Único.

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Las cosas que hice para llamarte mío. Las cosas que hiciste para mi y bueno, espero haber sido tu crimen favorito, amor.







Aún permanecía junto a la ventana escuchando las sirenas, sonriendo con nostalgia al recordar aquellos tiempos junto al mayor, esperando que tirara una pequeña piedra al cristal de su ventana, escapar juntos y quedarse junto a la carretera a ver las estrellas.




Una lágrima deslizándose por su mejilla.



Durante mucho tiempo le aterró que los descubrieran y que alejaran al mayor de su lado a la fuerza, defendiendolo de sus supuestos amigos que le dieron la espalda diciendo que él sólo le haría daño y lo usaría.



Qué equivocados estaban todos...



SungHoon aún permanecía sentando junto a la ventana, esperando, verlo llegar con esa sonrisa alegre que tanto lo caracterizaba, con sus ojitos brillantes de amor y dulzura. Aún esperaba verlo cada vez que salía de casa, cada vez qué salía de la escuela o cada noche cuando caminaba hasta la carretera y dejaba el ramo de tulipanes morados que tanto le gustaban a su Seung.

¿Cómo había quedado así? Con el corazón roto y su amor perdido, su lindo bambi ya no estaba para abrazarlo todas las noches y decirle cuanto lo amaba, idear un plan para cuando SungHoon cumpliera dieciocho y pudieran escapar juntos a tener su vida en el campo.
Pero... ¿Porqué tuvo que ser así? ¿Porqué él? ¿Porqué no mejor la otra persona?

Pues ahí entendía el dicho que su madre le mencionó cuando era niño y su abuelo había fallecido.









- Mami... ¿Porqué Dios se lleva a las buenas personas? - Los cabellos oscuros de SungHoon revolotean por la brisa fresca de esa mañana en el funeral de su, ahora, difunto abuelo.

La mujer le miró con tristeza intentando buscar las palabras adecuadas y tomó sus pequeñas manos entre las suyas, aguantando las lágrimas.

- Cuando vas al jardín de la abuela a cortar una rosa para dársela, ¿Cuál cortas? -

El pequeño pensó unos segundos y sonrió en grande.

- ¡Las más bonitas, mami! -

La mujer sonrió dolida dándole la razón, aunque en ese momento, SungHoon no había entendido el porqué de esa pregunta.







Ahora, diez años más adelante, lo entendía a la perfección con su corazón doliendo y el amargo sabor en su boca, el horrible sentimiento de vacío en su pecho en como le faltaba el aire cuando recordaba que ya no vería a HeeSeung.





Faltaba al menos media hora para las doce en punto y él ya se encontraba caminando por la calle, con la nieve cayendo sobre sí mismo y un ramo de tulipanes morados entre sus manos, protegiendolos del frío y la nieve que los mojaba. Su nariz y orejas estaban rojas del frío, pero SungHoon no detuvo sus pasos hasta salir de la pequeña ciudad y encaminarse a la carretera, surbiendo su nariz y temblando de frío, eran los primeros días de diciembre y claramente se estaría congelando, más aún si se encaminaba a una carretera sin nada más que naturaleza.

Las lágrimas volvieron la salir, junto con eso sollozos desgarradores. Abraza las flores contra su pecho en un vago intento por aferrarse aún más al mayor, él ya no estaba ahí y debía comprenderlo, ¡Pero no podía soltarlo, no quería! Le era imposible hacerlo, le costaba demasiado y le dolía.

Entre lágrimas, sollozos y suspiros logró divisar la pequeña Cruz blanca con flores alrededor junto a la carretera, la nieve aún no cubría la pobre cruz, sonrió débilmente caminando un poco más rápido y sentándose frente a la bonita cruz, importandole poco que el césped estuviera mojado por la nieve. Acomodó las flores que estaban algo esparcidas y luego los tulipanes.

Con el cuerpo tiritando de frío sacó su celular sonriendo con tristeza, tomando el encendedor que traía en el bolsillo. Se detuvo un momento, casi queriendo arrepentirse, el nudo en su garganta le dificultaba las cosas.

- Felices 18 años a mi, ojalá estuvieras aquí.... - Pronunció con una pequeña sonrisa y soplando la llama del encendedor.

Comenzó a llorar acostándose junto a la cruz, abrazando el ramo de tulipanes morados, dejando que el frío lo consumiera, sintiendo el frío de la noche abrazarlo, pero se sentía cálido estar allí, sólo debería mantenerse tranquilo.



- Estoy aquí, amor... Estoy aquí para que nos escapemos juntos a nuestra casita del campo. - El mayor le dedicó una sonrisa levantándolo del frío suelo, sus ojitos de bambi llenos de estrellas hicieron que SungHoon abrazara a HeeSeung llorando como cuando de niño se perdió en el supermercado y encontró a su mamá minutos después. El mayor soltó una risita acariciando su espalda y brindandole calor.

- Ya no llores, ahora estamos juntos, amor. - Ambos se sonrieron hundiéndose en un profundo beso cargado de amor y ternura, volviendo a sentirse completos luego de un largo tiempo.






SungHoon había cumplido 18 y ahora podría irse con su bello Seung, quién le prometió cuidarlo y amarlo para siempre, incluso si moría.


Por qué, cariño, espero haber sido tu crimen favorito.








-Thomy.♡

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