Miradas bailarinas, tango de amor

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En una claise de baile,
baile de salón,
había un hombre divorciado
despechado por su amor
y una dulce bailarina
que li tenía cautivado.
Pobre hombre despechado
encerrado en nuevo amor.

Era aquella bailarina persona peculiar,
no en aquello que mostraba,
sino en aquello que intentaba ocultar.
Su pasado era oscuro, enigmático. Voz acaramelada, dulces vocablos añadiendo a eso su danzar
qué fácil fue volver a nacer,
¿sería tan fácil amar?

El hombre en cuestión era hombre normal, su única peculiaridad sería un lunar, y ni siquiera sé si tendría.
De aspecto normal y atuendo común.
Puede que un cierto atractivo en él hubiera, pero si lo había no evidente, quién lo viera.
Su carácter sincero, honesto y leal
con el que atrapaba a las mujeres le permitía disfrutar del momento mas la permanencia de la compañía era mínima.

Lo único que tenían en común,
el baile de salón, el tango.
Era aquel baile repleto de sensualidad lo que caracterizaba y caracteriza a los argentinos, el tango, ¡oh dios mío!

Pegados tuvieron que bailar, desgraciados enamorados.
Solo fingen bailar pegados
pero buscan algo más.

Un día ella tropezó,
sus pies obstáculos uno del otro
y al tropezar pobre muchacha cayó en los brazos del hombre hermoso.
¿Qué querría aquel chico pretender?
No lo sé, ella lo supo, no se negó,
pues pudiendo apartada su mirada la mantuvo fija en él.

Su nombre, su historia, apariencia todo en ella era falso
no le afectó nunca para bailar porque siempre fue en solitario
¿tendría que decir verdad
para poder bailar el tango?

Él no lastimado, no ofendido,
no disgustado, no afligido,
no le importó quién ella fuera
solo importó quién ahora era.
No consideraba mentiras las suyas tan solo verdades bien escondidas.

Era su amor pasión prohibida encarcelada por sus sueños.
Perdón y Olvido pareja necesitada.
Odio e Ignorancia pareja al olvido.
Su relación era distinta
pues para desatar su pasión bailaban aquel tango, tango de amor.

Al final su sueño fue cumplido porque al olvidar el primero concebido dejo entrar a los otros.

Fuerod los dolores olvidados,
las mentiras ignoradas,
y los besos proprcionados los que mantuvieron en pie aquel tango.
Durando desde el ayer hasta el siempre porque en el siempre no hay vida, ni muerte, ni tiempo, tan solo las almas sintiendo lo que en vida antes de muerte sintieron.

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