"Atrapada" Capítulo 1

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31 de Diciembre 2019.
Esa fue la primera noche que escuché sobre esta pesadilla.
Mi vida siempre ha sido simple y bastante ocupada. Vivo por todo el mundo, la mayor parte del tiempo estoy en el cielo. Desde que decidí ser sobrecargo, supe que tendría muchos beneficios pero que también iba a sacrificar muchas cosas. Tengo 34 años, soy divorciada y no tengo hijos. Supongo que es parte del sacrificio. Vengo de una familia grande, mis padres tienen un matrimonio hermosos con cuatro hijas y cinco nietas, hasta este momento. Somos una familia muy unida, así que el poco tiempo que estoy en tierra, estoy con ellos.

Mi noche favorita del año es "Año Nuevo". Es la fecha en la que estamos todos juntos, mis padres hacen una fiesta grande y todos puede invitar a quien quieran. Esa noche es muy especial, desde pequeñas nos enseñaron a hacer todo el ritual en el que das gracias por las metas alcanzadas, por lo que el año se llevó y por todo lo aprendido. También, es una noche para celebrar que vienen tiempos mejores y poner la mirada en retos nuevos.

Esa noche, uno de mis cuñados miraba atentamente su celular y se veía preocupado. Nos hablaba de los casos de contagio y muerte de aquel virus nuevo y mortal que invadía a China. Según lo que él contaba, parecía una de esas películas de tarror. Resulta que este virus era desconocido y estaba atacando a la población sin síntomas reales, sin aviso, causando miles de muertes. Mientras él platicaba yo no podía dejar de pensar en The Walking Dead, me parecía increíble. Yo no solía volar a esa parte del mundo, por lo tanto no tenía mucha idea, había escuchado algunos rumores pero solo eso.
Recuerdo que una de mis sobrinas, preocupada, dijo que estaba asustada y que no se quería morir. Tenía miedo de que aquel virus mortal llegara a México. Y a nosotros, hasta nos pareció graciosos. ¿Cómo iba a llegar el virus hasta acá? Por supuesto que no, además China es una potencia mundial, seguro lo controlaría de la noche a la mañana.
Ese día pasamos una velada increíble, sonaron las doce campanadas y nos abrazamos con la nostalgia de dejar el año viejo y deseándonos que el 2020 fuera el mejor de nuestras vidas. Teníamos toda la ilusión de que este fuera nuestro año. Había muchos proyectos por venir en la carrera de todos.
Cenamos delicioso, lloramos de felicidad y reímos como nunca.
¿Cómo íbamos a saber que tal vez sería la última reunión en mucho tiempo?

La vida continuó, como siempre. Y mientras tanto los casos de contagio comenzaron a aparecer en otros países, el virus se había corrido por todo Europa y era una amenaza para America. Lo que parecía una pesadilla estaba apunto de suceder. Sabíamos que el virus iba a llegar y mientras tanto, nos tocaba esperar y mirar cómo la ola del tsunami crecía, creía y crecía más, hasta romper y alcanzarnos. Y así fue, el virus llegó por fin a America con toda la fuerza que se esperaba, todo se volvió un caos y algunos países cerraron los aeropuertos, incluyendo el mío, tratando de evitar los contagios. Cuando el enemigo llegó se declaró oficialmente "Una Pandemia". El mundo entero estaba en resguardo estricto hasta nuevo aviso. Especialmente las personas como yo, que trabajamos en aeropuertos y éramos catalogados como posibles portadores del virus.

Antes de que todo colapsara, hice un último viaje. El famoso vuelo Rroma-México. Se hizo famoso porque en él viajaban diez personas infectadas. Eso lo supimos días después, cuando nos dieron la mala noticia de que todos los pasajeros de aquel vuelo éramos posibles portadores del virus.
Todo fue muy rápido para mi, cual película. De un día para otro todo estaba parado, ya no tenía trabajo y probablemente me iba a morir por aquel virus. Los síntomas no eran muy claros, podían ser los mismos que de cualquier otro virus: a veces tos seca, fiebre, dificultad para respirar, etc. Así que solo tenías que esperar y rezar, si es que crees en Dios.

Mis padres se habían quedado "atrapados" en Miami en casa de unos amigos. Así que estaban seguros y eso me mantenía tranquila. El resto de mi familia tuvo que encerrarse en sus casas, sin despedirse, sin darnos un último abrazo. Pero todo era por el bien de mis sobrinas.
Y así fue que de un día para otro me quedé atrapada en el lugar que menos hubiera querido, viviendo una historia que jamás hubiera imaginado.

