08. Vamos a ser papás

2.1K 38 14
                                    


Catherine

2012

Salía del consultorio de mi ginecóloga, quien me había dicho que todo estaba en orden y que William y yo podíamos buscar a nuestro primer bebé cuando quisiéramos. Ella me explicó todo respecto a mi ciclo y a pesar de ser algo que sabía perfectamente, no pude evitar ponerme nerviosa. Había bromeado diciendo que William estaría encantado y que lo buscaríamos desde ya. Cuando estoy nerviosa tiendo a decir cosas que no debería.

Al subir al auto, le di las gracias a mi oficial de protección por abrirme la puerta. Cuando me senté, me entró una llamada de William.

—Hola amor —me dijo apenas contesté.

—Hey, tú —le respondí emocionada.

—¿Ya vienes a casa? —me preguntó. Cuando salí esta mañana le dije que iría con Pippa y mamá a hacer unas cosas. Nunca le dije que vería a mi ginecóloga.

—Estoy en camino, ¿ya me extrañas? —lo escuché reír.

—Digamos que me aburro un poco sin ti, para no herir tu ego —ahora fui yo la que se rió.

—Vale, ya estoy a mitad de camino, no te desesperes y deja a mi señor ego tranquilo —reímos antes de colgar y me concentré a mirar por la ventana.

Llevábamos meses hablando sobre la idea de que ya estábamos listos para un bebé. Él siempre me había dicho que quiere su propia familia y yo también, así que estoy más que feliz por eso.

Bajé del auto cuando se detuvo frente a la puerta de nuestra casa en Anglesey. Al abrirla, un juguetón Lupo me recibió.

—Hola, ¿quién es el perrito más precioso del mundo? —me agaché y le acaricié la cabeza antes de besarlo—. ¿Dónde está tu papá? —le dije antes de darle otro beso.

—Aquí —William venía por el pasillo a recibirme.
Me levanté y lo abracé, me separé un poco de él para devorarle los labios. Él solo puso sus manos en mi cintura y me pegó más a su cuerpo. El tiempo se congeló por un momento, ahora sí me sentía en casa—. Yo también te extrañé —me dijo sonriendo para dejar un pico más en mis labios.

—Te tengo noticias —le di una sonrisa para luego caminar a la cocina.

—¿Buenas o malas? —venía detrás de mí al igual que Lupo, me giré por un momento y me encogí de hombros.

No le dije nada más, solo seguí mi camino. Saludé a Antonella, nuestra ama de llaves y ella me ofreció un vaso de juego, el cual acepté con gusto. Sentía la mirada atenta de William pero quería hacerlo sufrir un poco. Antonella salió dejándonos solos en la cocina.

—¿Me vas a decir o no? —yo reí y me apoyé en la encimera. Dejé el vaso de jugo sobre esta y le conté por fin.

—Hoy fui al ginecólogo... Dejé de tomar las pastillas hace dos meses —su cara iba cambiando cada que le decía algo—... ella me dijo que mis niveles hormonales ya están en orden lo que quiere decir que podemos comenzar a buscar a nuestro bebé —no dijo nada, solo caminó hasta donde yo estaba y me abrazó dejando un beso en mi frente. Estaba aferrado a mi cuerpo como si su vida dependiera de ello. No le dije nada, sabía que aunque estaba muerto de felicidad, también estaba muerto de miedo—. ¿Estás feliz? —le pregunté temerosa luego de un par de minutos.

—Muchísimo, muero por verte con nuestro hijo en tu vientre —me dio un beso en los labios.

—Lo sé, estoy muy emocionada —dije tomando su cara con mis manos antes de plantarle más besos para luego cargarme en sus hombros—. ¡William! —dejé escapar junto con una risa.

Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora