Stephanie se sintió un poco culpable por haber llamado a su hermano mayor en un ataque de ira, no es como si ella no pudiera luchar sus propias batallas, siempre lo había hecho con calma y alevosía, pero cuando se trataba de Nathan lloraba, reía, y se dejaba llenar por la rabia, ni siquiera podía controlar sus acciones, menos sus pensamientos.
Y ahora venía su padre, después de decir que a su pequeño lo maltrataban en el colegio, sabía que había invocado al diablo, cuando ella era la que sufría de matoneo en la escuela se había puesto peor que ella misma en esos momentos, juró dejar sin empleo a todos en la escuela y sus familias... Sí, las amenazas anteriores no habían sido de su autoría, lo había aprendido de casa.
Y sino hubiera sido por su madre, podría haber cumplido su amenaza, pero ahora su madre no estaba ahí ¿Quién convencería a alguien tan poderoso y caprichoso como él? Con hijos tan autónomos e independientes, era obvio que tenían que sacarlo de algún lado.
Aunque su cargo de consciencia se iba cada vez que miraba al profesor que había culpado al pequeño de que le hicieran daño, con su aura de autosuficiencia como diciendo que ella tendría que correr con el rabo entre las patas.
Claro que siendo solo Step, no era que pudiera usar solo su fuerza y aunque en algún momento le hubiera gustado decir quien era en realidad, pero en un corto periodo de lucidez pensó que no era el momento adecuado, aunque este no duró lo suficiente.
No habían pasado ni veinte minutos cuando por la puerta principal entraron dos hombres de traje que con su gran presencia intimidaban al más valiente, claro su altura y corpulencia eran la principal razón de eso, el hombre mayor a pesar de su edad y de apoyarse en un bastón, conservaba su espalda como recta al andar, las arrugas en su rostro le daban un tierno toque, el cabello blanco combinado con lo poco que le quedaban oscuros mostraban la sabiduría que había logrado con los años, y la firmeza de sus pasos le mostraba a quien lo notara que era un hombre al que no podías intentar engañar y salir bien librado por ello.
El segundo hombre era mucho más joven, más alto y obviamente más fuerte, además su tosca mirada daba una sensación de que serías asesinado muy pronto, al igual que su acompañante mayor su andar era firme y seguro, demostrando que muy pocos podrían desestabilizarlo.
—Señores Stottlemeyer ¿Qué puedo hacer por ustedes?— La rectora sentía como la sangre abandonaba su cuerpo.
—Vengo a apoyar a nuestra querida Stephanie —Su hijo James ya le había dicho la situación de su pequeña, así que aunque quisiera decirle a todo el mundo que se trataba de su hija no lo haría por respeto a sus deseos —Y a uno de mis socios más queridos.
¿Socios? Pensó Stephanie ¿Qué planes tendría su padre para entrar a su nueva vida?
—No sabíamos que el Sr. King era un socio, de igual manera estamos tratando este asunto con la acción debida— La rectora tomó el control de su cuerpo, así que abarcó el tema que le importaba a los recién llegados.
—¿Tío?— Nathan estaba escondido en los brazos de su niñera desde el principio, por eso no los vio llegar, tampoco había visto a las personas en la mesa, levanto la mirada para encontrar la persona que había dicho ser su tío en la fiesta.
—Hola Nate— El hombre joven enterneció su rostro para ver al niño que lo miraba con curiosidad, avanzó un par de pasos para despeinarlo un poco en modo de saludo.
Poco a poco los integrantes de la junta fueron reconociendo a los dos recién llegados, el hombre al que antes Step había despedido no se había ido, pues pensó estúpidamente que una desconocida no podía entrar y decidir sobre su futuro, ahora consideraba irse sin que lo vieran para que al menos pudiera volver a conseguir trabajo en un futuro no tan lejano.
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Una madre para Nathan.
RomanceNathan tiene apenas tres años cuando es abandonado por su madre, días antes lo ha secuestrado consigo para que su ex pareja y padre del menor le de dinero para sus "gastos personales". En el peor día de su vida conoce a Stephanie, una despistada y l...