Le cadeau d'anniversaire

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—Entonces, ¿lo estás pasando bien? —preguntó Aiolia con interés.

Oui, je m'amuse très bien, merci —respondió Camus muy animado, pero al ver la cara de desconcierto de Aiolia, añadió: ­—Me lo estoy pasando muy bien, gracias.

—¡Ah, qué bien! Y eso que vamos a la mitad del día. Aún falta nuestro festejo —dijo Leo con una enorme satisfacción.

—¿En serio? No estarán tomándose demasiadas molestias, ¿verdad? —preguntó Camus con algo de preocupación. Las fiestas de cumpleaños que organizaban sus hermanos (sobre todo si los responsables eran Leo, Cáncer, o ambos) terminaban en borracheras épicas.

—No, no, ¿cómo crees? Será algo muy sencillo. Mu, Aldebarán y Shura prepararán algunos bocadillos. Bueno, Aldebarán dice que te preparará algo francés, que de seguro te gustará mucho. Death, Dohko y yo nos encargaremos de las bebidas (Camus sonrió forzado y tragó saliva) y mi hermano y los gemelos están buscando, ya sabes, comida ligera...

—Se están proveyendo de toda la chatarra que sean capaces de encontrar, —interrumpió Deathmask —desde pizza hasta chips. Shaka, que es un aburrido de primera, está preparando veggies. ¡Veggies! Porca miseria! —resopló con fastidio.

Camus sonrió con una expresión entre feliz y preocupada. Ahora mismo iba subiendo las Doce casas, después de haber compartido una sencilla, pero deliciosa comida de cumpleaños, con los ancianos de Rodorio y lo chicos y chicas a quienes solía dar clase de danza. Había disfrutado a morir una horiatiki y una spanakópita deliciosas. Luego le habían servido musaka, que acompañaron con un poco de retsina. Y había concluido con baklavas. Aunque para entonces ya no se sentía capaz de tragar ni un grano de sal, pero dado el esfuerzo de sus anfitriones, le pareció una grosería inmensa rechazar el postre. Ahora, la perspectiva de una comilona preparada por Aldebarán (porque tratándose de él eso sería justamente) y del fiestón loco que seguramente tenían proyectado Leo y Cáncer (con la mano maestra de Dohko interviniendo aquello era de temer) la celebración le parecía más allá de sus fuerzas.

—Estamos planeando reunirnos hacia las 6 o 7 de la tarde, en Escorpio. No te preocupes, no tocaremos Acuario para nada. Bien sabemos que odias el desorden... y no queremos que nos congeles el trasero si rompemos algo —­dijo Aiolia con una sonrisa de oreja a oreja.

—Además, ¿para qué destrozar tu casa, cuando Milo está ahí preparándote tu sorpresa de cumpleaños? —añadió Deathmask con una maldad infinita.

Camus, que escuchaba con una sonrisa plácida en el rostro, la cambió por una mueca de preocupación y de inmediato volvió la vista a Cáncer.

—¿Cómo dices? ¿A qué te refieres con "sorpresa"? —inquirió el pelirrojo con voz ominosa. Death ensanchó su sonrisa mientras Leo tragaba saliva y miraba al albino con reproche —Milo sabe perfectamente que tiene prohibido cocinar en mi casa. Dime que no está cocinando.

—De acuerdo... no te lo diré —respondió Deathmask con sorna. Camus abrió unos ojos enormes y enrojeció, presuntamente de ira. Aiolia se alarmó al pensar en la integridad física de Milo.

—Tranquilo, Camus. Milo no será tan tonto para cocinar en tu casa si se lo prohibiste...

—Puesss... —insistió Deathmask sin quitar la sonrisa torcida de su rostro y la vista de la figura del francés, que enrojeció visiblemente más.

—Si me disculpan —dijo Camus dando media vuelta y reiniciando el ascenso —tengo cosas qué hacer antes de la reunión —Aiolia tragó saliva pensando en si requerirían que Dohko sacara a Milo de un ataúd de hielo.

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