“Muchas gracias por la compra”
Le dijo a la mujer que le compro la casa, luego de haber colocado hace más de 5 meses un gran cartel indicando qué el lugar estaba en venta, esta mujer fue su salvación, y también la de su bolsillo. Una vez había vendido la casa donde vivió gran parte de su vida, donde pasó toda su niñez y gran parte de su adolescencia, hasta la muerte de su madre, el acontecimiento que lo marcaría de forma permanente, y que haría que lo poco que quedaba de su fe interna, muriera junto con ella. Luego de aquella tragedia, se quedó viviendo con su padre durante muchos años, le dio parte del dinero a su padre y con el resto comenzó la mudanza, hasta un barrio lejano de donde él vivía. Realizó el pago y se instaló en el barrio, cuando llegó, se llevó una primera impresión bastante buena, ya que sus nuevos vecinos le dieron la bienvenida, una pareja de ancianos que parecían ser bastante tranquillos y amigables, el hombre de la casa le ayudó a mover un par de muebles desde el camión de mudanza hasta su nuevo hogar.
Su esperanza estaba cada vez más alta, ya que le gustaba la casa, los vecinos fueron amables con el, y el barrio parecía ser bastante callado y tranquillo, todo aquello le causaba un poco de felicidad en el interior, felicidad que se transformo en la esperanza en que podía sentir verdadera paz una vez más, y que podía empezar desde cero una nueva vida, dejando atrás todo tipo de negaciones que lo estuvieron siguiendo con el pasar de los años.
Una semana había pasado ya y todo en general le pareció bastante bueno, el lugar era tranquillo, la gente amable, y la experiencia era bastante agradable… El nunca supo a donde fue a parar todo eso…Luego de varios días, cuando ya había pasado poco más de un mes, estaba en la sala principal recostado en su sofá, leyendo un libro y con algo de música baja, escuchó que tocan a su puerta, era la primera vez que alguien lo buscaba en el barrio desde que se había mudado, con toda la buena vibra del mundo abrió la puerta, se trataba del vecino que le ayudo con los muebles de la mudanza hace unas semanas. Lo invitó a pasar a su hogar y que tomaran juntos un café, pero él anciano no quiso tomar nada. El señor lo miró, y con un peso en sus ojos que le impedía levantar la mirada, le dijo
“chico, ¿nos podrías hacer un favor?”
el hombre le respondió:
“claro que si, siempre y cuando esté a mi alcance lo ayudare en lo que sea”
El anciano pensó un poco, y luego de unos segundos de silencio con la cabeza baja, dijo:
“veras chico… ayer recibí la noticia de que mi hermano había enfermado gravemente, me pidieron que vaya a cuidarlo, y no tengo dinero para pagar un guardia, ¿podrías cuidar tu nuestra casa mientras no estamos?”
El hombre no sabía cómo responder a eso, sentía que era algo que no le correspondía hacer, porque el tampoco podía dejar su casa sin supervisión, pero al mismo tiempo pensó que sería correcto para conocer el hogar de la pareja, y así le devolvería el favor que le hizo con los muebles el mes anterior, el le dijo que lo pensaría, y el anciano se fue.
Al día siguiente ya se había decidido, el tampoco quería contratar ningún guardia por cuestiones de dinero, así que aceptó el favor que el hombre le pidió, el fue hacia su casa, le dijo que si lo haría, y el hombre, con la cabeza baja, sonrió levemente, y le dio las gracias. Le dijo a su mujer que suban a su auto, y antes de que el hombre se fuera… le susurró al oído:
“colgada en la puerta de entrada hay una lista de tareas que vas a tener que seguir mientras no estemos, por favor cuida este lugar chico, no tardaremos mucho en regresar”
Le entrego las llaves, y sin decir ni una palabra más, se subió al coche, y se fueron. Cuando los perdió de vista se fue a su casa, a guardar algunas de sus cosas y a asegurarse que todo esté bien cerrado para cuando caiga la noche, luego de una hora fue para la casa de ellos. Una vez en frente de la puerta de entrada, sentía una extraña sensación en la mano que sostenía la llave de la puerta, como si otra mano lo “impulsara” a abrir la puerta, queriendo que el esté dentro, Decidió ignorar aquella sensación y abrió la puerta. Cuando la puerta estaba abierta, no parecía ver nada raro, una casa bastante común, de dos pisos y con un sótano, era bastante más grande que su casa, y eso le causo un poco de celos en el buen sentido. Agarró una caja con algo de comida que trajo desde su casa al hogar de la pareja, y mientras estaba guardando la comida, recordó lo que le había dicho el anciano, el salió de la cocina, y una vez frente a frente en la puerta de entrada vio una hoja colgada como el hombre le dijo, se trataba de el listado de tareas, solo que lo quitó de su lugar y lo puso en la mesa de la sala principal, para que luego de haber visto todo el lugar, se siente a leer las nomas de dicha casa. Recorrió el piso de abajo y contaba con cuatro habitaciones, la cocina, un baño, un dormitorio y la sala principal, luego subió las escaleras y llegó al piso dos, este piso era mucho más extraño que el primero, ya que contaba con cinco habitaciones, otro baño, una habitación donde había dos libreros, otra habitación que estaba bajo llave y otros dos dormitorios. Esto último lo dejó un poco confundido, ya que en el primer piso había un dormitorio con una cama lo suficientemente grande para dos personas.
Dónde el intuyó, es donde duerme la pareja, pero ¿para quienes serian los otros dos dormitorios de arriba? Se preguntaba, pensó que lo más lógico sería que sus hijos dormían ahí, aunque nunca le dijeron si fueron padres o no. Llegada la noche, el ya empezaba a sentir hambre, puso a hervir agua y pasados unos minutos, unas pastas a cocinarse, en lo que la comida se hacía, se sentó en un sillón de la sala principal y se puso a leer la lista de tareas.
El listado tenía tareas muy normales y sencillas, pero conforme el fue bajando la mirada para seguir leyendo, se preguntaba si realmente tenía que seguir las tareas de abajo, porque le parecieron demasiado extrañas…
La lista tenía un total de siete tareas, las cuales eran:
ESTÁS LEYENDO
Las Velas se Apagan
Mystery / ThrillerUn hombre entristecido por su pasado desdice agarrar la pala del olvido y enterar su pasado junto con todas las negaciones que lo persiguieron con el pasar de los años