8. restricción.

279 30 25
                                    

Tres semanas atrás.


Durante las prácticas solían mantenerse concentrados en el baile o en el canto, y nada más. Cada miembro se centraba en sus propios movimientos y técnicas para sacarle provecho a su talento y dar la mejor presentación durante las promociones.

Eran exigentes consigo mismos muchas veces, y entre tanto sobrecargar su cuerpo con dietas extremas y exceso de ejercicio, terminaban agotados, o en el peor de los casos, desmayándose. Pero estaban acostumbrados. De eso se trataba su trabajo y con el tiempo pudieron llegar a adaptarse hasta que escenarios como esos no volvieron a repetirse de manera tan constante. Jamás dejaban de suceder en realidad, pero al menos podían sobrellevarlo de mejor manera.

Y esta vez, parecía ser una excepción, puesto que todos se veían realmente inmersos en su trabajo sin ningún meollo interrumpiéndolos.

—Taeil, estás confundiendo los pasos —Doyoung señaló al verlo mezclar un paso de la segunda estrofa con el del coro—. Tienes que hacerlo así.

Y empezó a indicarle. Taeil lo imitó con cuidado, procurando que sus movimientos fuesen iguales a los de Doyoung, y cantó victoria cuando lo logró. Continuaron practicando juntos hasta que el mayor de los dos se cansó.

—¿Podemos hacer un descanso? —pidió en voz alta, haciendo que todos lo escucharan e interrumpieran su práctica.

No hubo discusión, automáticamente todos dejaron de hacer lo que hacían y, o se desplomaron exageradamente en el suelo como si hubiesen llegado de correr, o se iban al sofá a descansar por unos momentos. Los miembros comenzaron a juguetear entre ellos apenas tuvieron tiempo, aunque los más juguetones estaban centrados en otra cosa.

—Mark, ¿estás bien? —Haechan se aproximó a él al verlo pálido y a punto de lo que parecía ser un desmayo.

Rápidamente Mark se incorporó para aparentar un buen estado.

—Sí, estoy bien —dijo, aunque su voz salió en un hilo y sus ojos estaban idos.

—No te ves así.

—Lo estoy —repuso, y sin siquiera mirarlo se acercó a la puerta y salió en dirección al baño.

Haechan lo siguió sin importarle nada. Mark andaba extraño desde hace días, podía notarlo en ciertos detalles. No sabía si era él nada más quien lo captaba, y si es que llegaba a serlo, le preocupaba. Porque Mark no se veía bien y si algo le pasaba nadie podría estar ahí para ayudarlo, sólo él.

Vio a su amigo escabullirse por el baño y entrar en un cubículo. Se encerró dentro antes de que pudiese hacer nada.

—¿Mark? —llamó a su puerta, pero no recibió respuesta—. Mark, déjame ayudarte.

—Estoy bien, Haechan. Sólo quiero estar a solas un momento. —Su voz hizo eco en el baño, y aun con ello Haechan percibió la mentira en su tono vocal.

—No, Mark. Has estado extraño últimamente y me preocupas. Sólo quiero hablar.

Hubo un ligero silencio hasta que oyó el pestillo de la puerta ser desbloqueado. Mark apareció detrás, con una mirada mortífera que jamás había visualizado en él.

—Si no estás bien, dímelo, podemos solucionarlo jun...

—No hay nada que solucionar, Donghyuck. No puedes ayudarme —cortó. Su mirada se mantuvo sobre la suya por unos segundos hasta que la apartó.

Haechan se vio tan intimidado por sus ojos, que instintivamente dio un paso atrás por seguridad. Mark se fue, sin agregar nada más, como si con aquello ya lo hubiese dicho todo.

desvanecidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora