Prologo

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Observó la enorme M en mitad de la calle, se acercó un poco más, pero no supo qué era, era un mástil enorme, calculaba unos cinco metros, quizá cuatro, al quedarse viendo por aquel tiempo supo que emitía una luz sobrenatural e inexplicable, algo fuera de este mundo que de alguna forma extraña lo llamaba.

Entonces, el sonido de unos pasos no muy lejos de donde estaba él y llamado por la necesidad fue tras él. Fue una empresa difícil y casi creyó que amanecería antes de poder terminar dicha pesquisa.

A pesar de ser la noche, esta se le antojó demasiado iluminada y las luces extrañas que encontró en el camino le lastimaron los ojos, de tal forma se distrajo en estas que casi perdía de vista su objetivo que se movía entre el mar de gente con bastante rapidez, luego lo vio desaparecer al bajar unas escaleras, hacia una especie de pasadizo subterráneo, inseguro primero, luego viendo que otros individuos siguen su camino, lo cree seguro y procede a seguirlo.

Hay muchas personas, olores y colores, luces que lo lastiman, pero mágicamente da con el dueño y razón de esta persecución y va con él dentro de una especie de tren acorazado. Todo aquello lo aturdió terriblemente, una mujer le ayudó a ingresar al verlo tan perturbado, fue bueno con él y este le pidió que lo llevara a donde estaba hacia aquel objeto de su deseo, sin que la mujer supiera, claro, a quién se refería.

Pasaron minutos, según él y no hubo nadie más en su campo visual que aquel objeto de su deseo y curiosidad, este tenía un aparato, pensaba él, medicinal en los oídos y no despegaba la visión de un objeto extraño en sus manos, repentinamente, luego de alguno minutos que creyó seguro se levantó y siguiéndolo con la mirada se levantó dejando a la mujer que fue de ayuda y salió de aquel lugar, el resto fue muy rápido como para describirlo, pronto retorno a el río negro sólido, las luces, aunque más tenue, pero sin tanta gente a su alrededor.

Aquel lugar olía a aceite, a césped y también a frío, a madera y humedad. Aquel lugar era un alto edificio, causaba temor por esta característica. Este era el lugar final y el objeto que lo trajo aquí estaba dentro de él. 

La melancolía del no vivo | Hetalia|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora