¡Maldita sea! Exclamaba Galahad en su mente. Beth apenas podía dar dos pasos sin perder la respiración y ese cabrón estaba a punto de alcanzarla. Una de sus manos empuñó el dirk y la otra su claymore. No iba a permitir que aquello sucediera, ¡Sobre su cadáver! Se concentró esperando el momento preciso para salir de su escondite. Ansiaba hundir el filo de sus aceros en la carne de ese cerdo.
—Al fin te alcanzo. — Galahad se quedó perplejo ante la escena.
Calem había aparecido de la nada junto a su hermana. La pelirroja se mostraba tan sorprendida como su hermano mayor. Los ojos grises de Galahad volvieron a concentrarse en el enemigo. Arthur había frenado sus pasos, pero su rostro reflejaba que aún no se daría por vencido. ¡Pero qué estaba haciendo Calem! ¡Nada de eso figuraba en el plan! Verdaderamente, su amigo y futuro Laird se había vuelto loco. Galahad solo podía esperar a que Calem hiciera su próximo movimiento.
Galahad abrió los ojos como platos y susurró un par de improperios en gaélico al ver como Calem se abalanzaba contra Beth y la besaba como un poseso, aprisionándola entre el muro de piedra y su cuerpo.
¡Demonios! Fuera su futuro Laird o no, se juró a sí mismo que lo mataría por abordar así a Beth. Apretó los dientes. ¡No tenía derecho a hacerle eso a su hermana!
Arthur frunció el ceño al ver como el hijo del Laird besaba y rozaba su cuerpo contra el de la pelirroja. Estaba realmente furioso aquel joven engreído le había arrebatado su trofeo. Con gusto se hubiera batido en puños por el cuerpo de la deliciosa joven, pero tratándose del él se contendría, no quería problemas con el poderoso clan. Apretó los puños a ambos la dos de su cuerpo. Tendría que buscar otra mujer para aplacar la excitación que sentía.
—Ahora corazón—comenzó Calem con intención en un tono bastante alto— te llevaré a mis aposentos— uno de sus dedos dibujó la línea del cuello de Beth hasta su hombro— para degustar ese precioso cuerpo que escondes bajo el vestido.
Galahad definitivamente lo mataría, aunque tuviera que enfrentarse a todo el clan él solo.
Segundos después Calem cargó a Beth en sus brazos, llevándola a su habitación tal y como había anunciado. Beth nunca se había sentido tan aturdida y confusa en su vida. Mientras Calem la llevaba sin ninguna dificultad en sus brazos, ella no podía parar de pensar en todo lo que había ocurrido en apenas un par de minutos. Su corazón latía tan rápido que podría salirse de su pecho. Sus mejillas se mantenían incandescentes desde que el rubio había aparecido sin previo aviso. Beth no podía controlar sus emociones cuando estaba junto a él. Para colmo las palabras que le había dedicado la habían encendido irremediablemente. Sus pechos y su zona íntima se habían calentado al escuchar su seductora voz. ¡Ni siquiera sabía cómo no se había desmayado aun en sus brazos!
Furioso como se encontraba, Arthur decidió ir tras los pasos del rubio a sabiendas de que no tendría a la mujer para él. Pero su enfado no le permitía razonar con claridad. Creía que aquel molesto pelirrojo le daría problemas, pero se equivocó. De no tratarse del futuro Laird se lo haría pagar bebiendo el peor de sus venenos. ¡Cuánta rabia le producía no poder vengarse de él!
Nada más cruzar la puerta de la habitación, Calem la dejó suavemente en la cama. Beth no daba crédito a lo que estaba sucediendo. Él seguía sobre ella, provocando que su pecho se moviera agitado y nervioso por conseguir aire. Los azules ojos de Calem recorrían su rostro abrasando cada peca de su piel.
—Necesito que gimas. — dijo él en un susurro terminando de confundir a Beth por completo.
—¡¿Qué?! — exclamó entre el horror y la excitación. Calem le hizo un gesto para que bajara la voz.
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Tierra Salvaje | Saga Salvaje I
RomancePrimer libro de la #sagasalvaje 1537 May fue a parar a las manos de Arthur tras una serie de acontecimientos devastadores, comenzando por la muerte de sus padres. Ella es simplemente el lugar donde él descarga su ira. Cansada y temerosa por su v...