Capitulo 6

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Me gustaba despertar sin resaca después de una noche de copas, claro, tampoco es que hubiese tomado demasiado, me asomé a la habitación de Martina y ella estaba boca bajo babeando y durmiendo a pierna suelta. Le cerré la puerta con cuidado. Era domingo y ella merecía dormir.
Decidí bajar al pequeño mercadito que había cerca de aquí y comprar unos bollos rellenos de chocolate, eran mis favoritos y gracias a ellos he aumentado unos cuantos kilitos de más. ¿Me mortificaba? Sí, ¿voy a dejar de comerlos? No.

Me quité el pijama y me puse mi ropa deportiva, ironías de la vida me vestía como para ir a correr y lo que iba hacer era lo contrario. Me puse mis auriculares, tomé las llaves y comencé a bajar las escaleras de dos en dos al ritmo de What Makes You Beatiful de One Direction, es de esas canciones que te llenan de buena energía.
Saludé a doña Rosario quién me sonrió. Me sentía de un humor excelente, no sé si mi ánimo se debía a cierto poli o era porque había amanecido fresca como una lechuga. Mi celular comenzó a vibrar, era un mensaje de Carmen.

"Dime qué no soy la única que no sabe que pasó anoche." Decía junto con el emoji vomitando.

Reí al imaginarla en su cuarto o en el cuarto de la morenaza.

Habla por ti, yo estoy fresca y con mucha energía, le envié una carita sonriente.

"Eres una zorra, tienes que contarme tu secreto."

Envió un sticker de un gatito llorando, así es Carmen, una mujer con la boca más sucia que había conocido en mi vida y eso es decir mucho.

"Me alimento con sangre de adolescentes." Le envié un vampiro.

Guardé mi celular y salí en dirección a mi meta, iba tan ocupada tarareando las canciones de One Direction y disfrutando del poco calorcito del sol que no me había fijado que alguien me había chocado o yo choque contra una gran pared, haciéndome caer de culo. Es que soy un imán para estar chocando a todo el mundo, tal vez estoy quedando ciega y ya no veía lo que tenía enfrente o puede que sea ceguera temporal. Es que para dramática me pueden llamar.

— Disculpa.— Esa voz áspera; ronca y sexy me hizo acelerar el corazón.

— Ya es como costumbre esto.— farfullé mientras me levantada y sacudía mi trasero.

— Es nuestra forma de saludarnos.— fingió una sonrisa.— ¿Cómo estás, Ariana? — se veía incómodo al estar cerca de mí, al parecer la noche de ayer quedó en el olvido y lo mucho que avanzamos, regresó al principio, suspiré.

— Bien, Rodrigo ¿Y tú? — me quité los lentes de sol para verle a la cara pero antes me di un paseo por su cuerpo, traía un pantalón de hacer ejercicios gris y una sudadera vinotinto con un alien negro en el pecho que le quedaba como un guante, lo hacía ver guapo. Tragué grueso.

— Bien.— se veía realmente incómodo y yo me preguntaba el porqué, es decir, ayer la pasamos bien o sólo fueron ideas mías. Una rubia con cuerpo de modelo venía trotando hacia nosotros, mejor dicho, hacia él. Parecía una modelo de Victoria's Secret, su cabello rubio estaba atado en una perfecta coleta, traía un conjunto deportivo pegado acentuándole su figura, alta y esbelta, como le gustaban a él. Me dio un poco de envidia al compararme con ella, yo midiendo un metro sesenta y tres, con escasas medidas en pecho y trasero, un poco gorda, morena y sin gracia alguna. Vamos Ari, deja de compararte. "Eres perfecta" lo repetí varias veces como un mantra.

— Toma, cariño.— tenía una voz dulce con un acento extranjero marcado, tal vez era americana o inglesa, me pregunto de qué parte será. Sus ojitos azules me veían con curiosidad y sin un apice de malicia, como hubiese ocurrido con Margara.

— ¡Hola! — me saludó agitando su mano.

Mi nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora