Capítulo 12

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️ Advertencia: Se tocan temas delicados como el aspecto físico, problemas alimenticios y suicidio. Se recomienda discreción.🔞

Soledad

Noé no era una persona fuerte como se le pintaba en los periódicos, al contartio de lo que se decía su corazón desprendía amor y cariño incondicional para aquel merecedor del mismo. Amaba y cuidaba de sus seres queridos con su propia vida pero ahora... ahora que estaba sola simplemente su vida había perdido el rumbo, su curso había cambiado al fondo de un hoyo del que no había manera de salir, una depresión y sumisión ante el mundo.

Vagaba tambaleante por una calle cabizbaja y arrastrando los pies por cada paso que daba. Tenía puesta una capucha negra que cubría su cabello y rostro, en una de sus manos sostenía una botella de licor a medido beber y en la otra una bolsa pequeña. Desde que abandonó los restos que fueron sus tierras habiá desaparecido del ojo público, como si la tierra se la hubiera tragado. Sus aliados la habían intentado contactar entre ellos Shanks y Shirohige, pero ella evitaba regresar respuesta porque sentía vergüenza de haber fallado, de darles la razón al decir que "Ella era una niña con cargo de adulto" y si, estaban en lo cierto. Pero quería ser quien les mostrara que no todos cabían en ese molde.

Se dirigió a una vieja cabaña en las montañas alejada de la ciudad en la que estaba. La había encontrado y ahora vivía ahí. No era lujosa, no era espaciosa y mucho menos acogedora. Servía para lo que era y nada más que eso.

Abrió la puerta con desinterés y la cerró al estar dentro. Observó a su alrededor imaginado como sería si sus compañeros estuvieran ahí. Seguramente Félix tendría las piernas sobre la mesa, Celia le regalaría y Marcus los vería con una mirada desaprobatoria desde lejanía.

Sonrió sin sentimiento para luego volver a ver los lugares vacíos. Suspiró con tristeza dejando la bolsa que tenía en una de sus manos sobre la mesa. La botella en su otra mano la colocó a un lado de una vieja encimera y simplemente se quedó de pie sin mover un músculo.

- Finalmente te encuentro - Escuchó tras de ella aquella palabra proveniente de una voz casi espectral.

No temió, ni se sintió amenazada, en ese lugar la amenaza era ella, su estabilidad emocional era inexistente, por lo que cualquier cosa que alterara ese pequeño nivel sufriría su ira y descontrol fuera de los límites de las especulación y comprensión lógica.

- No soy hostil - Siguió la voz, cada vez se sentía más cerca.

- "¿Qué quieres?" - Cuestionó dando la vuelta.

Al buscar una persona sólo encontró en su lugar la nada, estaba sola en aquel lugar cosa que la hizo sentir confundida.

- Oh, finalmente puedes escucharme, me alegro - Parecía contento por alguna razón que Noé desconocía - Sabes... llevó tiempo esperando esto - Seguía contando sin intenciones de detenerse - ¿Qué se siente que las personas que querías murieran por tu culpa? -.

<<¿Q-Qué ha dicho?>>

Se cuestionó internamente.

- Ya veo, intentas evitar el tema - Dijo al aire - DEJA DE SER UNA COBARDE Y ADMITE TUS ERRORES MALDOTA PERRA - Comenzó a gritar aquella voz tan alto que Noé tomó sus oídos con fuerza.

<<Ya basta>>

Dijo mentalmente.

- No cariño, las cosas no funcionan así - Amenazó la voz - Yo decido cuando comienzan, cuando siguen, cuando terminan y cuando sufres por ello - El tono de su voz bajaba con cada palabra pareciendo más una especie de demonio.

<<¿Qué demonios quieres>>

Le preguntó sin rodeos.

Aquel ser río sonoramente en un tono sarcástico y aterrador hasta parar en seco.

- Demostrarte la mierda que eres - Susurró en su oído.

[...]

¿Cuánto tiempo había pasado?

