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El día estaba soleado como siempre

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El día estaba soleado como siempre.

Con un buen ánimo se levantó de su cama a tropezones cuando se dio cuenta de la hora, otra vez se había quedado dormido hasta pasado el mediodía y ya tenía por asegurado de que recibiría el regaño de su vida [de nuevo].

Tomo su conjunto favorito de ropas recién lavadas por su hermano, camino/corrió hasta la cocina para tomar un dorayaki y salir corriendo del lugar [después de colocarse sus inseparables sandalias] apresurado por llegar al parque donde le estaban esperando.

Esquivo a los niños, adultos con los que se potaba e incluso los autos que avanzaban de forma lenta, habían acordado llegar al parque a las 12 en punto, lastimosamente pareciera que en su casa se rindieron con el hecho de despertarlo de su sueño. Cruzo la calle viendo justo al frente las grandes rejas del parque abiertas por lo que ingreso corriendo hasta la zona de juegos.

Se detuvo para apreciar lo que tenía frente a él con una pequeña sonrisa en su rostro junto a la sensación cálida en su corazón.

Apoyado contra uno de los columpios, un joven de cabellos blancos algo largos hasta la cintura se encontraba acariciando un gatito blanco con una sonrisa en su rostro, las ropas algo cortas denotaban la época del año en la que se encontraban; verano.
Ya con más calma se acercó hasta el adolescente de tan solo 15 años que se reía ante las caricias que le daba el gato con su lengua en su mano derecha, sin importarle si pudiera recibir un golpe le dio un fuerte abrazo por la espalda logrando asustarlo solo un poco, su cuerpo se tensó y posteriormente se calmó por su suave risa.

Las cálidas manos del albino llegaron hasta sus mejillas las cuales acaricio con todo el cariño posible, se restregó contra estas gustoso por la sensación que le transmitía, podía escuchar las melodiosas risas de su chico a lo que miro aquel par de ojos grises similares a la plata pura.

— Buenas tardes~

— Veo que al fin te dignaste en venir a verme –solo pudo soltar una carcajada al ver el puchero que hizo el de cabellos blancos- pensé que me dejarías plantado, tonto.

— Jamás podría dejarte solo... -acerco su rostro al contrario sonriendo en su interior al notar como se ponía nervioso- después de todo me debes un beso por el taiyaki que me robaste.

— Algunas veces pienso que amas más a tus postres que a mí, está bien.

La sensación cálida en su pecho se extendió al sentir los labios de su enamorado posarse sobre los suyos a lo que solo pudo tomarlo de la mano y acariciar su rostro con la otra provocando que diera un pequeño brinco en el columpio, amaba como con solo un tacto le provocaba esas reacciones al albino.

Cuando el de mirada gris se alejó un poco le dio una sonrisa ladina, el rostro del albino se tornó de un hermoso tono rojizo al cual solo pudo reírse, podía sentir como su chico le daba algunos golpes para que se detuviera mientras chillaba avergonzado por sus acciones repentinas. Amaba que se pusiera de ese modo tímido, aunque ya llevarán saliendo desde hace un par de meses, era simplemente muy divertido y dulce.

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