Prólogo

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El deseo es la causa inédita de los rumbos perdidos de la maestra vida, y su elocuencia arrastra a una pequeña idea llamada obsesión, juntas pueden cambiar el camino trazado ya de forma predeterminada, y llevarlo hasta uno de los puntos del no retorno, en donde todo está completamente perdido.

Mientras que por la espalda, la ceguera invade el cuerpo del intento y lo lleva hasta el fondo del abismo, porque amar ciegamente a alguien es sinónimo de una inconsistencia fatal, porque pueda ser que solo en la mente de los ciegos exista la llama del amor, mientras que en la mente de la víctima solo haya cenizas eternas que se produjeron luego del incendio llamado relación, dando por hecho que el querer a alguien por las sombras es solo la muestra del amor efímero que solo existe en los sueños de una mente atrofiada de dolor.

El encuentro de las voces es el suspiro de un alma maldita por las calles solemnes de la adversidad, y por eso ¿Cómo es posible amar a alguien solo escuchando su voz? El sonido que viaja en el tiempo es la brisa del cuerpo que abraza en su momento la soledad de alguien más, y es por ello que con solo el hecho de escuchar ese sonido que queda guardado por siempre en las tabernas del corazón, se puede sentir el aroma del tiempo dejando en el momento perfecto la silueta de aquella imperfecta mujer que esconde una historia que fue dejada a la deriva desde hace un tiempo atrás.

El querer construir una historia nueva después de que esta solo fue destruida, es lo absurdo del querer, pero lo hermoso del deseo, porque solo los que aman pueden reconstruir historias perdidas en el tiempo ¿cierto? O pueda ser que solo los que tienen la maldita obsesión de intentar construir algo que no les corresponde puedan llegar a hacerlo, porque el amor y el deseo son dos cosas distintas, la primera, es el arte de querer intentar pero no hacerlo, la segunda, es la ciencia del no querer pero de intentarlo, porque dos cosas sabidas pueden llenar el vacío del hueco causado por imbéciles a lo largo del tiempo, búsqueda implacable y deseo constante, de estas dos nace aquel sentimiento sobrevalorado llamado amor.

Algunos se enamoran por el cuerpo, otros se enamoran del alma, yo solo me enamoro de las voces perdidas de aquella gota de agua que sale de los ojos cada vez que el sufrimiento golpea las fuentes inagotables de la mar interna, porque muchos solo golpean, pero no aman, otros solo desean, pero no entienden, y los últimos solo quieren, pero no comprenden, que toda vida es solo lo que cada persona del entorno escribe en ella.

El rumbo es el camino del destino que fue opacado por el camino de la vida, dos cosas diferentes pero necesarias, porque en una relación si solo existe el deseo de querer tener a diario el cuerpo del otro, y no querer tener un rumbo fijo que fue escrito por el destino de la vida, es solo querer tener un placer etéreo y no querer contar las canas al final del camino, ese camino en el que todos terminan, un camino diferente a los demás, en donde solos los que aman de verdad pueden llegar, el camino de la muerte junto a aquella sutil promesa de estar por siempre en la vida y en el deceso, o mejor aún, en aquel secuestro perfecto.

Un secuestro perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora