Epílogo

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Epílogo

Narrador Omnisciente

La chica dando el último suspiro de su vida, el frío matándola viva, aún así, estiró su mano y alcanzó la del ruso.

-¿Alguna vez sentiste algo por mí?- Logró articular.

Adler intentó abrir los labios, pero no pudo, los tenía congelados. La impotencia de no poder decirle algo lo mataba, lo comía vivo.

-Adler...me arde mucho..

La chica soltaba lágrimas lentas, que en segundos se congelaban sobre su piel, apretó el agarré de sus manos, no queriendo soltar al ruso a pesar de no tener fuerza física.

-M-muñeca...

Ella sollozó y su pecho tembló sobre la nieve, cada vez sentía menos su cuerpo, las lágrimas seguían cayendo y abrió la boca para soltar un gemido de dolor.

-Dímelo Adler...dime que te gustaba lo prohibido y siempre me amaste.- Pidió ella con su último suspiro.

-Te adoro...siempre lo hice...

Pero ella ya había cerrado los ojos, muriendo en el instante que él confesó su sentir.

Dos grandes lágrimas rodaron por las mejillas de él cuando sintió la palma de Arlette más fría de lo que ya estaba.

Abrió la boca para soltar un sollozó al saber que había perdido a la persona que más quería en todo el mundo, la persona por la que hizo todo y lo hubiera seguido haciendo.

Acababa de perder a su mujer, porque siempre fue ella, y siempre lo sería, aunque nunca se lo hubiera dicho, sabía que siempre lo supo.

Adler intentó acercarse a ella y con todas las fuerzas que reunió rodó hasta estar a lado del cuerpo de Arlette se veía pálido y estaba helado, extendió sus manos a sus mejillas y dejó un beso sobre sus labios, muriendo en el instante en que selló sus labios en un pacto y cayendo sobre ella, muriendo juntos.

Un pacto que perduraría por toda la eternidad, porque sus almas permanecerían juntas y tomadas de la mano, porque el amor que sentían el uno por el otro era mayor a cualquier cosa.

...

Cuando la policía encontró los cuerpos de quedaron incrédulos al ver lo que había, y era una pequeña zorra de color blanco sobre la espalda del ruso, que casi cubría la nieve.

Intentaron alejarla, pero el animal aulló y aulló hasta que pasó del 31 de Diciembre, a 1 de Enero, llevándose consigo la fecha en que el ruso y la italiana se habían conocido.

La policía sacó e identificó los cuerpos, llevándoselos en aviones a Italia, su madre había pagado una gran suma de dinero por el cuerpo de su hija y del que fue su prometido, cuando estuvieron en la morgue Isla apareció y entró, quitó la sábana que cubría a ambos y los miró sin ningún gesto visible.

Dexter, por su parte miraba solo a su hermana.
Connor miraba el cuerpo de la chica que se supone que debía cuidar toda la vida, justo como le había prometido a su padre y se sentía horrible por no haber podido cumplir tal promesa.

-Llévenlos al cementerio, quiero que estén a lado de Iván y los entierren juntos, Arlette hubiera querido eso, también déjale el anillo de compromiso.- Murmuró su madre, saliendo casi corriendo del lugar.

Connor soltó unas lágrimas y se las limpió, antes de hablar con los médicos y Dexter empezó a caminar sin rumbo alguno.

Isla estaba echa un ovillo en la esquina del baño, llorando desconsoladamente por volver a tener una pérdida en su familia, y pensando en que había hecho mal como para perder a dos de ellos, quedándole solo uno.

Pero Arlette y Adler estaba en paz por 2 razones:

La primera era porque por fin habían podido descansar y dejar a un lado el poder, el orgullo, el prejuicio y el odio.

Y la segunda era porque siempre estarían juntos, y el anillo de compromiso era prueba de ellos, porque aunque Arlette no lo supiera, Adler siempre llevó un anillo igual pero en pequeño.

...

-¿Sabes por qué te quiero tanto?- Le preguntó Arlette a Adler.

Ambos se habían escapado a Hawai durante 2 semanas, nadie nunca lo supo.

-¿Por qué?- Preguntó el ruso, harto de sus preguntas románticas.

-No lo sé realmente, solo sé que te amo, ¿tú me amas?- Le preguntó de nuevo.

Adler no respondió pero la tomó de la mano y la puso frente al espejo, acunando su abdomen.

En ese viaje se habían enterado del embarazo de Arlette, solo había pasado 1 mes antes de la tragedia en Rusia, y la italiana tenía 4 meses de embarazado.

-Quiero que se llame Keyla si es niña.- Murmuró ella.

Adler relajó su mirada y pasó las manos por ahí, el atardecer iluminándolos a la perfección.

-Mejor Anette, así se llamaba mi tía.- Murmuró.

Arlette frunció la nariz.

-No me gusta.

-No me importa, yo le pondré el nombre cuando estés muerta por la anestesia, y no podrás hacer nada.- Se burló el ruso.

Arlette rio y negó.

-Eres un idiota.

Él no respondió, se quedó callado mirando el abdomen de la chica a través del espejo preguntándose en qué momento había pasado.

-Yo quiero irme ya, ¿Podemos ir a cenar?- preguntó la pelinegra ganándose la mirada del ruso.

-No.

Hizo un mohín con los labios y se alejó de ahí antes de caminar al balcón y quedarse ahí, él por su parte solo la admiran a Arlette, el atardecer iluminaba su silueta y en verdad era el amor de su vida, ese instante lo supo.
Soltó un bufido y negó antes de empezar a caminar hacia ella y cargarla mientras reían hasta acabar entre las sábanas del mafioso y tener una noche tranquila y Serena.

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