Era incierto, hacía días o semanas había perdido la noción de su entorno, como si estuviese en piloto automático siguiendo las órdenes de aquella voz sin cuestionamiento. Estaba de pie frente un pequeño río viendo su reflejo en el agua.

- Mira la asquerosidad que eres - Le habló la voz - ¿Cómo es posible que las personas siguieran a alguien tan incompetente como tú? - Hizo un sonido fingiendo que vomitaba - Hasta un asesino vale más la pena que tu, ah es verdad... ya eres una -.

Los recuerdos de Noé llegaron de golpe a su cabeza, haciendo que las imágenes de los cuerpos desmembrados de aquellos marines invadieran cada rincón de su mente. Su vista pasó a su reflejo del agua, notando en su cara pequeñas gotas de sangre, su vista viajó hasta sus manos ahogado un grito. Estaban cubiertas de aquel carmesí líquido.

Comenzó a temblar, su vista se nublaba y su respiración se volvía errática. Sus piernas flaquearon haciendo que cayera al suelo en un golpe seco.

- De pie pedazo de mierda - Exigió la voz - ¡DE PIE HIJA DE PUTA! -.

Se sentía intimidada y por primera vez en mucho tiempo sintió miedo... se arrastró por el suelo hasta llegar al borde cerca del agua, donde frenéticamente lavaba sus manos intentando quitar la sangre que veía sobre ellas.

<<No se va, ¡No se va!>>

Se repetía soltando lágrimas.

- Aunque lo intentes una y mil veces, aunque te arranques la piel, tus manos siempre estarán manchadas de la sangre y las vidas que arrebataste - Intervino la voz - Querías ser adulta, entonces actúa como tal - Dio una pequeña pausa - De aquellas vidas que murieron por ti, ¿No te das cuenta? - Cuestionó con ira - HUBO PERSONAS QUE MURIERON POR TI Y TU DESPERIDICIAS TU VIDA - Gritó - ¡ERES UNA COMPLETA DESGRACIA, SUCIA RAMERA! -.

Noé se detuvo escuchando sus palabras. No era una adulta, pero tampoco una niña, ya ni siquiera sabía lo que era... quién era y la voz no mentía, aquellos que murieron por ella lo hicieron pensando que su vida era más valiosa que la de ellos, que equivocados estaban y ella más por creerse capaz de protegerlos, por creerse una líder nata. No era nadie, ¡JAMÁS LO FUE!

<<Estoy vacía de todo. Estoy vacía de todo menos de los delgados y frágiles fantasmas de mi cabeza>>

Habló su conciencia en un susurro.

[...]

Dentro de aquella cabaña en ruinas, estaba la ahora delgada, demacrada y desnutrida Noé frente un espejo, analizaba y criticaba su aspecto con dureza. "Mira ese cabello, oh por Dios... esa asquerosa cara".

- Llegó la hora - Le dijo la voz - Hazlo - Ordenó.

Despegó su vista del espejo hacia una viga sobresaliente del techo. Tomó una soga y con ayuda de una silla, la amarró con fuerza en aquel objeto. Se quedó viendo aquel Den Den Mushi que posaba sobre la mesa de la habitación, un nudo se formó en su garganta y las lágrimas arrimaban el borde de sus ojos.

- Deja de llorar - Le ordenó la voz - Deja de comportarte como si ahora te importaran. Llevas meses ignorando sus llamadas, no vengas a buscar compasión donde no ya no la hay -.

La albina suspiró y cerrando sus ojos, saltó de la silla haciendo que la soga se clavara en su cuello con firmeza. El aire pronto comenzaba a faltarle, sus pataleos dejaban de tener fuerza y sus ojos pesaban. Su piel se ponía morada y sus ojos finalmente se cerraron. En su letargo diferenció el cortar de un objeto y luego la nada, el mundo se volvió oscuro y silencioso...

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Sin comentarios.

Gracias por leer.

Sayonara.

Voces silenciosas (One Piece x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora