en aquél sillón, así que prefirió moverse hacia la cama al menos esa noche porque su espalda se lo pedía a gritos. Se recostó junto a Hades, sin siquiera taparse con las sábanas que cubrían al dios, y cerró sus ojos buscando una noche de sueño tranquila. Pero, como todas las noches, se despertó por un pequeño ruido en la habitación; en la penumbra de la noche creyó que era Cerbero nuevamente así que volvió a acomodarse para dormir. Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz de las estrellas que entraba por el ventanal pudo divisar a Hades abriendo lentamente sus ojos, algo que hizo que ella perdiera el sueño rápidamente.
—¡Hades! —exclamó Rose encendiendo la luz y lanzandose sobre él para darle un abrazo.— Pensé que nunca despertarías.
Mientras tanto el dios cerró sus ojos porque éstos estaban más sensibles a la luz que nunca, pero sentir el cálido cuerpo de Rose sobre él fue suficiente para que correspondiera el abrazo, escondiendo su rostro en el cuello de la morena y llevando sus manos a su espalda con lentitud, ya que aún estaba algo débil.
—Estoy tan acostumbrado a despertarme solo en ésta cama que es un alivio tenerte aquí a mí lado cariño.
Rose sentía el aliento de Hades sobre la piel de su cuello, algo que le había provocado escalofríos y le robó una notoria sonrisa. Ella aún sostenía al dios entre sus brazos, como si tratara de protegerlo de estos solitarios recuerdos que lo atormentaban.
—Me alegra tanto que estés bien, ahora vístete que debes comer algo, llevas en la cama una eternidad. —plantó un suave beso sobre su frente; nunca había estado tan alegre de ver a Hades sonreírle de esa forma, estando segura de que ahora se encontraba fuera de peligro.
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𝗘𝗩𝗘𝗥𝗟𝗔𝗦𝗧𝗜𝗡𝗚 ˡᵒʳᵉ ᵒˡʸᵐᵖᵘˢ
Fiksi PenggemarPerséfone era una poderosa deidad, pero el haber sido desterrada en el reino mortal había traído mortales consecuencias para ella. El cuerpo de la diosa se desintegró, creando así lo que ahora se le conoce como invierno. Nadie en el Olimpo supo jamá...