Llevaba un año divorciada del hombre que creí que sería el amor de mi vida, por lo tanto no tenía una casa, como dije antes, me la pasaba volando. Cada vez que llegaba a México me quedaba en casa de alguna de mis hermanas o en la de mis padres. Soy la menos de las 4 hijas, así que contemplando mi situación de corazón roto, siempre fui bien recibida.
Hace unos meses mis padres decidieron comprar una casa, la cual llamaron "El Reto", y sí que lo era. Esta es una casa muy grande y vieja, la persona que se las vendió dice que tiene más de 150 años de haber sido construida, cosa que a mi mamá le pareció fascinante. Además de ser vieja, se encuentra a las afueras de la Ciudad. En un lugar tranquilo, con solo 3 casas más en el conjunto y un bosque maravilloso que las rodea. Todavía recuerdo la primera vez que la vi, quedé aterrorizada, pensé que era una casa tal cual de película de terror. Siempre me han gustado este tipo de películas pero también soy la más miedosa. Esta casa parecía abandonada, tenía puertas de madera de las que rechinan, paredes gruesas que guardan tuberías escandalosas y secretos, techos muy altos, vidrios rotos, llena de telarañas, etc.
Cuando recorrí la casa me pareció horrible y pensé que sería imposible arreglarla. Uno de los cuartos llamó mucho mi atención. En una de las paredes había una puerta sellada con cemento, tal cual se veía que ahí había una puerta y la habían clausurado para cerrar el paso. Esa puerta antiguamente daba a un cuarto de servicio que está por afuera de la casa. En fin, sin importar mis consejos, mis padres decidieron comprarla y arreglarla. Después de unos meses de mucho trabajo la casa estaba lista. La verdad quedó muy bonita, pero yo la seguía viendo tétrica. Pensaba en que alguien debía estar loco para vivir ahí solo. Y para mi mala suerte, quedé atrapada ahí. Cómo posible portadora del virus, tenía que aislarme de emergencia y no había otro lugar en el que pudiera estar, así que estaba destinada a pasar la cuarentena en la casa del terror, completamente sola. Si no es que tenía que ir a un hospital por el virus.
De cualquier manera, mis padres ya me habían contado que en el fraccionamiento, justo en frente de su casa, había un doctor y por supuesto que ya tenía su teléfono por cualquier cosa. Siempre he tenido el concepto de Doctor como un señor de 70 años, con el pelo perfectamente bien arreglado y la barba bien cuidada. Alguien bonachón y protector. Así que me sentía tranquila de que aquel personaje viviera cerca de mi.
El primer día que llegué, me sentí en paz. Después de pasar por el caos y la psicosis de una cuidad enferma de miedo principalmente, llegué a esa casa alejada de todo.
Me instalé en el cuarto de mis papás, el más grande y cómodo. Tomé un baño y me senté a contemplar el paisaje. En este cuarto hay un ventanal inmenso, que permite ver una parte del bosque y una de las casas del fraccionamiento, la del Doctor. Mis papás tienen una mesita con sillas frente al ventanal y ahí es donde toman café. Y eso hice yo también. Me preparé un café, miré el bosque y su tranquilidad. Cuando estaba más relajada, escuché música electrónica bastante fuerte. Automáticamente mis ojos hicieron una búsqueda para identificar el sonido y lo encontraron. La música venía de la casa de enfrente, precisamente de la terraza. Esta casa de enfrente, es una casa muy bonita. Anteriormente había una similar a la de mis papás, pero los dueños decidieron tirarla y construir una nueva. Así que, ahora es una casa grande con acabados de manera y ventanales grandes. La típica cabaña moderna de película.
La música no paraba de sonar y no veía a nadie, pero de repente...salió a la terraza un tipo joven, probablemente de mi edad, de muy buen cuerpo, descalzo, vestido con un pants y sin playera. Se veía desvelado, parecía que la música era para despertarse. En la mano tenía una taza de café, se recargó en el barandal y miraba hacia el bosque, pensativo.
Por supuesto que cerré un poco las cortinas para que no me viera, era un hombre muy bien carecido y yo no estaba presentable para un primer encuentro. "¿Será ese el doctor? No lo creo. Para nada tiene cara de Doctor." Eso pensé.
Después de estar un rato en la terraza, entró a la casa, apagó la música y ya no lo vi.

Llegó la primera noche, y en mi paranoia cerré todas las ventanas y la puerta del cuarto tétrico, el de la puerta sellada. Si en la noche se me ocurría bajar a la cocina, ni de chiste quería pasar por ahí. Me preparé para dormir y puse la tv un rato para arrullarme y no empezar con mis pensamiento de miedo. Necesitaba dormir para asimilar lo que estaba pasando y para planear mi encierro. Por fin estaba quedándome dormida, cuando escuché un ligero golpe que me hizo despertar de un brinco. Me quedé quieta esperando escuchar más. Tal vez había sido mi sueño, eso pensé. Pero cuando me relajé, se escuchó otra golpe más fuerte. El golpe venía del cuarto tétrico, estaba segura de eso. Me enderecé y prendí la lámpara del buró. Y de repente, se escucho uno más y otro más. El corazón me empezó a latir a mil por segundo y comencé a sudar frío. No sabía lo que me esperaba.

PalomaDF

"Te amo en pandemia"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora