Qué nos pasó? Fue la pregunta que me hice después de ver los mensajes de mi ex novia. Conversaciones que estaban guardadas ya en la memoria de mi computadora. Fotos. Recuerdos viejos. Que sólo tenían dos meses, pero parecían más antaños, como si hubiera sido en otra vida. Aunque de hablando figuradamente, esa había sido otra vida.
Cerré mi computadora. Aliste mis cosas para salir, llaves, audífonos, teléfono, dinero, identificaciones, un lector de libros electrónico y todo lo guarde en una pequeña mochila. Me fui a un café cercano que estaba en el tercer piso de una plaza, que se encontraba en un cerro. Me encantaba ir allí porque tenia vista a la ciudad, una terraza, ambiente tranquilo, ideal para relajarse, platicar, pensar, etc.
Llegué, pedí un frappuchino, a los pocos instantes me lo sirvieron, salí a la terraza, me sente en un comodo sofa y me puse a seguir leyendo el libro.
Pasaron el tiempo y las páginas volando. En la historia, el protagonista se encontraba tratando de enamorar de nuevo a su ex novia después de haber sufrido un accidente que la hizo olvidar la mayoría de sus recuerdos, mientras que muchos le decían que no tenía esperanza, y aparte se encontraba en una crisis familiar. Estaba en la parte más interesante, justo cuando escucho que alguien me habla.
Vuelvo a la realidad y veo que una mujer estaba sentada delante de mi en un sofá parecido al mio. Estaba muy bonita, parecía de unos 19 años, con el cabello lacio y castaño hasta los hombros, ojos color miel, de cara fina y cuerpo delgado, tenía tres pendientes en cada oreja, y tenía un vestido marrón hasta las rodillas, con unas botas negras.
-¿No piensas responder? -me preguntó.
-Disculpa, no te escuché -me excuse.
-Veo que esa historia te tiene tan consumido -me respondió después de una pequeña risa- te preguntaba que si cual libro estás leyendo.
-Oh si, perdón, se llama El canto del olvido.
-Hace poco termine ese libro, cuando empecé a mirarte más seguido por aquí.
Eso me dejo un poco estupefacto.
-¿Ya me habías visto antes?
-Si, tengo como un mes mirándote que vienes muy seguido, y siempre me has llamado la atención porque vienes sólo, no socializas con nadie, sólo te pones a leer, y yo siempre vengo sola, así que pensé que sería buena idea hacerme amiga de alguien a quien tiene algo pequeño en común conmigo, como es el hecho de venir en solitario.
Eso sí que me dejo impactado, lo más seguro es que se me notara en la mirada. Lo único que se me ocurrió hacer fue preguntarle entre tartamudeos cual era su nombre. Me respondió con una dulce sonrisa que se llamaba Elena. Después me preguntó por el mío, que le respondí Javier.
Poco después empezamos a tener una conversación fluida, sobre temas un poco tontos, como a cuántas fiestas había ido en el último año, con quien se había liado sólo por ese momento, hasta llegar a conversar sobre sus libros favoritos (que por cierto, espero que me hubiera mentido cuando me dijo que al final del libro la joven habia vuelto a olvidar mas cosas y el pierde las esperanzas) y películas.
-¿Ya viste la película de La casa maldita? -me preguntó.
-Aún no ¿todavía sigue en el cine?
-Si, en cualquier momento la pueden quitar y me fastidia que todavía no la haya visto, todos mis amigos ya la vieron.
-Me pasa lo mismo.
Después de un pequeño silencio me pregunta
-¿Y si vamos a verla? ¿Ahorita?
La idea me agradó un poco, pero apenas hacia una hora que la había conocido y sería algo inadecuado que en ese momento fuéramos al cine a ver una película. Así que me inventé un pretexto.
-Lo siento, es que tengo que ayudarle a mi mamá a mover unas cosas de la casa, así que creo que en poco tiempo ocupo irme.
-Ah -me dijo algo decepcionada- perdón, fui un poco impulsiva, no debí de pedirte tan rápido que me acompañaras al cine, espero que no pienses mal de mi.
-No te preocupes -empecé- si me gustaría acompañarte, pero sería en otra ocasión, y no pienso mal de ti.
-Bueno, pero por mientras iré sola -me dijo con optimismo ahora- no me perderé ver esa película en la gran pantalla.
Ahora me tentaba la idea de acompañarla y me había arrepentido de haber inventado algo para no ir.
Saqué mi teléfono, hice como que mandaba mensajes, después lo guarde y volví a mirarla.
-Dice mi mamá que no hay problema en que le ayude en otro momento.
Así que muy alegremente nos fuimos del café y nos dirigimos al cine, que se encontraba en otro lado de la misma plaza, la función más cercana empezaba en pocos minutos, en sala de lujo, así que no nos dio tiempo de comprar palomitas, apenas y entramos a la sala cuando se había acabado el último anuncio, cuando nos sentamos y nos reclamamos en el asiento ya había pasado el título de la película.
La película tenía terror y violencia desde los primeros diez minutos, tanto así que me daban ganas de esconderme en Elena, pero no lo hacía por vergüenza, a parecer un miedoso y porque era alguien a quien apenas había conocido.
Sentí la cabeza de Elena apoyada en mi hombro, cuando volteo a verla, estaba con la cabeza volteada a mi cuerpo, tapándose la vista, sonreí, le pase mi brazo por sus hombros y la abrace. Después ella me empezó a mirar y yo la miré también fijamente, fue moviendo su cabeza ladeandola hasta acercarse a la mía, yo no pude resistir la tentación así que me acerqué a ella también y nuestros labios quedaron juntos y así ocurrió un muy maravilloso beso.